Te sugiero leas el Evangelio de Juan. El Apostol fue su primo-hermano y emocionalmente quizas el mar cercano a Jesus. Lee el testimonio de quien fue El Mesias, El Hijo Unigenito del Padre y Dios hecho hombre. Quien camino con el en Judea por 3 años y quien estuvo de rodillas al pie de la cruz donde murio y luego de la resurreccion se sento a comer pescado y pan a las orillas del Mar de Galilea.
La Biblia fue escrita por testigos oculares, entre ellos los apóstoles, que compartieron la verdad basándose en sus relatos de primera mano. Los Evangelios, escritos unos 50-70 años después de los acontecimientos que se describen en ellos, también se basan en el testimonio de testigos oculares que vivieron durante la vida de Jesús. Son testimonios confiables y los historiadores y arqueologos de mas renombre en el mundo secular asi lo afirman tambien. No hay duda de que Jesus de Nazareno vivio y camino en Judea en ese tiempo.
Es un hecho bien establecido que Jesucristo fue ejecutado públicamente en Judea en el siglo I d.C., bajo Poncio Pilato, mediante crucifixión, a instancias del Sanedrín judío. Los relatos históricos no cristianos de Flavio Josefo, Cornelio Tácito, Luciano de Samosata, Maimónides e incluso el Sanedrín judío corroboran los relatos de testigos presenciales cristianos primitivos sobre estos importantes aspectos históricos de la muerte de Jesucristo.
La salvación llega a los pecadores incapaces que se dan cuenta de su necesidad y piden perdón. Es imposible que las personas “justas” se salven (ver Lucas 18:9-14). De la misma manera, los cristianos sabemos lo que dice la Biblia y confiamos en que Dios cuidará y dirigirá nuestras vidas, pero a veces nos enfrentamos a algo que parece dominar nuestra fe. Parece que no tenemos suficiente fe para seguirlo en ese momento, así que pedimos más fe. Reconocemos que incluso nuestra fe viene de Dios. Es Su obra en nuestras vidas la que nos permite creer y obedecer.
Como siempre, podemos pedir lo que necesitamos. Cuando dudamos, podemos pedir más fe. Cuando vacilamos en nuestra resolución de seguir, podemos pedir más resolución. Cuando no estamos dispuestos a obedecer, podemos pedir que se nos dé la voluntad. Un incrédulo no tiene ningún interés en tener más fe o en estar dispuesto a obedecer. El creyente sabe que su fe y su obediencia son siempre deficientes, y con frecuencia pedirá a Dios que le permita vivir la vida que le agrada. Si nos dejáramos en manos de nuestras propias fuerzas y de nuestra propia fe, nunca lo lograríamos.
“Creo; ayúdame en mi incredulidad” es a la vez una declaración de fe y una admisión de que nuestra fe está lejos de ser perfecta.
Saludos