Imagina que alguien rechaza la invitación a una gran celebración familiar. No es que el anfitrión lo “expulse”, sino que la ausencia es resultado de su propia decisión. Así, el infierno es la consecuencia de elegir vivir apartado de Dios (Juan 3:19).
Dios nunca obliga a nadie a estar con Él. El infierno es el único destino posible para quienes eligen libremente no recibir Su amor y gracia.
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Preguntas para reflexionar
¿Qué significa realmente para ti “escoger la vida”?¿De qué manera tus decisiones diarias reflejan tu destino eterno?
Si Dios nunca obliga, ¿cómo aprovechas tu libertad para acercarte o alejarte de Él?
Recuerda: El libre albedrío no se trata de la ausencia de consecuencias, sino de la enorme dignidad y responsabilidad de cada elección.
Dios respeta tu decisión. ¿Qué eliges tú hoy?