Pregunta una católica:
Aunque estoy de acuerdo, en un noventa por ciento, con lo que ustedes enseñan sobre la Biblia en su revista, siento miedo encontrarme sola dentro del ambiente en que he crecido, si confieso mis convicciones.
Por eso me pregunto: ¿El aceptar a Jesús como mi único Salvador, lleva consigo vivir una vida solitaria en medio de esta sociedad?, ya que la gran mayoría pasa de la Biblia.
Nuestro comentario:
Estimada lectora, comprendo muy bien su situación y sus inquietudes, y también sus temores. Pero todos esos temores e inquietudes se disipan cuando en nuestros corazones alumbra la Luz de Cristo. Él mismo nos dice: "Yo, la Luz, he venido al mundo, para que todo aquel (o aquella) que cree en Mí no permanezca en tinieblas" (Juan 12:46).
Cuando vivimos sólo con la luz de nuestra propia mente, ésta no nos da luz sino tinieblas, como el mismo Jesús nos dice. La Luz de Cristo sólo se enciende en nosotros, si de verdad creemos en Él, aceptándole como nuestro único y perfecto Salvador. En el momento que la Luz de Cristo alumbra nuestro corazón, el temor deja paso al gozo, y las inquietudes se transforman en una sincera y firme confianza en Jesús.
Lo primero que uno, o una, tiene que hacer, cuando escucha la Palabra de Dios, que le presenta a Cristo, es creer en Él plenamente. Y Él Mismo deshará todos nuestros temores y todas nuestras dudas. Y hará que veamos las cosas y la vida de otra manera totalmente distinta, en el amor y la paz de Cristo y en la plena libertad del Espíritu.
No debemos pensar que conocer a Cristo es un riesgo peligroso para nuestra vida normal. El riesgo de muerte nos acompaña todos los días, cuando vivimos en medio de esta sociedad sin conocer a Cristo personalmente por medio de la fe.
El Señor Jesús no se ha entregado a la muerte de cruz por nosotros para crearnos problemas, temores o inquietudes, sino para librarnos de todos nuestros pecados, penas y castigos por el pecado.
La vida solitaria y estéril la llevamos cuando vivimos según nuestra propia naturaleza. Y es necesario que esa naturaleza muera con Cristo para que lleve fruto para vida. El Señor nos lo muestra en la comparación que hace con el grano de trigo que es sembrado: "De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto" (Juan 12:24).
Según el Señor la vida solitaria la vive todo hombre que sigue la corriente de este mundo. Lo mismo que el grano de trigo que forma parte del montón en el granero, auque está en el montón, sino es enterrado en tierra y muere como grano, toda su existencia estará solo, pero si muere en la tierra, germinará y llevará fruto; su vida no será estéril y solitaria, sino que estará coronada por una espiga llena de granos.
Así, también, el que acepta a Cristo por la fe, es sepultado en la muerte de Cristo, para que en él se den los frutos del Espíritu, amor, gozo, paz; y mueran todas las obras de la carne. Porque, si no mueres en Cristo, no hay fruto de vida en el Espíritu, sino soledad de muerte en tu propia naturaleza carnal.
El único que nunca nos dejará solos, tanto en la vida como en la muerte, es Cristo Jesús. Así nos lo hace saber por Su Palabra: "Sea que vivamos o que muramos del Señor somos" (Romanos 14:8). "He aquí Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28:20). "No temas, porque Yo estoy contigo; no desmayes, porque Yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia" (Isaías 41:10).
¿Puede, uno que crea en Cristo, sentirse solo, si conoce estas promesas del Señor?
Además los creyentes no están puestos en el mundo para que vivan como solitarios o escondidos en grandes caseríos, sino para que en ellos resplandezca la Luz de Cristo a la gente que vive en tinieblas. El Señor nos lo dice: "Vosotros sois la luz del mundo... No se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifique a vuestro Padre que está en los cielos" (Mateo 5:14-16).
El que enciende esa Luz de Cristo en nosotros es el mismo Espíritu Santo, para que la vida de Cristo se haga realidad en nuestra propia vida por medio de la fe. Y la gente vea la obra de misericordia y amor que Dios ha culminado en nosotros por la gracia de Su Hijo, al cambiar una vida llena de tinieblas: temores, dudas, inquietudes, disensiones y desilusiones, por una vida nueva llena de paz y amor en la Luz de Cristo Jesús.
Así Dios es glorificado en todos aquellos que resplandece la luz de Cristo.
http://www.epos.nl/ecr/
Aunque estoy de acuerdo, en un noventa por ciento, con lo que ustedes enseñan sobre la Biblia en su revista, siento miedo encontrarme sola dentro del ambiente en que he crecido, si confieso mis convicciones.
Por eso me pregunto: ¿El aceptar a Jesús como mi único Salvador, lleva consigo vivir una vida solitaria en medio de esta sociedad?, ya que la gran mayoría pasa de la Biblia.
Nuestro comentario:
Estimada lectora, comprendo muy bien su situación y sus inquietudes, y también sus temores. Pero todos esos temores e inquietudes se disipan cuando en nuestros corazones alumbra la Luz de Cristo. Él mismo nos dice: "Yo, la Luz, he venido al mundo, para que todo aquel (o aquella) que cree en Mí no permanezca en tinieblas" (Juan 12:46).
Cuando vivimos sólo con la luz de nuestra propia mente, ésta no nos da luz sino tinieblas, como el mismo Jesús nos dice. La Luz de Cristo sólo se enciende en nosotros, si de verdad creemos en Él, aceptándole como nuestro único y perfecto Salvador. En el momento que la Luz de Cristo alumbra nuestro corazón, el temor deja paso al gozo, y las inquietudes se transforman en una sincera y firme confianza en Jesús.
Lo primero que uno, o una, tiene que hacer, cuando escucha la Palabra de Dios, que le presenta a Cristo, es creer en Él plenamente. Y Él Mismo deshará todos nuestros temores y todas nuestras dudas. Y hará que veamos las cosas y la vida de otra manera totalmente distinta, en el amor y la paz de Cristo y en la plena libertad del Espíritu.
No debemos pensar que conocer a Cristo es un riesgo peligroso para nuestra vida normal. El riesgo de muerte nos acompaña todos los días, cuando vivimos en medio de esta sociedad sin conocer a Cristo personalmente por medio de la fe.
El Señor Jesús no se ha entregado a la muerte de cruz por nosotros para crearnos problemas, temores o inquietudes, sino para librarnos de todos nuestros pecados, penas y castigos por el pecado.
La vida solitaria y estéril la llevamos cuando vivimos según nuestra propia naturaleza. Y es necesario que esa naturaleza muera con Cristo para que lleve fruto para vida. El Señor nos lo muestra en la comparación que hace con el grano de trigo que es sembrado: "De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto" (Juan 12:24).
Según el Señor la vida solitaria la vive todo hombre que sigue la corriente de este mundo. Lo mismo que el grano de trigo que forma parte del montón en el granero, auque está en el montón, sino es enterrado en tierra y muere como grano, toda su existencia estará solo, pero si muere en la tierra, germinará y llevará fruto; su vida no será estéril y solitaria, sino que estará coronada por una espiga llena de granos.
Así, también, el que acepta a Cristo por la fe, es sepultado en la muerte de Cristo, para que en él se den los frutos del Espíritu, amor, gozo, paz; y mueran todas las obras de la carne. Porque, si no mueres en Cristo, no hay fruto de vida en el Espíritu, sino soledad de muerte en tu propia naturaleza carnal.
El único que nunca nos dejará solos, tanto en la vida como en la muerte, es Cristo Jesús. Así nos lo hace saber por Su Palabra: "Sea que vivamos o que muramos del Señor somos" (Romanos 14:8). "He aquí Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28:20). "No temas, porque Yo estoy contigo; no desmayes, porque Yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia" (Isaías 41:10).
¿Puede, uno que crea en Cristo, sentirse solo, si conoce estas promesas del Señor?
Además los creyentes no están puestos en el mundo para que vivan como solitarios o escondidos en grandes caseríos, sino para que en ellos resplandezca la Luz de Cristo a la gente que vive en tinieblas. El Señor nos lo dice: "Vosotros sois la luz del mundo... No se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifique a vuestro Padre que está en los cielos" (Mateo 5:14-16).
El que enciende esa Luz de Cristo en nosotros es el mismo Espíritu Santo, para que la vida de Cristo se haga realidad en nuestra propia vida por medio de la fe. Y la gente vea la obra de misericordia y amor que Dios ha culminado en nosotros por la gracia de Su Hijo, al cambiar una vida llena de tinieblas: temores, dudas, inquietudes, disensiones y desilusiones, por una vida nueva llena de paz y amor en la Luz de Cristo Jesús.
Así Dios es glorificado en todos aquellos que resplandece la luz de Cristo.
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