Hola. Soy nueva en el foro y como no encontré como iniciar un foro di clic en "iniciar conversación" y clic en los diez usuarios que salieron, es decir ustedes. Me disculpo si mis inquietudes les parecen impertinentes pero también soy nueva en el sendero del cristianismo y no tengo religión, por eso acudí a este medio. Pero algo tengo claro "en la multitud de consejeros está la victoria" Proverbios 11.14. Anticipadamente les agradezco la luz que puedan arrojar en las dudas que me atormentan. Resumiré mi historia:
Era una atea ferviente de las que contradicen a los cristianos desde la filosofía, hace poco empecé a sentir la presencia real de Dios y le supliqué que entrara en mi vida. En esos días, asqueada de mi vida, renuncié a un trabajo que me exigía retribuir la hipocresía de mis colegas. Empecé a orar fervientemente y tuve el irreprimible impulso de visitar a mi hermana que vive fuera del país, quien tiene una niña y una pareja alejada de Dios. Llevo ya bastante tiempo en este lugar y gasté todo mi dinero en el viaje y cosas cotidianas. Mi hermana es una mujer escéptica pero muy respetuosa y ha empezado a escuchar con interés mi testimonio en Dios. Lo malo es que mi sobrina es una niña irrespetuosa y desobediente, siempre dispuesta a replicar mis observaciones sobre su desobediencia; me ha ofendido sutilmente varias veces y en ocasiones me produce verdadero fastidio, lo extraño es que desde que me ve orar hace lo mismo en las noches, y suele preguntarme cosas de Dios. Un día me ofendió tanto -omitiré las palabras de la ofensa- que le pedí a Dios que me revelara si estaba en el lugar correcto o ya era hora de irme, esa noche lloré muchísimo. Le dije a Dios: “renuncié a mi trabajo, me alejé del hombre que amo para obedecerte y tú me enviaste lejos y me siento triste y quiero regresar a mi casa, con mi mamá” Al otro día le dije a mi hermana que había tomado la decisión de irme porque no era la voluntad de Dios seguir en su casa, le causó mucha tristeza, me dijo que aún no me fuera, pero me mantuve firme y cuando le contó a mi sobrina ella me dijo llorando: “tía, si te vas como voy a saber que es lo malo”. Han pasado unos días de esto y ella sigue igual; me ofende de día y se arrodilla avergonzada en las noches. Mi hermana insiste en que no me vaya, dice que buscaremos una iglesia en la que se honre a Dios (no quiero desviar la atención de quienes me leen sobre este punto). Lo siguiente les sonará absurdo pero le pregunté a Dios: si tu voluntad es que me quede esta moneda caerá en sello y lancé la moneda y cayó en sello, pero después dudé y estuve un rato lanzando la moneda sin hallar respuesta hasta que por casualidad leí el versículo con que inicié este mensaje y decidí preguntarles. Por favor, no me respondan que ore para pedir la voluntad de Dios, porque yo no entiendo sus respuestas directas, respóndanme desde su corazón, quizá Dios use a alguien para ayudarme a decidir.
Era una atea ferviente de las que contradicen a los cristianos desde la filosofía, hace poco empecé a sentir la presencia real de Dios y le supliqué que entrara en mi vida. En esos días, asqueada de mi vida, renuncié a un trabajo que me exigía retribuir la hipocresía de mis colegas. Empecé a orar fervientemente y tuve el irreprimible impulso de visitar a mi hermana que vive fuera del país, quien tiene una niña y una pareja alejada de Dios. Llevo ya bastante tiempo en este lugar y gasté todo mi dinero en el viaje y cosas cotidianas. Mi hermana es una mujer escéptica pero muy respetuosa y ha empezado a escuchar con interés mi testimonio en Dios. Lo malo es que mi sobrina es una niña irrespetuosa y desobediente, siempre dispuesta a replicar mis observaciones sobre su desobediencia; me ha ofendido sutilmente varias veces y en ocasiones me produce verdadero fastidio, lo extraño es que desde que me ve orar hace lo mismo en las noches, y suele preguntarme cosas de Dios. Un día me ofendió tanto -omitiré las palabras de la ofensa- que le pedí a Dios que me revelara si estaba en el lugar correcto o ya era hora de irme, esa noche lloré muchísimo. Le dije a Dios: “renuncié a mi trabajo, me alejé del hombre que amo para obedecerte y tú me enviaste lejos y me siento triste y quiero regresar a mi casa, con mi mamá” Al otro día le dije a mi hermana que había tomado la decisión de irme porque no era la voluntad de Dios seguir en su casa, le causó mucha tristeza, me dijo que aún no me fuera, pero me mantuve firme y cuando le contó a mi sobrina ella me dijo llorando: “tía, si te vas como voy a saber que es lo malo”. Han pasado unos días de esto y ella sigue igual; me ofende de día y se arrodilla avergonzada en las noches. Mi hermana insiste en que no me vaya, dice que buscaremos una iglesia en la que se honre a Dios (no quiero desviar la atención de quienes me leen sobre este punto). Lo siguiente les sonará absurdo pero le pregunté a Dios: si tu voluntad es que me quede esta moneda caerá en sello y lancé la moneda y cayó en sello, pero después dudé y estuve un rato lanzando la moneda sin hallar respuesta hasta que por casualidad leí el versículo con que inicié este mensaje y decidí preguntarles. Por favor, no me respondan que ore para pedir la voluntad de Dios, porque yo no entiendo sus respuestas directas, respóndanme desde su corazón, quizá Dios use a alguien para ayudarme a decidir.