Papa pide perdón a ortodoxos de Ucrania.
Kiev, Reuters
El Papa Juan Pablo II inició ayer un difícil viaje a Ucrania disculpándose por los errores pasados de los católicos y asegurando a los creyentes ortodoxos hostiles a su visita que no pretende lograr conversiones.
Posteriormente, el Pontífice detuvo su vehículo papal al pie de la colina donde se encuentra un monasterio, apenas a unos 100 metros del complejo amurallado de iglesias con cúpulas de oro, y rezó durante varios minutos.
“No he venido aquí con la intención de hacer propaganda, sino para dar testimonio a Cristo junto a todos los cristianos de cada Iglesia”, dijo antes el Papa en un fluido ucraniano al hablar frente a numerosos grupos de clérigos católicos y políticos a su llegada a Ucrania.
Con esa declaración inequívoca, el Pontífice, de 81 años, que visita Ucrania por primera vez, respondió a las críticas de algunos ortodoxos que intentaron impedir su visita de cinco días.
Los fieles de la Iglesia Ortodoxa Rusa consideran a la Católica local como un Caballo de Troya de un ejército religioso dedicado a cazar almas ortodoxas, en un mundo post comunista de libertad religiosa.
Cientos de ortodoxos prepararon vigilias de una semana rezando para que el Papa se mantuviera alejado de sus centros sagrados.
De los 49 millones de ciudadanos que tiene Ucrania, 10 millones son ortodoxos y otros 6 millones católicos.
Como lo hizo el mes pasado en Grecia, el Papa dijo que católicos y ortodoxos deberían perdonarse las ofensas mutuas que se hicieron desde el Cisma de 1054, que separó a las iglesias ortodoxa de Oriente y cristiana de Occidente.
“Inclinándonos ante nuestro Señor, reconozcamos nuestros errores”, dijo el Papa.
Se espera que la visita papal logre cerrar las viejas heridas religiosas en Ucrania.
En 1946, el dictador soviético Josef Stalin suprimió a la Iglesia Católica Griega y le dio sus propiedades, incluyendo sus templos, a la Iglesia Ortodoxa local.
Kiev, Reuters
El Papa Juan Pablo II inició ayer un difícil viaje a Ucrania disculpándose por los errores pasados de los católicos y asegurando a los creyentes ortodoxos hostiles a su visita que no pretende lograr conversiones.
Posteriormente, el Pontífice detuvo su vehículo papal al pie de la colina donde se encuentra un monasterio, apenas a unos 100 metros del complejo amurallado de iglesias con cúpulas de oro, y rezó durante varios minutos.
“No he venido aquí con la intención de hacer propaganda, sino para dar testimonio a Cristo junto a todos los cristianos de cada Iglesia”, dijo antes el Papa en un fluido ucraniano al hablar frente a numerosos grupos de clérigos católicos y políticos a su llegada a Ucrania.
Con esa declaración inequívoca, el Pontífice, de 81 años, que visita Ucrania por primera vez, respondió a las críticas de algunos ortodoxos que intentaron impedir su visita de cinco días.
Los fieles de la Iglesia Ortodoxa Rusa consideran a la Católica local como un Caballo de Troya de un ejército religioso dedicado a cazar almas ortodoxas, en un mundo post comunista de libertad religiosa.
Cientos de ortodoxos prepararon vigilias de una semana rezando para que el Papa se mantuviera alejado de sus centros sagrados.
De los 49 millones de ciudadanos que tiene Ucrania, 10 millones son ortodoxos y otros 6 millones católicos.
Como lo hizo el mes pasado en Grecia, el Papa dijo que católicos y ortodoxos deberían perdonarse las ofensas mutuas que se hicieron desde el Cisma de 1054, que separó a las iglesias ortodoxa de Oriente y cristiana de Occidente.
“Inclinándonos ante nuestro Señor, reconozcamos nuestros errores”, dijo el Papa.
Se espera que la visita papal logre cerrar las viejas heridas religiosas en Ucrania.
En 1946, el dictador soviético Josef Stalin suprimió a la Iglesia Católica Griega y le dio sus propiedades, incluyendo sus templos, a la Iglesia Ortodoxa local.