Antes que otra cosa, quisiera agradecer la pronta respuesta de quienes, desinteresadamente, elevaron una plegaria al Padre.
Me disculpo por no haberles dejado más información acerca de esta necesidad repentina. Así que les pongo al tanto.
El pasado sábado, mi madre tuvo un acceso depresivo, generado por una subida en la presión arterial. Ella ha sufrido mucha presión emocional desde hace tiempo. Entre otras cosas, tuvimos que enfrentar una situación difícil en mi familia. Permítanme contarles brevemente.
Uno de mis hermanos ha tenido problemas con su esposa, la cual lo demandó por vía civil y penal. A causa de ello, mi hermano fue a dar al reclusorio de Chiconautla (un presidio de triste fama en mi país). Se tuvo que recurrir a un préstamo equivalente a tres mil dólares -dinero con el que no contábamos- para pagar la fianza, a fin de que mi hermano pudiese salir de ese lugar.
Gracias a Dios, se pudo lograr esto... No obstante, la presión psicológica en mi familia fue muy grande.
Éstas y otras tantas situaciones laborales de mi madre, se fueron acumulando hasta que simplemente su organismo no pudo más. Esa mañana de sábado, ella sufrió un fuerte vértigo, seguido de un ataque de angustia extrema. Conseguimos un médico que la estabilizó de inmediato.
Este médico nos dijo que ella necesitaba descanso y evitar tensiones fuertes.
No bien transcurrieron tres días, cuando se presentó esta otra situación que nos tomó por sorpresa: mi hermano comenzó a quejarse de un fuerte dolor en el pecho y el torso. Al no saber qué ocurría con él, buscamos ayuda médica, la cual se pudo conseguir. No estaba disponible el médico que atendió a mi madre tres días atrás (vive cerca de mi domicilio); fue hasta después de un rato cuando pudo atender a mi hermano. Él nos explicó lo que ocurrió.
El dolor repentino de mi hermano fue causado por acumulación de "lodo" en la vesícula, lo que llegó al punto de provocarle un dolor intenso que le dificultaba la respiración. Todo quedó en un analgésico vía intravenosa que pudiese mitigar su dolor, una dieta libre de grasas, tomar tres litros de agua al día, y un medicamento que ayudará a quitar el limo acumulado en la vesícula de mi hermano.
Lo que más nos preocupaba, además de la dolencia de mi hermano, fue que mi madre llegase a sufrir presión extra que pueda causarle otra crisis como la de tres días atrás.
Algo más: cuando mi madre y otros dos de mis hermanos salieron buscando algún otro lugar donde mi hermano pudiese ser atendido (ya que como lo mencioné antes, el médico que atendió a mi madre no estaba para ese momento), entretanto llegaban ellos a mi casa, me detuve a media calle y comencé a orar al Señor por mi madre y mi hermano. No fue más que una petición simple, libre de protocolos y formulismos inútiles e innecesarios; Dios escucha la oración, no importando cual sea la forma en que se haga, y lo más maravilloso de todo, ¡Él respondió! Instantes después de orar, fui hasta la casa del médico que para ese momento ya se encontraba ahí. Luego fue cosa de esperar la llegada de mis hermanos y mi madre. Al final, todo se pudo resolver bien.
La única preocupación que queda latente, es que mi madre se nos decaiga. Creemos que Dios no permitirá que eso ocurra, pues Él ha prometido dar consuelo en horas de angustia y sanidad en las enfermedades. Dios es fiel, aunque nosotros no lo seamos. Y en esto el Nombre se engrandece y es admirado por Su oportuna providencia cuando no hay a quién acudir.
Gracias por leer, y pido al Señor que nos permita creer que Él es bueno al responder nuestras súplicas. ¿No sería mejor buscarle y tenerle en cuenta en todo tiempo, y no solo cuando enfrentamos problemas?