¿Por qué los humanos necesitaron la Torre de Babel? ¿Y para qué sirven los líderes?

Sergius

Miembro
3 Agosto 2025
21
2
Génesis 11:1-9
"En aquel tiempo, toda la tierra tenía una sola lengua y un mismo lenguaje. Cuando los hombres se desplazaron hacia el oriente, encontraron una llanura en Sinar y se establecieron allí. Se dijeron unos a otros: «Venid, hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego». Usaron ladrillos en lugar de piedra y asfalto en lugar de argamasa. Luego dijeron: «Venid, construyamos una ciudad con una torre que llegue hasta los cielos, para hacernos un nombre y evitar que nos dispersemos por toda la tierra». Pero el Señor descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo. Y dijo el Señor: «Si, siendo un solo pueblo y hablando todos la misma lengua, han comenzado a hacer esto, nada de lo que se propongan les será imposible. Venid, bajemos y confundamos su lengua para que no se entiendan unos a otros». Así, el Señor los dispersó desde allí por toda la tierra, y dejaron de construir la ciudad. Por eso se llamó Babel, porque allí el Señor confundió la lengua de toda la tierra, y desde allí los dispersó por toda la faz de la tierra."

El contexto de la mentalidad de la época
La mentalidad de las personas de aquel tiempo estaba marcada por un evento reciente: el «diluvio universal», que había purificado la tierra de la impureza y liberado a los primeros descendientes de los hijos de Noé —Sem, Cam y Jafet— de una feroz competencia. El diluvio fue el mayor trauma psicológico para ellos, los nietos y bisnietos de Noé, no porque la base saludable del planeta hubiera perdido algo, sino porque sus madres, durante el diluvio, habían perdido a sus padres, madres, hermanas y hermanos depravados, y tal vez a amantes a los que estaban dolorosamente apegados. También perecieron en las aguas del diluvio los «maestros espirituales» que enseñaban en contra de la verdad y provocaron su propia destrucción. Las mujeres que no se convirtieron a Dios, buscando protegerse del miedo, decidieron actuar según el espíritu de su civilización, que había desaparecido bajo las aguas.

A pesar de haber tenido la oportunidad de presenciar la justicia de Dios, no creyeron —aunque solo de palabra— en la promesa divina de que nunca más habría un diluvio universal: «Establezco mi pacto con vosotros: nunca más será destruida toda carne por las aguas de un diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra... esta es la señal del pacto... <...> ...habrá un arco en las nubes» (Génesis 9:11-16). En cambio, intentaron resolver los asuntos espirituales a su manera, decidiendo construir una torre que superara la altura de las posibles aguas de un diluvio.

Por su parte, la porción más intelectualmente avanzada de la población, los líderes del mundo posterior al diluvio, solo verbalmente dudaban de la promesa de Dios. Los líderes históricos, por supuesto, no eran pensadores, pero cuesta creer que fueran tan absolutamente necios como para no darse cuenta de que construir una torre era inútil en el sentido de que no había lugar donde esconderse de Dios. Sin embargo, las palabras de los líderes sobre la necesidad de construir la torre por seguridad eran una mentira deliberada, diseñada para complacer las fantasías y expectativas de la multitud. Esta mentira consciente ocultaba el verdadero motivo de la construcción de la torre: justificar la necesidad de líderes y de una jerarquía en su conjunto.

En efecto, aunque la estructura tenía poco propósito práctico o cotidiano, era inmensa. Solo organizar la entrega de materiales de construcción a la cima requería la más estricta disciplina: una jerarquía rígida. Era imposible que unos subieran cargas con cuerdas mientras otros intentaban bajar contenedores vacíos al mismo tiempo. Esto exigía un supervisor para cada sección, alguien que decidiera quién tenía prioridad. Y sobre los supervisores menores, se necesitaba un supervisor mayor. Y así sucesivamente, hasta llegar al líder supremo: Napoleón, Stalin, Hitler, el jefe.

La jerarquía siempre está sustentada por una ideología. El líder de la construcción tenía la capacidad de convencer a otros de que era necesario construir la torre. Y todos los trabajadores le creyeron. El éxito en la formación de la primera forma de religión estatal (universal) después del diluvio fue determinado por los traumas compartidos, tanto del primer líder como de sus subordinados.

El propósito de Dios
La fuente universal del bien necesitaba salvar a las personas de sí mismas, de su devoción involuntaria al líder. Pero, ¿cómo lograrlo?

Destruir la torre no solo no les beneficiaría, sino que, por el contrario, cumpliría el deseo subconsciente del líder: prolongar el tiempo de construcción, lo que era deseable para seguir moldeando las mentes de los ya «felices» constructores.
¿Matar al líder? La gente simplemente elegiría a otro igual a él.
¿Destruir la jerarquía?
Eliminar el principio mismo era imposible hasta la llegada de Jesucristo.
¿Destruir esta jerarquía específica? Pero, ¿cómo?
Dios lo hizo de manera brillante. Realizó un milagro: en lugar de una sola lengua, creó muchas. La lengua única desapareció, y los subordinados del líder ya no pudieron seguir siéndolo: dejaron de entender las órdenes.
Y los trabajadores se dispersaron con tristeza, y Dios lo permitió. «Y el Señor los dispersó desde allí por toda la faz de la tierra; y dejaron de construir la ciudad».
La confusión de las lenguas fue solo en parte una maldición; en mayor medida, fue una bendición.
 
CONGREGADOS EN EL NOMBRE DE JESÚS (Mt.18:20)

"Allí estoy yo en medio de ellos"

Esta expresión nos hace entender que nosotros debemos congregarnos en su nombre.

Y esto significa que él es el que preside el culto en una asamblea y que estamos todos con la mirada enfocada hacia él, pendientes de lo que él quiere, de lo que él manda, de lo que él desea.

Y eso es lo que se hace en nuestras asambleas congregadas en su nombre.

Él es el Soberano, él es el Señor, él es la Cabeza y nos congregamos en su nombre.

Hay varias razones por las que él no quiso que una asamblea tenga nombre propio.

La primera vez que se menciona en la biblia como los hombres comenzaron a identificarse con el nombre de Jehová, fue antes del diluvio:

Gén 4:26 Y a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová.

Y los descendientes de Set, los hijos de Dios, comenzaron a prostituirse detrás de los dioses de las hijas de los hombres cometiendo toda clase de extravío, aumentando la maldad de la raza humana a niveles intolerables para Dios que decidió exterminarlos a todos (Gén.6:5-8); pero Noé halló gracia delante de los ojos de Dios.

De una o de dos maneras habla Dios al hombre, pero el hombre no entiende.

Es así como vemos de nuevo cometiendo el mismo error de adoptar un nombre distinto al nombre de Jehová.

"HAGÁMONOS UN NOMBRE"

Gén 11:4 Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.

Decidieron reunirse en aquel lugar de Babel, y edificar una torre, para hacerse a un nombre.

1. Deciden congregarse en un lugar
2. Deciden levantar una torre, alrededor del cual iban a morar

Pero el propósito de esta construcción era "Hacernos un nombre".

Pero ese nunca fue el propósito de Dios.

Dios nunca quiso, que ningún pueblo, y menos su pueblo se hiciese un nombre distino al nombre de Jehová.

El propósito de Dios fue que siempre se reunieran alrededor de su Persona reconociendo su Nombre.

¿Y qué sucedió?

DIOS DESCENDIÓ

Gén 11:7 Ahora, pues, "DESCENDAMOS" y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.

Es la segunda vez que aparece esta expresión, la primera en la Creación "Hagamos" (Gén.1:26).

Esto significa que Padre Hijo y Espíritu Santo estuvieron involucrados en la Creación pero cuando ellos descienden para ver el intento de independizarse del nombre de Jehová por parte de este grupo rebelde, es interesante que desciende la Trinidad.

"Descendamos y veamos" - Dijo Dios.

De manera que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo estuvieron presentes, celosos por guardar el nombre de Dios.

Y cuando llegamos al NT Dios está formando algo nuevo, una nueva congregación y un nuevo pueblo deseando que este nuevo pueblo también se congregue, pero que ellos no tomen un nuevo nombre para distinguirse de otros pueblos, sino que ellos se congreguen al nombre del Señor Jesucristo.

Esta es una de las razones por las cuales Dios no quiere que su Iglesia se reúna alrededor de otro nombre, porque todo nombre distinto, divide, segrega al pueblo del Señor.

Esta Unidad Espiritual (Mt.18:20) fue su ruego mayor allí en la oración sacerdotal, leemos:

Jua 17:21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.


Este es el propósito de Dios, que su pueblo sea UNO EN CRISTO.

De manera que cuando una asamblea o cualquier congregación adopta un nombre, ya el pueblo de Dios queda dividido, y esto lo podemos ilustrar con la pregunta que se hace cuando nos hermanos de distinta denominación se encuentran, se establece un diálogo alrededor de Cristo y todo marcha bien, no hay barreras, se establece una comunión, hasta que se hace la pregunta que divide.

¿Y dónde se congrega usted?

¿Y que es usted?

-"Yo soy Pentecostal" - "Yo soy Bautista"- "Yo soy Presbiteriano"-

¿Qué ocurre entonces? Que ya no somos uno, el nombre nos ha dividido.

De manera que en el momento que se adopta un nombre distinto al establecido por Cristo mismo en Mateo 18:20, se pierde la UNIDAD que el Señor desea.

Esto explica claramente porque nuestras asambleas no tienen nombre distinto al establecido por el Señor, y el NT no da nombres, y nosotros somos conocidos como discípulos de Cristo, redimidos por su sangre.

-"YO SOY DE CRISTO"-
 
CONGREGADOS EN EL NOMBRE DE JESÚS (Mt.18:20)

"Allí estoy yo en medio de ellos"

Esta expresión nos hace entender que nosotros debemos congregarnos en su nombre.

Y esto significa que él es el que preside el culto en una asamblea y que estamos todos con la mirada enfocada hacia él, pendientes de lo que él quiere, de lo que él manda, de lo que él desea.

Y eso es lo que se hace en nuestras asambleas congregadas en su nombre.

Él es el Soberano, él es el Señor, él es la Cabeza y nos congregamos en su nombre.

Hay varias razones por las que él no quiso que una asamblea tenga nombre propio.

La primera vez que se menciona en la biblia como los hombres comenzaron a identificarse con el nombre de Jehová, fue antes del diluvio:

Gén 4:26 Y a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová.

Y los descendientes de Set, los hijos de Dios, comenzaron a prostituirse detrás de los dioses de las hijas de los hombres cometiendo toda clase de extravío, aumentando la maldad de la raza humana a niveles intolerables para Dios que decidió exterminarlos a todos (Gén.6:5-8); pero Noé halló gracia delante de los ojos de Dios.

De una o de dos maneras habla Dios al hombre, pero el hombre no entiende.

Es así como vemos de nuevo cometiendo el mismo error de adoptar un nombre distinto al nombre de Jehová.

"HAGÁMONOS UN NOMBRE"

Gén 11:4 Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.

Decidieron reunirse en aquel lugar de Babel, y edificar una torre, para hacerse a un nombre.

1. Deciden congregarse en un lugar
2. Deciden levantar una torre, alrededor del cual iban a morar

Pero el propósito de esta construcción era "Hacernos un nombre".

Pero ese nunca fue el propósito de Dios.

Dios nunca quiso, que ningún pueblo, y menos su pueblo se hiciese un nombre distino al nombre de Jehová.

El propósito de Dios fue que siempre se reunieran alrededor de su Persona reconociendo su Nombre.

¿Y qué sucedió?

DIOS DESCENDIÓ

Gén 11:7 Ahora, pues, "DESCENDAMOS" y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.

Es la segunda vez que aparece esta expresión, la primera en la Creación "Hagamos" (Gén.1:26).

Esto significa que Padre Hijo y Espíritu Santo estuvieron involucrados en la Creación pero cuando ellos descienden para ver el intento de independizarse del nombre de Jehová por parte de este grupo rebelde, es interesante que desciende la Trinidad.

"Descendamos y veamos" - Dijo Dios.

De manera que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo estuvieron presentes, celosos por guardar el nombre de Dios.

Y cuando llegamos al NT Dios está formando algo nuevo, una nueva congregación y un nuevo pueblo deseando que este nuevo pueblo también se congregue, pero que ellos no tomen un nuevo nombre para distinguirse de otros pueblos, sino que ellos se congreguen al nombre del Señor Jesucristo.

Esta es una de las razones por las cuales Dios no quiere que su Iglesia se reúna alrededor de otro nombre, porque todo nombre distinto, divide, segrega al pueblo del Señor.

Esta Unidad Espiritual (Mt.18:20) fue su ruego mayor allí en la oración sacerdotal, leemos:

Jua 17:21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.


Este es el propósito de Dios, que su pueblo sea UNO EN CRISTO.

De manera que cuando una asamblea o cualquier congregación adopta un nombre, ya el pueblo de Dios queda dividido, y esto lo podemos ilustrar con la pregunta que se hace cuando nos hermanos de distinta denominación se encuentran, se establece un diálogo alrededor de Cristo y todo marcha bien, no hay barreras, se establece una comunión, hasta que se hace la pregunta que divide.

¿Y dónde se congrega usted?

¿Y que es usted?

-"Yo soy Pentecostal" - "Yo soy Bautista"- "Yo soy Presbiteriano"-

¿Qué ocurre entonces? Que ya no somos uno, el nombre nos ha dividido.

De manera que en el momento que se adopta un nombre distinto al establecido por Cristo mismo en Mateo 18:20, se pierde la UNIDAD que el Señor desea.

Esto explica claramente porque nuestras asambleas no tienen nombre distinto al establecido por el Señor, y el NT no da nombres, y nosotros somos conocidos como discípulos de Cristo, redimidos por su sangre.

-"YO SOY DE CRISTO"-
Ustedes han descrito la comprensión típica y tradicional de la construcción de la Torre de Babel por parte de las masas populares. En efecto, la Biblia dice que las personas de aquella época motivaron la construcción de la torre con el deseo de «hacernos un nombre» (Génesis 11:4). Pero, ¿qué significa esto realmente? Su interpretación de los eventos no responde a las preguntas clave: ¿por qué las personas eligieron construir precisamente una torre y no, por ejemplo, pirámides, como hicieron los egipcios para glorificarse? ¿Por qué la torre debía ser «hasta los cielos»? Aquí está la cita bíblica: «Y dijeron: Vamos a construir una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta los cielos, y hagámonos un nombre, para no ser dispersados por toda la tierra» (Génesis 11:4, traducción Reina-Valera). Podrían haber construido, por ejemplo, una «gran muralla», como los chinos construyeron la Gran Muralla China.

La respuesta más lógica es que las personas no creyeron en la promesa de Dios de no enviar otro diluvio universal. Ignoraron el arcoíris como símbolo de esa promesa: «Pondré mi arco en las nubes, y será por señal del pacto entre mí y la tierra» (Génesis 9:13). Por eso quisieron construir precisamente una torre, y precisamente «hasta los cielos», para refugiarse por encima del supuesto nivel de un nuevo diluvio. En esencia, esto fue un símbolo de rebeldía contra Dios. Sabían que pecarían, pero temían las consecuencias: el castigo divino en forma de otro diluvio. Al construir la Torre de Babel, intentaban calmarse psicológicamente, creando la ilusión de que la torre sería su refugio. Por supuesto, esto era una ilusión. Ninguna torre, ni siquiera una que llegara «hasta los cielos», podría salvarlos de la ira de Dios.

Sin embargo, las masas populares, en todos los tiempos, están configuradas de tal manera que necesitan una ilusión de seguridad, incluso una tan absurda como una torre hasta los cielos. Y los poderosos, conscientes de la absurdidad de esta ilusión, la utilizan en su beneficio. El líder manipuló los temores de las masas para construir una jerarquía totalitaria estricta. Desde entonces, nada ha cambiado en esencia. Los poderosos siguen manipulando a las masas de la misma manera. No hay nada nuevo bajo el sol: esta es la clave del poder.

Por cierto, quien comprenda este secreto del poder de los «jefes» podrá avanzar significativamente en la escalera profesional, mejorar su situación económica y su estatus social. Muchos no comprenden siquiera los fundamentos básicos de la gestión. Les estoy dando esta información única de forma gratuita. Nadie entre los iniciados les revelará algo así, porque es el secreto del poder. La pregunta es si valorarán esta información o si será pisoteada, como las perlas pisoteadas por los cerdos.
 
En ambos casos la soberbia de la criatura está presente.

1.El deseo de llegar al cielo por medio del esfuerzo humano.

2.Por medio de otro nombre distinto al establecido por Dios (Hch.4:12).
 
En ambos casos la soberbia de la criatura está presente.

1.El deseo de llegar al cielo por medio del esfuerzo humano.

2.Por medio de otro nombre distinto al establecido por Dios (Hch.4:12).
Natanael1, en general, no veo contradicciones entre nuestras posturas. Solo quiero aclarar qué quieres decir con: «El deseo de llegar al cielo por medio del esfuerzo humano». ¿En qué sentido? ¿Crees que las masas populares de aquella época querían construir una torre «hasta los cielos» para literalmente llegar al cielo, al paraíso, y vivir allí? En mi opinión, las masas populares no intentaban alcanzar el cielo en el sentido de un paraíso. Incluso ellos probablemente entendían lo absurdo de esa idea. Su motivación era el miedo a un nuevo diluvio universal, cuya memoria estaba aún muy fresca. Noé y sus hijos estaban vivos y seguramente contaban los detalles del diluvio. Había numerosos testimonios visibles —paisajes destruidos, tradiciones— que hacían difícil dudar de las palabras de Noé. Las primeras generaciones tras el diluvio vivían con un profundo trauma psicológico y un gran temor.

Necesitaban una ilusión de seguridad, un autoengaño para calmarse. La Torre de Babel, «cuya cúspide llegue hasta los cielos» (Génesis 11:4), fue el símbolo de ese autoengaño. En términos utilitarios, la torre era inútil: no era vivienda, ni granero, ni acueducto, ni hospital. En lugar de enfocarse en necesidades prácticas como almacenes de grano, sistemas de agua, hospitales o casas confortables, construyeron la torre no para vivir en ella ni para llegar al paraíso, sino para mirarla y tranquilizarse pensando: «Si Dios se enoja y envía otro diluvio, podremos refugiarnos en la torre». Obviamente, esto era una ilusión: ninguna torre podría protegerlos de la ira de Dios. Pero las masas populares a menudo se aferran a ilusiones de seguridad, y la Torre de Babel fue su encarnación. Los líderes, conscientes de lo absurdo de esta idea, aprovecharon el miedo de las masas para consolidar su poder y establecer una jerarquía.
 
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