Pilar Rahola en la Comunidad Judía de Chile
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Tuesday, May 25, 2004
Esta mañana, paseando por la Plaza de Armas de Santiago, nos hemos
entretenido en unas tiendecitas que venden libros. Era un día
soleado, bonito, bello. Había sol, luz, habían libros, había gente.
Diría que era uno de aquellos momentos en que uno tiene el alma
tranquila. Y de olpe, me ha llamado la atención un libro de Mafalda,
pues yo soy de esa generación.
Pero a su lado, he visto el libro secreto de Hitler. Y no me he
callado. He mirado al librero y le he dicho: ¡qué hace ese libro
aquí!Y los tres hombres que había en la librería me han mirado con
cara de sorpresa, preguntándose por qué esta loca española los
estaba increpando. Y les he dicho: ¿no saben ustedes que ese loco ha
matado a millones de personas, no les da vergüenza vender este libro?
La verdad es que ya no había sol, ni paseo, ni Mafalda. Sólo el
horror de pensar que hoy, paseando por la Plaza de Armas, alguien
tenía un libro de Hitler delante de mis ojos y no pasaba nada.
¿Por qué estoy aquí esta noche?
Primero porque ustedes han cometido un exceso conmigo, el cual
agradezco. Estoy excesivamente emocionada.
Pero estoy también aquí porque un día mi padre, en mi comedor feliz,
de mi infancia feliz, comiendo tranquilamente me dijo: ¿Sabes que
eres judía? Y yo sabía que no era judía. Sabía que en mi familia
nadie era judío e incluso no conocía ningún judío. Así es que le
dije no. Y él me dijo
sí.
Toda persona buena, toda persona digna, toda persona que tenga
memoria, valentía y honor, sin duda si ha nacido en Europa, es
judía, porque sólo siendo judío uno puede entender lo que significa
el dolor de ser judío. Creo que nunca he olvidado esas palabras y
creo que tiene algo que ver con ese comedor de mi casa el que hoy,
ante ese librero, me haya indignado y le haya increpado.
Mi padre, mi familia, mi gente, me enseñó a conocer mi alma judía.
Porque nadie en el mundo que haya nacido en Europa, haya luchado por
la libertad, haya amado las ideas, puede decir que no es judío. La
mejor Europa es judía. Y sólo la peor Europa es la que negó su alma
judía. Y no sólo la negó, sino que terminó matándola. Lo que queda
hoy de Europa es el naufragio de su propia miseria y de su propio
horror.
Yo tengo que empezar esta conferencia pidiendo perdón. Y tengo que
pedir perdón tres veces. Vengo de una familia católica y, además,
mis padres viven intensamente su espiritualidad. Pero también vengo
de una tradición que durante dos mil años señaló al pueblo judío
como el pueblo que debía ser odiado, despreciado, ignorado,
perseguido. Y aprendí amar a D'os y amando a D'os aprendí a odiar al
otro. Y mi D'os era bueno y malo a la vez. Era fuente de inspiración
y a la vez fuente de intolerancia. De manera que yo desde pequeña
aprendí a amar un D'os que no merecía ser amado. Y hasta que no
descubrí que D'os estaba mucho más allá del odio que me habían
enseñado, no lo puede recuperar. De manera que perdón, en nombre de
la tradición cristiana y católica, que creó esa dosis enorme de
intolerancia que después nos llevó a la solución final, a los
Auschwitz que hubo. Porque Auschwitz fue la estación final de muchas
cosas, pero fundamentalmente de una tradición religiosa que en
nombre de D'os creó la base de la intolerancia.
También perdón, porque yo vengo de Sefarad y si hay aquí sefaradíes
comprenderán perfectamente de lo que hablo. Sefarad, la mítica
Sefarad, la tierra que vivió el sueño de la tolerancia, de la
democracia y de la convivencia, tuvo en su época más brillante una
hecho como fue la firma de un edicto, un 9 de Av, el cual acabó con
un sueño.
En España, como en Europa, practicamos una sana y magnífica mala
memoria. Y vengo de Europa. Qué puedo explicarles a ustedes, los
sobrevivientes. Sólo que ustedes forman parte de lo mejor de Europa,
y su muerte de lo peor. Que formaron parte de las vidas que
construyeron la modernidad, los derechos humanos, el pensamiento que
nos podía hacer libres. Todo lo que somos de buenos y bellos, tiene
que ver con el alma judía. Y todo lo que tiene que ver con el horror
tiene que ver con la distorsión del alma judía. Sin embargo, tengo
que decir que, a diferencia del pueblo germano, Europa no ha hecho
los deberes con la memoria de la Shoá. Ha preferido militar en lo
que Glucksman llama "esos agujeros negros tan bien puestos en la
memoria". En Francia nunca hubo Vichy, en Austria no hubo nada, en
Italia ¿alguien recuerda?, España no estaba, Holanda....
Y así fue pasando el tiempo y, a pesar de que sabíamos que había
sido muy terrible, fuimos militando en una cómoda y perfectamente
construida desmemoria. De la desmemoria de entonces, vienen hoy las
criminalizaciones al Estado de Israel, la minimización de la Shoá,
la ignominia profunda de lanzar a los descendientes de la Shoá que
viven en Israel la acusación de genocidas y nazis. Cuántos humores
gráficos he tenido que comerme en mi país viendo a un mandatario de
un país democrático convertido en un nazi. No he visto, sin embargo,
ningún chiste de algún sanguinario de la humanidad convertido en
nazi. ¿Han visto a un Idi Amin en alguna caricatura? Pero a la
primera lanzamos la Shoá contra la cabeza de Israel. No me siento
nada orgullosa de formar parte de la intelectualidad europea, con
personas como José Saramago, que puede que escriba como los ángeles,
pero piensa mal. Por eso, les pido perdón como europea.
Tengo que decirles que los tiempos no son especialmente buenos. Me
gustaría darles buenas noticias; sin embargo, la verdad es que no
puedo hacerlo. Por ejemplo, ayer murió un hombre, su nombre era
Kfir, era israelí. Ustedes no lo han visto en los informativos,
porque éstos estaban llenos de noticias de un hombre llamado
Rantisi, de su muerte, de lo que significaba.
Pero hoy quiero recordar de Kfir, porque a él no lo va a recordar
nadie. Y quiero acordarme de una niña de 11 años, de los niños de
murieron en un bar mitzvá, de los que murieron celebrando Pésaj, o
sea, de los tantos que mató o mandó a matar Rantisi.
A pesar que en la prensa de Europa, en la prensa de mi país, no
existe ninguno de estos niños israelíes, que mueren porque son
judíos. A pesar de ello y a pesar de que sólo existe la muerte
cuando muere un Rantisi, hoy aquí, precisamente por la memoria que
hoy recordamos, quiero homenajear a Kfir, que murió ayer, con 30
años, por ser judío y por luchar por vivir en un Estado con paz y
seguridad, y por estar en ese Estado porque Europa echó a todos los
ciudadanos judíos de su territorio, obligándolos a buscar el amparo
de Naciones Unidas.
Como dice la frase:
"Primero nos dijeron, no podéis vivir como judíos entre nosotros.
Después nos dijeron, no podéis vivir entre nosotros.
Y al final dijeron, no podéis vivir".
Pero aún están aquí. Por qué son malos tiempos. En una comida me
preguntaron si pensaba que estábamos en momentos previos a la
recreación del nazismo.
¡Qué responsabilidad en la respuesta! Pues me atrevo a decir que
sí. No porque se repita la historia, pues la historia nunca se
repite. Me atrevo a decir que hoy militamos en el síndrome de
Chamberlain, sin asumir ninguna responsabilidad. Militamos en la
desmemoria. Y desde la desmemoria viene el olvido, el recelo, renace
el prejuicio y se consolida la intolerancia.
Hoy no nos enfrentamos al nazismo, a pesar del tipo de la Plaza de
Armas que vendía el libro de Hitler. No. Hoy nos enfrentamos a una
ideología totalitaria, que sustrae una religión, como en su tiempo
se hizo con la mía, que utiliza un dios, - pobre D'os, en qué cosas
lo ponen -, y que intenta a partir de ahí imponer un proceso
totalitario en el mundo, que ya ha matado mucho, y que seguirá
matando más, pues nos ha declarado la guerra. En el camino, y en
primera línea, están ustedes. Los judíos son el termómetro de
nuestra salud. Cuando el termómetro tiene fiebre, nuestra salud es
mala. Hoy el mundo tiene fiebre. Y la fiebre tiene que ver con el
fundamentalismo islámico. Esto tiene que ver con una logística
económica, política y militar de miles de millones de dólares
destinados, no a crear niños y ciudadanos libres, sino seres humanos
alimentados en la intolerancia y el odio. Tenemos que conseguir
liberar al mundo globalmente, y al mundo musulmán, de cuatro locos
fanáticos perfectamente alimentados económicamente, que lo están
secuestrando y en el camino fácilmente podrían decidir destruirlo.
Dice Glucksman: "El Islam, o consigue parar las locuras de sus
milicias, los combatientes de D'os, o habrá llegado a su propio fin".
Hoy nos enfrentamos a esto. No nos equivoquemos. No es una guerra de
religiones ni un choque de civilizaciones.. Nuestro enemigo no es el
otro. No es el que reza, come o viste distinto. Ese es nuestro
compañero, nuestro javer. Nuestro enemigo es una ideología
totalitaria, profundamente enriquecida, que se ha amparado en
Estados miembros de la ONU, que ha matado mucho, y que nos ha
lanzado un reto a la libertad.
Como decía mi padre, yo soy judía ante esto. Cualquier ciudadano con
valores es judío ante un antisemita. Pero en Europa están haciendo
la siesta, y en Chile, haciendo la siesta, si me permiten. En estos
días no he visto ningún grado de preocupación por lo que está
pasando: Que esto es lejos, que es Chile,... pero mataron a 1.200
kilómetros de aquí. La línea del fuego es el mundo.
¿Por qué ocurre lo que ocurre en Europa? Alguien me dijo por qué yo
no me preocupo de las víctimas musulmanas que nadie menciona. No es
cierto, le dije: me preocupa el millón de muertos que la guerra
integrista ya lleva en Sudán. No he visto manifestaciones en Europa
por estas víctimas, ni he visto ningún diario preocupado de esto.
Porque sólo se preocupan cuando están involucrados un Maguen David o
las barras y la estrella. A nadie le preocupan los 20 mil muertos
que mató Hafez el Asad, los 100.000 del integrismo argelino, las
masacres de poblados cristianos en El Líbano, el septiembre negro de
Hussein en Jordania.
Entonces, Europa está preocupada sólo de lo que hace el Gobierno de
Israel.E Israel se levanta cada día pidiendo perdón por existir,
pero yo no conozco a ningún país en el mundo que haga eso. Y el
único país que cada día tiene que pedir perdón por defenderse es
Israel. Y es cierto que a veces no nos gusta cómo se defiende. Yo
sólo pido que haya una crítica y en paralelo, sobre las actuaciones
terroristas y no sólo de lo que hace Israel. Y aquí hoy, que estamos
conectados con la muerte y el dolor, se lo debemos a nuestros
muertos y a nuestros sobrevivientes. Lo que nos está sucediendo
tiene que ver con lo que a ustedes les mató y por el camino nos mató
a todos. La muerte del alma humana. Cada niño educado para el odio
en una escuela, es un trozo de la muerte del alma humana. Cada
ciudadano que hace creer que D'os ama la muerte, es la muerte misma
del alma humana. Y cuando esto se sustenta en los medios de
comunicación democráticos, es un trozo de la muerte de la verdad.
Hoy, morir en AMIA, en Bali, en Kenia, en Turquía, en Nueva York, en
Atocha, y por supuesto en Jerusalén, tiene que ver con el nihilismo,
con el totalitarismo, con la negación de la humanidad, con la
destrucción de la belleza y del alma humana.
Me decían antes que las personas que denunciamos estas cosas somos
valientes. No es así, sólo somos responsables. Hoy el mundo tiene
que asumir esta responsabilidad y tiene que vencer. Porque vamos a
ganar.
Hoy quiero hacer una denuncia. Yo conozco muchos palestinos, padres
y madres, que tienen pánico a que sus hijos sean fichados por estos
locos fanáticos y los conviertan en bombas humanas. El terror
socializa. Ellos no son mis enemigos. Hay muchos ciudadanos
islámicos que tienen miedo y que dicen que lo que está pasando es
una locura, pero callan. Y conozco intelectuales condenados a
muerte, como Salman Rushdie, que dicen que eso es una paranoia y el
islamismo paranoico nos lleva a la paranoia
colectiva. Y como los conozco a todos ellos, puedo señalar
directamente a los Estados del petrodólar que, o callan, o toleran,
o pagan al terrorismo. En las zonas del mundo en que se enseña a
amar la muerte, eso no se consigue en un día. ¿O creen ustedes que
un suicida se prepara en pocos días? Hace falta mucha planificación,
dinero, logística y socialización.
Como reza la famosa frase de Golda Meir: "Habrá la paz cuando los
ciudadanos palestinos amen más a sus hijos de lo que odian a los
judíos". Y yo, con cariño, agrego: Habrá paz el día que los que
pagan esos campos de entrenamiento, esas escuelas, con parte de
dinero europeo, territorios enteros donde se enseña a odiarlos a
ustedes, sean detenidos.
Porque no es un choque de civilizaciones, porque no estamos en
contra del Islam, porque estamos a favor del Islam, es que estamos
en contra de aquellos, del financiamiento del odio. Es cierto que en
la Shoá murieron personas no judías; sin embargo, el Holocausto fue
una cosa y la Shoá otra. Toda locura humana conlleva la muerte y así
murieron ciudadanos por ser gitanos, homosexuales, por pensar
distinto, por estar en el lugar equivocado, por haber luchado contra
Franco. Pero a ustedes les mataron como pueblo y esa es la
diferencia.
La muerte es terrible, pero la Shoá fue la creación de una industria
de exterminio. Por eso, lo que hoy recordamos es mucho más que una
matanza, es la recuperación de los trocitos rotos del alma humana
que dejamos en Auschwitz.Acabo diciéndoles que también pido perdón
por formar parte del periodismo y la intelectualidad de izquierda,
aquella que ha redescubierto el antisemitismo por la vía del
antisionismo.
También les pido perdón por la elaboración de la información. Yo
creo en la palabra, en la comunicación, en las ideas. Yo creo en la
palabra, pero tengo que decir que la palabra también se usa para
mentir. Y si la mentira de la Shoá se construyó a través de dos mil
años de deicismo católico, se construyó con los Protocolos de los
Sabios de Sión, con el judío internacional de Ford, se construyó con
la propaganda de Goebbels. Y así se llegó a Auschwitz.
Hoy acuso que la prensa europea está creando los nuevos protocolos,
que tienen que ver con la distorsión, la mentira, el prejuicio y la
minimización. Yo les quiero pedir algo especial y se lo pido a los
jóvenes. Ustedes tienen la gran responsabilidad de sentirse
enormemente orgullosos de ser judíos, de sentirse parte de un pueblo
que está en la base de lo mejor que le ha ocurrido a la humanidad,
pues todas las ideas de futuro tienen que ver con los judíos.
Ustedes encarnan los mejores valores de la ibertad.
Les pido a los jóvenes que no militen en el autoodio. Que cuando
alguien les diga que son israelitas o hebreos, digan con orgullo que
son parte de la comunidad judía. Usenlo con orgullo, por obligación
con la memoria, y por necesidad, pues el mundo necesita que la
generación de judíos que se está formando en la tolerancia y en la
libertad, construya los pilares. El mundo necesita judíos visibles,
que estén ahí en su condición de judíos. No militen en el síndrome
de ghetto. Salgan y sean chilenos, en su condición de judíos.
Hay una Santiago judía, que es chilena y es judía.
Y vuelvo a mi padre. Entendí lo que me decía. Yo no soy judía, pero
sé que sin ustedes no estoy completa.
Shalom
Para reflexionar
Paz
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Tuesday, May 25, 2004
Esta mañana, paseando por la Plaza de Armas de Santiago, nos hemos
entretenido en unas tiendecitas que venden libros. Era un día
soleado, bonito, bello. Había sol, luz, habían libros, había gente.
Diría que era uno de aquellos momentos en que uno tiene el alma
tranquila. Y de olpe, me ha llamado la atención un libro de Mafalda,
pues yo soy de esa generación.
Pero a su lado, he visto el libro secreto de Hitler. Y no me he
callado. He mirado al librero y le he dicho: ¡qué hace ese libro
aquí!Y los tres hombres que había en la librería me han mirado con
cara de sorpresa, preguntándose por qué esta loca española los
estaba increpando. Y les he dicho: ¿no saben ustedes que ese loco ha
matado a millones de personas, no les da vergüenza vender este libro?
La verdad es que ya no había sol, ni paseo, ni Mafalda. Sólo el
horror de pensar que hoy, paseando por la Plaza de Armas, alguien
tenía un libro de Hitler delante de mis ojos y no pasaba nada.
¿Por qué estoy aquí esta noche?
Primero porque ustedes han cometido un exceso conmigo, el cual
agradezco. Estoy excesivamente emocionada.
Pero estoy también aquí porque un día mi padre, en mi comedor feliz,
de mi infancia feliz, comiendo tranquilamente me dijo: ¿Sabes que
eres judía? Y yo sabía que no era judía. Sabía que en mi familia
nadie era judío e incluso no conocía ningún judío. Así es que le
dije no. Y él me dijo
sí.
Toda persona buena, toda persona digna, toda persona que tenga
memoria, valentía y honor, sin duda si ha nacido en Europa, es
judía, porque sólo siendo judío uno puede entender lo que significa
el dolor de ser judío. Creo que nunca he olvidado esas palabras y
creo que tiene algo que ver con ese comedor de mi casa el que hoy,
ante ese librero, me haya indignado y le haya increpado.
Mi padre, mi familia, mi gente, me enseñó a conocer mi alma judía.
Porque nadie en el mundo que haya nacido en Europa, haya luchado por
la libertad, haya amado las ideas, puede decir que no es judío. La
mejor Europa es judía. Y sólo la peor Europa es la que negó su alma
judía. Y no sólo la negó, sino que terminó matándola. Lo que queda
hoy de Europa es el naufragio de su propia miseria y de su propio
horror.
Yo tengo que empezar esta conferencia pidiendo perdón. Y tengo que
pedir perdón tres veces. Vengo de una familia católica y, además,
mis padres viven intensamente su espiritualidad. Pero también vengo
de una tradición que durante dos mil años señaló al pueblo judío
como el pueblo que debía ser odiado, despreciado, ignorado,
perseguido. Y aprendí amar a D'os y amando a D'os aprendí a odiar al
otro. Y mi D'os era bueno y malo a la vez. Era fuente de inspiración
y a la vez fuente de intolerancia. De manera que yo desde pequeña
aprendí a amar un D'os que no merecía ser amado. Y hasta que no
descubrí que D'os estaba mucho más allá del odio que me habían
enseñado, no lo puede recuperar. De manera que perdón, en nombre de
la tradición cristiana y católica, que creó esa dosis enorme de
intolerancia que después nos llevó a la solución final, a los
Auschwitz que hubo. Porque Auschwitz fue la estación final de muchas
cosas, pero fundamentalmente de una tradición religiosa que en
nombre de D'os creó la base de la intolerancia.
También perdón, porque yo vengo de Sefarad y si hay aquí sefaradíes
comprenderán perfectamente de lo que hablo. Sefarad, la mítica
Sefarad, la tierra que vivió el sueño de la tolerancia, de la
democracia y de la convivencia, tuvo en su época más brillante una
hecho como fue la firma de un edicto, un 9 de Av, el cual acabó con
un sueño.
En España, como en Europa, practicamos una sana y magnífica mala
memoria. Y vengo de Europa. Qué puedo explicarles a ustedes, los
sobrevivientes. Sólo que ustedes forman parte de lo mejor de Europa,
y su muerte de lo peor. Que formaron parte de las vidas que
construyeron la modernidad, los derechos humanos, el pensamiento que
nos podía hacer libres. Todo lo que somos de buenos y bellos, tiene
que ver con el alma judía. Y todo lo que tiene que ver con el horror
tiene que ver con la distorsión del alma judía. Sin embargo, tengo
que decir que, a diferencia del pueblo germano, Europa no ha hecho
los deberes con la memoria de la Shoá. Ha preferido militar en lo
que Glucksman llama "esos agujeros negros tan bien puestos en la
memoria". En Francia nunca hubo Vichy, en Austria no hubo nada, en
Italia ¿alguien recuerda?, España no estaba, Holanda....
Y así fue pasando el tiempo y, a pesar de que sabíamos que había
sido muy terrible, fuimos militando en una cómoda y perfectamente
construida desmemoria. De la desmemoria de entonces, vienen hoy las
criminalizaciones al Estado de Israel, la minimización de la Shoá,
la ignominia profunda de lanzar a los descendientes de la Shoá que
viven en Israel la acusación de genocidas y nazis. Cuántos humores
gráficos he tenido que comerme en mi país viendo a un mandatario de
un país democrático convertido en un nazi. No he visto, sin embargo,
ningún chiste de algún sanguinario de la humanidad convertido en
nazi. ¿Han visto a un Idi Amin en alguna caricatura? Pero a la
primera lanzamos la Shoá contra la cabeza de Israel. No me siento
nada orgullosa de formar parte de la intelectualidad europea, con
personas como José Saramago, que puede que escriba como los ángeles,
pero piensa mal. Por eso, les pido perdón como europea.
Tengo que decirles que los tiempos no son especialmente buenos. Me
gustaría darles buenas noticias; sin embargo, la verdad es que no
puedo hacerlo. Por ejemplo, ayer murió un hombre, su nombre era
Kfir, era israelí. Ustedes no lo han visto en los informativos,
porque éstos estaban llenos de noticias de un hombre llamado
Rantisi, de su muerte, de lo que significaba.
Pero hoy quiero recordar de Kfir, porque a él no lo va a recordar
nadie. Y quiero acordarme de una niña de 11 años, de los niños de
murieron en un bar mitzvá, de los que murieron celebrando Pésaj, o
sea, de los tantos que mató o mandó a matar Rantisi.
A pesar que en la prensa de Europa, en la prensa de mi país, no
existe ninguno de estos niños israelíes, que mueren porque son
judíos. A pesar de ello y a pesar de que sólo existe la muerte
cuando muere un Rantisi, hoy aquí, precisamente por la memoria que
hoy recordamos, quiero homenajear a Kfir, que murió ayer, con 30
años, por ser judío y por luchar por vivir en un Estado con paz y
seguridad, y por estar en ese Estado porque Europa echó a todos los
ciudadanos judíos de su territorio, obligándolos a buscar el amparo
de Naciones Unidas.
Como dice la frase:
"Primero nos dijeron, no podéis vivir como judíos entre nosotros.
Después nos dijeron, no podéis vivir entre nosotros.
Y al final dijeron, no podéis vivir".
Pero aún están aquí. Por qué son malos tiempos. En una comida me
preguntaron si pensaba que estábamos en momentos previos a la
recreación del nazismo.
¡Qué responsabilidad en la respuesta! Pues me atrevo a decir que
sí. No porque se repita la historia, pues la historia nunca se
repite. Me atrevo a decir que hoy militamos en el síndrome de
Chamberlain, sin asumir ninguna responsabilidad. Militamos en la
desmemoria. Y desde la desmemoria viene el olvido, el recelo, renace
el prejuicio y se consolida la intolerancia.
Hoy no nos enfrentamos al nazismo, a pesar del tipo de la Plaza de
Armas que vendía el libro de Hitler. No. Hoy nos enfrentamos a una
ideología totalitaria, que sustrae una religión, como en su tiempo
se hizo con la mía, que utiliza un dios, - pobre D'os, en qué cosas
lo ponen -, y que intenta a partir de ahí imponer un proceso
totalitario en el mundo, que ya ha matado mucho, y que seguirá
matando más, pues nos ha declarado la guerra. En el camino, y en
primera línea, están ustedes. Los judíos son el termómetro de
nuestra salud. Cuando el termómetro tiene fiebre, nuestra salud es
mala. Hoy el mundo tiene fiebre. Y la fiebre tiene que ver con el
fundamentalismo islámico. Esto tiene que ver con una logística
económica, política y militar de miles de millones de dólares
destinados, no a crear niños y ciudadanos libres, sino seres humanos
alimentados en la intolerancia y el odio. Tenemos que conseguir
liberar al mundo globalmente, y al mundo musulmán, de cuatro locos
fanáticos perfectamente alimentados económicamente, que lo están
secuestrando y en el camino fácilmente podrían decidir destruirlo.
Dice Glucksman: "El Islam, o consigue parar las locuras de sus
milicias, los combatientes de D'os, o habrá llegado a su propio fin".
Hoy nos enfrentamos a esto. No nos equivoquemos. No es una guerra de
religiones ni un choque de civilizaciones.. Nuestro enemigo no es el
otro. No es el que reza, come o viste distinto. Ese es nuestro
compañero, nuestro javer. Nuestro enemigo es una ideología
totalitaria, profundamente enriquecida, que se ha amparado en
Estados miembros de la ONU, que ha matado mucho, y que nos ha
lanzado un reto a la libertad.
Como decía mi padre, yo soy judía ante esto. Cualquier ciudadano con
valores es judío ante un antisemita. Pero en Europa están haciendo
la siesta, y en Chile, haciendo la siesta, si me permiten. En estos
días no he visto ningún grado de preocupación por lo que está
pasando: Que esto es lejos, que es Chile,... pero mataron a 1.200
kilómetros de aquí. La línea del fuego es el mundo.
¿Por qué ocurre lo que ocurre en Europa? Alguien me dijo por qué yo
no me preocupo de las víctimas musulmanas que nadie menciona. No es
cierto, le dije: me preocupa el millón de muertos que la guerra
integrista ya lleva en Sudán. No he visto manifestaciones en Europa
por estas víctimas, ni he visto ningún diario preocupado de esto.
Porque sólo se preocupan cuando están involucrados un Maguen David o
las barras y la estrella. A nadie le preocupan los 20 mil muertos
que mató Hafez el Asad, los 100.000 del integrismo argelino, las
masacres de poblados cristianos en El Líbano, el septiembre negro de
Hussein en Jordania.
Entonces, Europa está preocupada sólo de lo que hace el Gobierno de
Israel.E Israel se levanta cada día pidiendo perdón por existir,
pero yo no conozco a ningún país en el mundo que haga eso. Y el
único país que cada día tiene que pedir perdón por defenderse es
Israel. Y es cierto que a veces no nos gusta cómo se defiende. Yo
sólo pido que haya una crítica y en paralelo, sobre las actuaciones
terroristas y no sólo de lo que hace Israel. Y aquí hoy, que estamos
conectados con la muerte y el dolor, se lo debemos a nuestros
muertos y a nuestros sobrevivientes. Lo que nos está sucediendo
tiene que ver con lo que a ustedes les mató y por el camino nos mató
a todos. La muerte del alma humana. Cada niño educado para el odio
en una escuela, es un trozo de la muerte del alma humana. Cada
ciudadano que hace creer que D'os ama la muerte, es la muerte misma
del alma humana. Y cuando esto se sustenta en los medios de
comunicación democráticos, es un trozo de la muerte de la verdad.
Hoy, morir en AMIA, en Bali, en Kenia, en Turquía, en Nueva York, en
Atocha, y por supuesto en Jerusalén, tiene que ver con el nihilismo,
con el totalitarismo, con la negación de la humanidad, con la
destrucción de la belleza y del alma humana.
Me decían antes que las personas que denunciamos estas cosas somos
valientes. No es así, sólo somos responsables. Hoy el mundo tiene
que asumir esta responsabilidad y tiene que vencer. Porque vamos a
ganar.
Hoy quiero hacer una denuncia. Yo conozco muchos palestinos, padres
y madres, que tienen pánico a que sus hijos sean fichados por estos
locos fanáticos y los conviertan en bombas humanas. El terror
socializa. Ellos no son mis enemigos. Hay muchos ciudadanos
islámicos que tienen miedo y que dicen que lo que está pasando es
una locura, pero callan. Y conozco intelectuales condenados a
muerte, como Salman Rushdie, que dicen que eso es una paranoia y el
islamismo paranoico nos lleva a la paranoia
colectiva. Y como los conozco a todos ellos, puedo señalar
directamente a los Estados del petrodólar que, o callan, o toleran,
o pagan al terrorismo. En las zonas del mundo en que se enseña a
amar la muerte, eso no se consigue en un día. ¿O creen ustedes que
un suicida se prepara en pocos días? Hace falta mucha planificación,
dinero, logística y socialización.
Como reza la famosa frase de Golda Meir: "Habrá la paz cuando los
ciudadanos palestinos amen más a sus hijos de lo que odian a los
judíos". Y yo, con cariño, agrego: Habrá paz el día que los que
pagan esos campos de entrenamiento, esas escuelas, con parte de
dinero europeo, territorios enteros donde se enseña a odiarlos a
ustedes, sean detenidos.
Porque no es un choque de civilizaciones, porque no estamos en
contra del Islam, porque estamos a favor del Islam, es que estamos
en contra de aquellos, del financiamiento del odio. Es cierto que en
la Shoá murieron personas no judías; sin embargo, el Holocausto fue
una cosa y la Shoá otra. Toda locura humana conlleva la muerte y así
murieron ciudadanos por ser gitanos, homosexuales, por pensar
distinto, por estar en el lugar equivocado, por haber luchado contra
Franco. Pero a ustedes les mataron como pueblo y esa es la
diferencia.
La muerte es terrible, pero la Shoá fue la creación de una industria
de exterminio. Por eso, lo que hoy recordamos es mucho más que una
matanza, es la recuperación de los trocitos rotos del alma humana
que dejamos en Auschwitz.Acabo diciéndoles que también pido perdón
por formar parte del periodismo y la intelectualidad de izquierda,
aquella que ha redescubierto el antisemitismo por la vía del
antisionismo.
También les pido perdón por la elaboración de la información. Yo
creo en la palabra, en la comunicación, en las ideas. Yo creo en la
palabra, pero tengo que decir que la palabra también se usa para
mentir. Y si la mentira de la Shoá se construyó a través de dos mil
años de deicismo católico, se construyó con los Protocolos de los
Sabios de Sión, con el judío internacional de Ford, se construyó con
la propaganda de Goebbels. Y así se llegó a Auschwitz.
Hoy acuso que la prensa europea está creando los nuevos protocolos,
que tienen que ver con la distorsión, la mentira, el prejuicio y la
minimización. Yo les quiero pedir algo especial y se lo pido a los
jóvenes. Ustedes tienen la gran responsabilidad de sentirse
enormemente orgullosos de ser judíos, de sentirse parte de un pueblo
que está en la base de lo mejor que le ha ocurrido a la humanidad,
pues todas las ideas de futuro tienen que ver con los judíos.
Ustedes encarnan los mejores valores de la ibertad.
Les pido a los jóvenes que no militen en el autoodio. Que cuando
alguien les diga que son israelitas o hebreos, digan con orgullo que
son parte de la comunidad judía. Usenlo con orgullo, por obligación
con la memoria, y por necesidad, pues el mundo necesita que la
generación de judíos que se está formando en la tolerancia y en la
libertad, construya los pilares. El mundo necesita judíos visibles,
que estén ahí en su condición de judíos. No militen en el síndrome
de ghetto. Salgan y sean chilenos, en su condición de judíos.
Hay una Santiago judía, que es chilena y es judía.
Y vuelvo a mi padre. Entendí lo que me decía. Yo no soy judía, pero
sé que sin ustedes no estoy completa.
Shalom
Para reflexionar
Paz