PRINCIPIOS BÁSICOS DE LA IGLESIA DE CRISTO

25 Junio 2012
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El Centro de nuestra reunión es Cristo (Mt.18:20).

Una de las responsabilidades elementales, de todo creyente en Cristo, en nuestras asambleas, es el de preguntarse si lo que se está practicando dentro, tiene sustento bíblico y el por qué se practica en esta época de gracia, por cuanto la manera como se congregaba la nación de Israel, bajo la ley, sin estar Cristo presente, difiere sustancialmente a la manera como está establecido, por Cristo mismo, como debemos congregarnos al rededor de él.

Una pregunta que con frecuencia se nos hace es:

¿Cómo nos llamamos nosotros?
¿Cuál es nuestra orientación teológica?

Generalmente quienes nos hacen este tipo de preguntas, son creyentes que se congregan en otros lugares donde sí tienen nombre y pertenece a una federación religiosa, sea catolicismo, sea pentecostalismo, o cualquier otro "ismo".

Por lo tanto, notamos la dificultad en entender por qué nosotros no tenemos nombre, y muchas veces, por salir del paso, les respondemos dando un nombre, el del Señor, y respondemos que nos congregamos en el nombre del Señor, y eso es lo que en efecto estamos haciendo.


Una verdad básica, de muchísima importancia es, que la Iglesia de Dios, una asamblea congregada en el nombre del Señor, no tiene nombre.

La primera mención que hizo el mismo Señor en referencia a una asamblea congregada en el nombre del Señor es Mateo 18:20:

"Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos".

Esta garantía de su Presencia nos hace responsables de estar pendientes de lo que él quiere, de lo que él manda, de lo que él desea, y esto es lo que hacemos en una asamblea.

Él es el Soberano, Él es el Señor, Él es la Cabeza, y nos congregamos en su Nombre.

Existe el sustento bíblico, por el cual, el Señor no desea que su asamblea, tenga otros nombres.

En el siguiente pasaje, contemplamos personas reunidas, con el propósito de llegar al cielo, con la obra de sus manos, y con el anhelo de adoptar un nombre:

Este es el caso de la primera civilización, cuando decidieron reunirse en aquel lugar de Babel y construir una torre cuya cúspide llegará al cielo, y leemos:

"PARA HACERNOS UN NOMBRE"

Aquí está el texto:


Gén 11:1 Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras.

Gén 11:2 Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí.
Gén 11:3 Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla.

Gén 11:4 Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.

1. Ellos decidieron congregarse en un lugar

2. Ellos decidieron levantar una torre muy alta, y alrededor de ella, la ciudad donde iban a morar.

El propósito de esto era:

"HACERNOS UN NOMBRE"

Este no era el propósito de Dios.

No era suficiente el diluvio acontecido, cuando la maldad del hombre usando su libre albedrío, había subido a la misma presencia del Señor que dijo:

Gén_6:7 Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho.

Dios nunca quiso, que esta nueva civilización, se hiciese un nombre, como si a ellos los hubiera brotado la tierra y no fuesen creación de él.

El propósito de Dios siempre ha sido que su pueblo se reuniese alrededor de su Persona, reconociendo su Nombre.

Este es el primer caso que encontramos en la biblia, y Dios desciende, leemos:
Gén 11:7 Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.

Es la segunda vez que aparece este plural de la Divinidad.

¿Cuál fue la primera?

En la creación:
Gén_1:26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

Esto nos da a entender que Padre + Hijo + Espíritu Santo, estuvieron involucrados en la Creación.

Y cuando ellos descienden para ver lo que estaba haciendo el hombre, es interesante reconocer que descendió la trinidad.

"Descendamos y confundamos" dijo Dios, esto significa que el Hijo estaba presente, y el Padre y el Espíritu Santo también, celosos por guardar el Nombre de Dios.

Y cuando nos trasladamos al NT contemplamos que Dios está formando algo nuevo, una nueva congregación, y un nuevo pueblo y Dios desea que ellos también se congreguen, no alrededor de cualquier otro Nombre, para distinguirse de otros, sino que ellos se congreguen alrededor de la Persona del Señor.

El Centro de nuestra reunión es Cristo (Mt.18:20).

Otra razón por la cual Dios no quiere que su Iglesia tenga otro nombre, es porque el uso de estos nombres divide, segrega, al pueblo del Señor, en un ataque directo a la Unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.
Recordemos la oración sacerdotal:
Jua 17:11 Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.


Ese es el propósito de Dios, que su pueblo sea UNO con ellos, no solamente con el Padre, o con el Espíritu Santo, o con el Hijo, sino con los tres, en una sola UNIDAD.

De manera que cuando un grupo se identifica con un nombre, distinto al de Cristo, ya pertenece a la Iglesia que los hombres han construido por sí mismos, con su propia torre, y en su propio idioma y con su propia liturgia.

Esa no es la Iglesia del Señor y mucho menos garantiza su Presencia en tales lugares.
 
UNA AFILIACION RELIGIOSA... DIVIDE
Cada grupo de personas se identifica con una forma de congregarse diferente.

Los bautistas no lo hacen conforme a los pentecostales.
Ni los católicos conforme a los adventistas.

Tal división de prácticas, costumbres y enseñanzas, son ajenas a la escritura.


La afiliación religiosa nos ha dividido, urdiendo un ataque al anhelo divino de:

Efe 4:3 solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz;

Efe 4:4 un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación;
Efe 4:5 un Señor, una fe, un bautismo,
Efe 4:6 un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.


De manera que cuando se alinea el creyente dentro de un grupo denominacional, se pierde la unidad del pueblo de Dios que el Señor desea.

Esta es la explicación más bíblica, del porque nosotros no nos afiliamos a ningún nombre en particular.

El Nuevo Testamento no da nombres a ninguna asamblea congregada en el nombre del Señor.

Sus creyentes son conocidos como:

Discípulos
Santos
Creyentes
Cristianos

Pero la Iglesia de la biblia nunca se identificaron con nombres.

La referencia es a la iglesia de Dios en tal o cual ciudad, como por ejemplo así:

1Co_1:2 a la iglesia de Dios que está en Corinto,

O a la de los Filipenses, dándonos a entender que en la Iglesia del Señor hay lugar para todo creyente que viva en esa localidad geográfica.

No puede haber división, ni debe haber división

Se concluye entonces que una asamblea congregada en el nombre del Señor, no se identifica con ningún título o grupo denominacional.

Nos congregamos al nombre del Señor así como enseña la Escritura en Mateo 18:20.

Toda organización religiosa tiene su nombre y los identifica separándolos de las demás organizaciones establecidas en tal o cual país.

De modo que cualquiera se identifica conforme a su grupo religioso.

En contraste, nosotros le pertenecemos a alguien que nos ha adquirido, no conforme al oro o a las piedras preciosas, sino como enseña el apóstol Pedro en su primera carta 1:18-20.

Nosotros le pertenecemos a Cristo.

No pertenecemos a una organización, somos un organismo vivo, tal hecho debe estar claro en nuestras mentes.

Porque esa claridad nos va ayudad a mantener a Cristo como el centro de nuestra reunión.

Este hecho es vital, sin él se pierde toda unción, toda espiritualidad. y se cae en la religiosidad.

Porque donde estamos nosotros, allí está el Señor en medio de nuestro (Mt.18:20).

El Señor no garantiza su Presencia cuando el centro de la reunión no es él sino una organización religiosa.