”El señor cura le dijo que la quemara”
Mi madre, doña Sara Corina Sánchez-Concha Fernández, hija de doña Jacoba y don Nephtalí, fue una mujer excepcional y en los 84 años que vivió vio el desarrollo de muchos eventos interesantes, no sólo de su país sino del mundo entero. Ella no tuvo mucha educación formal (eran muy pocas que la conseguían en esos tiempos), pero fue muy educada. Ejerció el magisterio antes de conocer y comprometerse con mi padre. Tenía muy buenos recuerdos de sus alumnos. Siempre le encantó la enseñanza y el aprendizaje.
Cuando era niña, doña Jacoba le leía libros a madre. Por un tiempo estaban encantadas porque había caído a sus manos un libro que hablaba de Dios (Un Biblia). Un día Sarita le dijo a su madre, “Mamá, hace tiempo que no me lees ese libro que habla de Jesús, ¿por qué no, mamacita?” Mi abuela, con lágrimas en sus ojos, le dijo a mi madre, “Ay, hijita, tú no sabes qué es lo que ha pasado. El señor cura me dijo que lo quemara. Me dio como penitencia, porque, dijo, que una señora decente como yo, y una niña inocente como tú no deberían leer ese (con desprecio) libro.” En otras palabras, el señor cura puso en la misma categoría a la Palabra de Dios con una revista pornográfica de la actualidad.
Pasaron los años, en 1927, dos hombres (los colportores Juan e Hipólito Astete) pasaron por mi pueblecito vendiendo la Biblia (con mucho cuidado porque tenían que cuidar de sus vidas). Tocaron el zaguán de mi casona. Mi padre fue a abrir la puerta y se dio con la sorpresa que estos dos hombres le ofrecían un libro llamado La Biblia. Mi padre la compró, la leyó. En poco tiempo, este libro, con el poder del Espíritu Santo, transformó la vida de mis padres. A partir de entonces, todo fue diferente.
La Biblia no es un libro pornográfico; tampoco niega la sexualidad del hombre. Desde el primer capítulo habla que Dios hizo a los machos y a las hembras. En ningún lado afirma que el pecado de Adán y Eva fue sexual, sino su rebelión a su Voluntad expresada en su Palabra. (Como ustedes ven, desde el comienzo la rebelión del hombre significó el no tener en cuenta su Palabra. Satanás le añadió su tradición, y préstamente ellos escucharon lo que Dios no había dicho). Esto es lo normal en el hombre que se rebeló contra Dios y que se sigue rebelando contra El. Es una lástima que un gran segmento de la cristiandad no se dé cuenta de una cosa tan simple. Dios expresó su voluntad acerca de nuestra adoración y veneración, EXCLUSIVAMENTE EL ES EL UNICO QUE CABE EN EL CORAZON DE SUS HIJOS. Lo siento mucho, hermanos de la denominación que sigue al opispode Roma.
No es pecado hablar y examinar la sexualidad de los humanos. Del mismo Jesús se dice que en el no existió pecado, eso incluye al pecado sexual. El Hijo de María no pecó sexualmente; pero no sólo sexualmente sino que ÉL NO PECÓ, PUNTO.
A diferencia de Jesús, todos los demás hemos pecado y no merecemos la gracia de Dios; pero el sacrificio del Calvario y el trabajo del Espíritu Santo bajo la mano amorosa del Padre, hace posible que la fe venga a nosotros y creamos en Cristo Jesús, el Mesías, el Ejecutor del Pacto, el Rey de reyes y Señor de Señores, el Intercesor, el Pan de Vida, la Estrella de la Mañana, la Roca, por Quien y para Quien todo fue hecho, el Verbo Encarnado, el Lirio de los Valles, etc., etc.
Cuando abrí la discusión acerca de la sexualidad de María, se alzaron muchas voces, algunas escandalizadas y otras que convenían conmigo. De las que recuerdo fueron dos: (a) Alguien dio una lista (bastante morbosa) de las posibilidades de temas que se podrían tratar; (b) hubo otra persona muy miedosa que se podría hablar de la sexualidad de Jesús. Yo sonreí. En un siglo cuando se habla tan liberalmente de condones, sexo seguro, homosexualidad, etc., los creyentes todavía no se dan cuenta que la sexualidad es uno de los regalos más preciosos y más ajados, que Dios nos ha dado a hombres y mujeres. Tan linda es la vida sexual dentro del matrimonio que la Biblia usa “la unión sexual” (el coito) como figura para explicar cuál debe ser y será nuestra relación con Dios. El orgasmo tendremos con Dios es millones de veces mejor que el que habremos experimentado aquí entre esposos.
Con todo amor y respeto abro esta columna para esclarecer algunos puntos que nos separan entre cristianos y también para dar luz a muchosa creyentes que no saben qué hacer con su sexualidad.
En Unión con Cristo Jesús,
Ezequiel Romero
Mi madre, doña Sara Corina Sánchez-Concha Fernández, hija de doña Jacoba y don Nephtalí, fue una mujer excepcional y en los 84 años que vivió vio el desarrollo de muchos eventos interesantes, no sólo de su país sino del mundo entero. Ella no tuvo mucha educación formal (eran muy pocas que la conseguían en esos tiempos), pero fue muy educada. Ejerció el magisterio antes de conocer y comprometerse con mi padre. Tenía muy buenos recuerdos de sus alumnos. Siempre le encantó la enseñanza y el aprendizaje.
Cuando era niña, doña Jacoba le leía libros a madre. Por un tiempo estaban encantadas porque había caído a sus manos un libro que hablaba de Dios (Un Biblia). Un día Sarita le dijo a su madre, “Mamá, hace tiempo que no me lees ese libro que habla de Jesús, ¿por qué no, mamacita?” Mi abuela, con lágrimas en sus ojos, le dijo a mi madre, “Ay, hijita, tú no sabes qué es lo que ha pasado. El señor cura me dijo que lo quemara. Me dio como penitencia, porque, dijo, que una señora decente como yo, y una niña inocente como tú no deberían leer ese (con desprecio) libro.” En otras palabras, el señor cura puso en la misma categoría a la Palabra de Dios con una revista pornográfica de la actualidad.
Pasaron los años, en 1927, dos hombres (los colportores Juan e Hipólito Astete) pasaron por mi pueblecito vendiendo la Biblia (con mucho cuidado porque tenían que cuidar de sus vidas). Tocaron el zaguán de mi casona. Mi padre fue a abrir la puerta y se dio con la sorpresa que estos dos hombres le ofrecían un libro llamado La Biblia. Mi padre la compró, la leyó. En poco tiempo, este libro, con el poder del Espíritu Santo, transformó la vida de mis padres. A partir de entonces, todo fue diferente.
La Biblia no es un libro pornográfico; tampoco niega la sexualidad del hombre. Desde el primer capítulo habla que Dios hizo a los machos y a las hembras. En ningún lado afirma que el pecado de Adán y Eva fue sexual, sino su rebelión a su Voluntad expresada en su Palabra. (Como ustedes ven, desde el comienzo la rebelión del hombre significó el no tener en cuenta su Palabra. Satanás le añadió su tradición, y préstamente ellos escucharon lo que Dios no había dicho). Esto es lo normal en el hombre que se rebeló contra Dios y que se sigue rebelando contra El. Es una lástima que un gran segmento de la cristiandad no se dé cuenta de una cosa tan simple. Dios expresó su voluntad acerca de nuestra adoración y veneración, EXCLUSIVAMENTE EL ES EL UNICO QUE CABE EN EL CORAZON DE SUS HIJOS. Lo siento mucho, hermanos de la denominación que sigue al opispode Roma.
No es pecado hablar y examinar la sexualidad de los humanos. Del mismo Jesús se dice que en el no existió pecado, eso incluye al pecado sexual. El Hijo de María no pecó sexualmente; pero no sólo sexualmente sino que ÉL NO PECÓ, PUNTO.
A diferencia de Jesús, todos los demás hemos pecado y no merecemos la gracia de Dios; pero el sacrificio del Calvario y el trabajo del Espíritu Santo bajo la mano amorosa del Padre, hace posible que la fe venga a nosotros y creamos en Cristo Jesús, el Mesías, el Ejecutor del Pacto, el Rey de reyes y Señor de Señores, el Intercesor, el Pan de Vida, la Estrella de la Mañana, la Roca, por Quien y para Quien todo fue hecho, el Verbo Encarnado, el Lirio de los Valles, etc., etc.
Cuando abrí la discusión acerca de la sexualidad de María, se alzaron muchas voces, algunas escandalizadas y otras que convenían conmigo. De las que recuerdo fueron dos: (a) Alguien dio una lista (bastante morbosa) de las posibilidades de temas que se podrían tratar; (b) hubo otra persona muy miedosa que se podría hablar de la sexualidad de Jesús. Yo sonreí. En un siglo cuando se habla tan liberalmente de condones, sexo seguro, homosexualidad, etc., los creyentes todavía no se dan cuenta que la sexualidad es uno de los regalos más preciosos y más ajados, que Dios nos ha dado a hombres y mujeres. Tan linda es la vida sexual dentro del matrimonio que la Biblia usa “la unión sexual” (el coito) como figura para explicar cuál debe ser y será nuestra relación con Dios. El orgasmo tendremos con Dios es millones de veces mejor que el que habremos experimentado aquí entre esposos.
Con todo amor y respeto abro esta columna para esclarecer algunos puntos que nos separan entre cristianos y también para dar luz a muchosa creyentes que no saben qué hacer con su sexualidad.
En Unión con Cristo Jesús,
Ezequiel Romero