Abro un melón enorme con el objetivo de que juntos veamos y distingamos entre Viejo y Nuevo Testamento, y dentro del Nuevo distingamos evangelios del resto de escrituras, porque no tienen desde luego la misma categoría.
Vamos a comprobarlo mediante el principio de no contradicción, citaré Apocalipsis y Evangelio:
"Mira, yo vengo pronto y traeré mi recompensa conmigo para dar a cada uno según sus obras."
Aquí claramente se evidencia una justicia retributiva, desmentida en el Evangelio:
“Amigo, no te estoy haciendo ninguna injusticia. ¿Acaso no te arreglaste conmigo por el salario de un día? 14 Pues toma tu paga y vete. Si yo quiero darle a éste que entró a trabajar al final lo mismo que te doy a ti, 15 es porque tengo el derecho de hacer lo que quiera con mi dinero. ¿O es que te da envidia que yo sea bondadoso?”
Es evidente que Dios y su Justicia no se basa en postularnos como santos y puros al estilo del fariseo petulante que oraba en el templo, frente al publicano que se humilla. Nos va a pagar por igual, con amor a raudales siempre que no rechacemos por falta de fe su gran oferta de Gracia transformadora.
Este es un "error" muy presente en el Apocalipsis, un libro por otra parte con un trasfondo maravilloso, pero que desgraciadamente se ha abusado enormemente del mismo para doctrinas sumamente anti evangélicas.
"Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, impuros, hechiceros, idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda»
Algo así condenaría incluso a un apóstol: Pedro negó a Jesús, Tomás no creyó en la Resurrección (ni habría creído de no ver), hablar de "impuros" así alegremente contradice profundamente el principio de los "sepulcros blanqueados" fariseos. La misión de Dios es purificar corazones, no lanzarlos a un "lago de fuego", y si hablamos de idólatras, no se salva casi nadie, porque seguimos idolatrando al dinero, la fama o el poder casi sin darnos cuenta. Lo que quiere Dios es tenernos como "niños" de nuevo, capaces de acogerle.
Al final ese principio del "lago de fuego" es una profunda contradicción con el propósito de las parábolas de la oveja perdida, el hijo pródigo y la moneda perdida entre otras. Uno podrá añadir en contra de mi argumentación "es que se ha dado tiempo suficiente para arrepentirse a los pecadores", y yo contestaré: para Dios no existe ese concepto de tiempo y no quiere que se pierda ni uno solo de sus hijos, lo cual es irrefutable.
"El mar devolvió a sus muertos, Muerte y Abismo devolvieron a sus muertos, y todos fueron juzgados según sus obras. 14Después, Muerte y Abismo fueron arrojados al lago de fuego —el lago de fuego es la muerte segunda—. 15Y si alguien no estaba escrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego."
De nuevo lo mismo, si se nos juzgase según las obras, casi nadie se salvaría, frente a esto el Evangelio afirma:
"Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 48 El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero."
Va a ser nuestro propio ser/alma el que va a juzgar lo que somos, porque de Palabra fuimos hechos.
La muerte segunda es una consecuencia por tanto del rechazo voluntario a Dios: su Palabra. No es que Dios nos arroje al "lago de fuego", es que nosotros hemos decidido con conocimiento de causa arrojarnos a ese "lago".
"te voy a mostrar el juicio de la gran prostituta, la que está sentada sobre muchas aguas, 2con la que han fornicado los reyes de la tierra, la que ha emborrachado a los habitantes de la tierra con el vino de su prostitución"
En este caso me voy a los profetas, en concreto cito al profeta Oseas:
"...la llevo al desierto, le hablo al corazón, 17le entrego allí mismo sus viñedos, | y hago del valle de Acor | una puerta de esperanza. | Allí responderá como en los días de su juventud, | como el día de su salida de Egipto. 18Aquel día —oráculo del Señor— | me llamarás “esposo mío”, | y ya no me llamarás “mi amo”. 19Apartaré de su boca los nombres de los baales, | y no serán ya recordados por su nombre. 20Aquel día haré una alianza en su favor, | con las bestias del campo, | con las aves del cielo, | y los reptiles del suelo. | Quebraré arco y espada | y eliminaré la guerra del país, | y haré que duerman seguros. 21Me desposaré contigo para siempre, | me desposaré contigo | en justicia y en derecho, | en misericordia y en ternura, 22me desposaré contigo en fidelidad | y conocerás al Señor"
La Biblia siempre es un discurso de esperanza, Dios pese a tantas fornicaciones perdona y viste de nuevo a la "prostituta" (Jerusalén), pues su fin último es salvarnos.
"Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? 11 Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más."
El libro de Apocalipsis por tanto es necesario aceptarlo y comprenderlo como una escatología que no tiene porque cumplirse de principio a fin. Por eso muchos erráis cuando intentáis buscar correlaciones entre la "nueva Babilonia" o la "gran ciudad que se viste de lino, púrpura y escarlata" y establecéis absurdas analogías como han hecho tantos antepasados, siempre creyendo que el final estaba cerca, ¿no acabáis de comprender que nuestros tiempos no son sus tiempos?
Dios es infinitamente paciente, y creo que si algo nos condenará no será Dios, sino nosotros mismos como nos carguemos este precioso y gratuito planeta en el que vivimos.
Vamos a comprobarlo mediante el principio de no contradicción, citaré Apocalipsis y Evangelio:
"Mira, yo vengo pronto y traeré mi recompensa conmigo para dar a cada uno según sus obras."
Aquí claramente se evidencia una justicia retributiva, desmentida en el Evangelio:
“Amigo, no te estoy haciendo ninguna injusticia. ¿Acaso no te arreglaste conmigo por el salario de un día? 14 Pues toma tu paga y vete. Si yo quiero darle a éste que entró a trabajar al final lo mismo que te doy a ti, 15 es porque tengo el derecho de hacer lo que quiera con mi dinero. ¿O es que te da envidia que yo sea bondadoso?”
Es evidente que Dios y su Justicia no se basa en postularnos como santos y puros al estilo del fariseo petulante que oraba en el templo, frente al publicano que se humilla. Nos va a pagar por igual, con amor a raudales siempre que no rechacemos por falta de fe su gran oferta de Gracia transformadora.
Este es un "error" muy presente en el Apocalipsis, un libro por otra parte con un trasfondo maravilloso, pero que desgraciadamente se ha abusado enormemente del mismo para doctrinas sumamente anti evangélicas.
"Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, impuros, hechiceros, idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda»
Algo así condenaría incluso a un apóstol: Pedro negó a Jesús, Tomás no creyó en la Resurrección (ni habría creído de no ver), hablar de "impuros" así alegremente contradice profundamente el principio de los "sepulcros blanqueados" fariseos. La misión de Dios es purificar corazones, no lanzarlos a un "lago de fuego", y si hablamos de idólatras, no se salva casi nadie, porque seguimos idolatrando al dinero, la fama o el poder casi sin darnos cuenta. Lo que quiere Dios es tenernos como "niños" de nuevo, capaces de acogerle.
Al final ese principio del "lago de fuego" es una profunda contradicción con el propósito de las parábolas de la oveja perdida, el hijo pródigo y la moneda perdida entre otras. Uno podrá añadir en contra de mi argumentación "es que se ha dado tiempo suficiente para arrepentirse a los pecadores", y yo contestaré: para Dios no existe ese concepto de tiempo y no quiere que se pierda ni uno solo de sus hijos, lo cual es irrefutable.
"El mar devolvió a sus muertos, Muerte y Abismo devolvieron a sus muertos, y todos fueron juzgados según sus obras. 14Después, Muerte y Abismo fueron arrojados al lago de fuego —el lago de fuego es la muerte segunda—. 15Y si alguien no estaba escrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego."
De nuevo lo mismo, si se nos juzgase según las obras, casi nadie se salvaría, frente a esto el Evangelio afirma:
"Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 48 El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero."
Va a ser nuestro propio ser/alma el que va a juzgar lo que somos, porque de Palabra fuimos hechos.
La muerte segunda es una consecuencia por tanto del rechazo voluntario a Dios: su Palabra. No es que Dios nos arroje al "lago de fuego", es que nosotros hemos decidido con conocimiento de causa arrojarnos a ese "lago".
"te voy a mostrar el juicio de la gran prostituta, la que está sentada sobre muchas aguas, 2con la que han fornicado los reyes de la tierra, la que ha emborrachado a los habitantes de la tierra con el vino de su prostitución"
En este caso me voy a los profetas, en concreto cito al profeta Oseas:
"...la llevo al desierto, le hablo al corazón, 17le entrego allí mismo sus viñedos, | y hago del valle de Acor | una puerta de esperanza. | Allí responderá como en los días de su juventud, | como el día de su salida de Egipto. 18Aquel día —oráculo del Señor— | me llamarás “esposo mío”, | y ya no me llamarás “mi amo”. 19Apartaré de su boca los nombres de los baales, | y no serán ya recordados por su nombre. 20Aquel día haré una alianza en su favor, | con las bestias del campo, | con las aves del cielo, | y los reptiles del suelo. | Quebraré arco y espada | y eliminaré la guerra del país, | y haré que duerman seguros. 21Me desposaré contigo para siempre, | me desposaré contigo | en justicia y en derecho, | en misericordia y en ternura, 22me desposaré contigo en fidelidad | y conocerás al Señor"
La Biblia siempre es un discurso de esperanza, Dios pese a tantas fornicaciones perdona y viste de nuevo a la "prostituta" (Jerusalén), pues su fin último es salvarnos.
"Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? 11 Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más."
El libro de Apocalipsis por tanto es necesario aceptarlo y comprenderlo como una escatología que no tiene porque cumplirse de principio a fin. Por eso muchos erráis cuando intentáis buscar correlaciones entre la "nueva Babilonia" o la "gran ciudad que se viste de lino, púrpura y escarlata" y establecéis absurdas analogías como han hecho tantos antepasados, siempre creyendo que el final estaba cerca, ¿no acabáis de comprender que nuestros tiempos no son sus tiempos?
Dios es infinitamente paciente, y creo que si algo nos condenará no será Dios, sino nosotros mismos como nos carguemos este precioso y gratuito planeta en el que vivimos.