Participantes de la naturaleza Divina

hgo

2
5 Septiembre 2001
3.029
1
ALIMENTO DIARIO
Leer con oracion: 2 P.1:3-4; Mt.18:22
“Para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos” (1 Ts.3:13)
PARTICIPANTES DE LA NATURALEZA DIVINA
En nuestro Estudio-Vida-Cristalización de 1 y 2 Tesalonicenses, llegamos al mensaje dieciséis, cuyo tema es “Irreprensibles en santidad” (1 Ts.3:13). Este es el último mensaje del tomo dos.
En 1 Tesalonicenses 3:13 leemos: “Sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Seí1or Jesucristo con todos sus santos”. En el mensaje de la semana pasada, hablamos de la corona, que se refiere a todos aquellos a quienes predicamos el evangelio e introducimos en la vida de la iglesia, donde deben andar como es digno de Dios, pues tienen la vida divina y expresan a Dios en su diario vivir. Ellos no sólo son nuestra corona, sino también nuestro gozo y gloria. Aquí, otra vez, se nos recuerda que el punto principal de la estructura de la vida de la iglesia es el amor, por el cual hay un trabajo: es necesario que nos amemos unos a otros.
La segunda epístola de Pedro comienza hablando del Dios Triuno. En 2 Pedro 1:3-4 leemos: “Ya que Su divino poder nos ha concedido todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad mediante el pleno conocimiento de Aquel que nos llamó por Su propia gloria y virtud, por medio de las cuales nos ha concedido preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”. La expresión “Las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad” se refiere a Dios Padre; “Aquel que nos llamó por Su propia gloria y virtud” se refiere al Hijo, y “por medio de las cuales él nos ha concedido preciosas y grandísimas promesas” se refiere al Espíritu. El Dios Triuno trabaja en nosotros primeramente dándonos todo lo que se refiere a la vida y a la piedad, que es la expresión divina.
El Señor ya nos dio Su vida y Su naturaleza, por medio del Hijo. El hombre tiene virtudes humanas, pero éstas son limitadas. Un día Pedro le preguntó al Señor Jesús cuántas veces debía perdonar a un hermano, si siete veces, pensando tal vez que ese fuese un patrón muy elevado; pero el Señor Jesús le dijo que debía perdonar hasta setenta veces siete (Mt 18:22). En otras palabras, la virtud humana con respecto a perdonar necesita ser elevada por los atributos divinos. Por tanto, debemos tener pleno conocimiento de Aquel que nos llamó por Su propia gloria y virtud, por medio de las cuales Él nos ha concedido preciosas y grandísimas promesas, que se refieren al Espíritu.
El trabajar del Dios Triuno en nosotros nos libra “de la corrupción que hay en el mundo”, es decir, de todo lo que es impuro, que no es santo. Cuando somos corrompidos por la concupiscencia que hay en el mundo, nos volvemos impuros, no santos. Pero la obra del Padre, del Hijo y del Espíritu en nosotros, primeramente nos santifica y nos libra de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; y así somos santificados. Ya que la naturaleza divina es santa, debemos ser igualmente santos. La esencia de Dios es santa, por eso tenemos que apartamos de la corrupción de la concupiscencia que hay en el mundo, pues somos participantes de la naturaleza divina. Teniendo eso como nuestra base, llegamos a ser santos.
Palabra clave: El Dios Triuno nos lleva a ser santos
Pregunta: ¿Cuál es el objetivo del trabajar del Dios Triuno señalado en 2 Pedro 1:3-4?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: Editora “Arvore da Vida”
¡Jesús es el Señor!