Recibido por e-mail
¿Por qué estás lejos, oh Señor,
y te escondes en el tiempo de la tribulación? (Salmo 10:1).
¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada,
y no me soltarás siquiera hasta que trague mi saliva?
¿Por qué me pones por blanco tuyo, hasta convertirme
en una carga para mí mismo? (Job 7:19-20)
---------------------------------------------------------------------
A menudo formulamos esta pregunta al Señor cuando atravesamos días difíciles
o nos sentimos aislados e incomprendidos.
Con más razón aún, cuando deshonramos al Señor por una acción,
una actitud o una decisión de la cual luego nos avergonzamos.
¿Por qué, Señor?
Éste fue el grito de varios hombres de Dios, de quienes nos habla la Biblia.
Y esto nos consuela a nosotros, cuya fe a menudo es tan débil.
En los momentos más duros,
¿quién de nosotros no ha tenido la sensación de que Dios no responde,
que nos ha olvidado y no nos oye?
En esos momentos, tratemos de no desanimarnos
y esperemos pacientemente la respuesta de Dios,
sin perder la confianza en él.
Procuremos también transformar esos tristes «por qué» en «para qué»,
es decir, «en vista de qué».
Entonces entenderemos que el Señor nos ama
y obra por el bien final de cada uno de los que son suyos
y buscaremos corregir nuestro comportamiento
a fin de que la acción del Señor sea eficaz
para nosotros como para nuestros hermanos.
Así Dios trabaja de manera oculta, a menudo penosa para nosotros,
pero con un objetivo: que nos parezcamos más a su Hijo.
La explicación se nos dará en el cielo,
cuando la historia de nuestra vida nos sea proyectada
a la luz de la gracia de Dios.
Entonces ya no diremos «por qué», sino «gracias».
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
Fraternalmente en Cristo
Mario Contreras T.
Aguas Vivas • Chile
www.aguasvivas.cl
.
¿Por qué estás lejos, oh Señor,
y te escondes en el tiempo de la tribulación? (Salmo 10:1).
¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada,
y no me soltarás siquiera hasta que trague mi saliva?
¿Por qué me pones por blanco tuyo, hasta convertirme
en una carga para mí mismo? (Job 7:19-20)
---------------------------------------------------------------------
A menudo formulamos esta pregunta al Señor cuando atravesamos días difíciles
o nos sentimos aislados e incomprendidos.
Con más razón aún, cuando deshonramos al Señor por una acción,
una actitud o una decisión de la cual luego nos avergonzamos.
¿Por qué, Señor?
Éste fue el grito de varios hombres de Dios, de quienes nos habla la Biblia.
Y esto nos consuela a nosotros, cuya fe a menudo es tan débil.
En los momentos más duros,
¿quién de nosotros no ha tenido la sensación de que Dios no responde,
que nos ha olvidado y no nos oye?
En esos momentos, tratemos de no desanimarnos
y esperemos pacientemente la respuesta de Dios,
sin perder la confianza en él.
Procuremos también transformar esos tristes «por qué» en «para qué»,
es decir, «en vista de qué».
Entonces entenderemos que el Señor nos ama
y obra por el bien final de cada uno de los que son suyos
y buscaremos corregir nuestro comportamiento
a fin de que la acción del Señor sea eficaz
para nosotros como para nuestros hermanos.
Así Dios trabaja de manera oculta, a menudo penosa para nosotros,
pero con un objetivo: que nos parezcamos más a su Hijo.
La explicación se nos dará en el cielo,
cuando la historia de nuestra vida nos sea proyectada
a la luz de la gracia de Dios.
Entonces ya no diremos «por qué», sino «gracias».
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
Fraternalmente en Cristo
Mario Contreras T.
Aguas Vivas • Chile
www.aguasvivas.cl
.