Palabra de Dios diaria (21-11-00)

2 Junio 1999
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Mensaje Diario - http://www.jesusvive.net/

Palabra de Dios diaria -- Josué 1:7

Martes, 21 de Noviembre de 2000

Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para
cuidar de hacer conforme a la ley que mi
siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella
ni a diestra ni a siniestra, para que seas
prosperado en todas las cosas que emprendas.


-- Josué 1:7


Pensamiento:

Este pasaje nos muestra que es necesario
aferrarse a la palabra ante las situaciones
mas desafiantes de nuestra vida. Nos muestra
el camino a seguir, y al mismo tiempo nos da
la promesa de que seremos prosperados en todo
lo que emprendamos.


Oración:

Señor, permite que yo busque de tu palabra
en medio de mis pruebas. No permitas que me
aparte de ella para que pueda ver tu voluntad
perfecta. En el nombre de Jesús. Amén.


Que Dios le bendiga.

¡Jesús Vive!


Sirve al Señor, si el ha puesto en ti algo
que el va a usar, presentate en tu iglesia
y deja que el Señor haga grandes cosas
por medio de ti. Permitele que seas tú un
instrumento de su obra.
 
Lectura del libro del Apocalipsis 3, 1-6. 14-22

Yo, Juan, oí al Señor que me decía:
Escribe al Angel de la Iglesia de Sardes: «El que posee los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas, afirma: "Conozco tus obras: aparentemente vives, pero en realidad estás muerto. Permanece alerta y reanima lo que todavía puedes rescatar de la muerte, porque veo que tu conducta no es perfecta delante de mi Dios. Recuerda cómo has recibido y escuchado la Palabra: consérvala fielmente y arrepiéntete. Porque si no vigilas, llegaré como un ladrón, y no sabrás a qué hora te sorprenderé.
Sin embargo, tienes todavía en Sardes algunas personas que no han manchado su ropa: ellas me acompañarán vestidas de blanco, porque lo han merecido. El vencedor recibirá una vestidura blanca, nunca borraré su nombre del Libro de la Vida y confesaré su nombre delante de mi Padre y de sus Angeles." El que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias.»
Escribe al Angel de la Iglesia de Laodicea: «El que es el Amén, el Testigo fiel y verídico, el Principio de las obras de Dios, afirma: "Conozco tus obras: no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Por eso, porque eres tibio, te vomitaré de mi boca.
Tú andas diciendo: Soy rico, estoy lleno de bienes y no me falta nada. Y no sabes que eres desdichado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo. Por eso, te aconsejo: cómprame oro purificado en el fuego para enriquecerte, vestidos blancos para revestirte y cubrir tu vergonzosa desnudez, y un colirio para ungir tus ojos y recobrar la vista. Yo corrijo y reprendo a los que amo. ¡Reanima tu fervor y arrepiéntete!
Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos. Al vencedor lo haré sentar conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono."
El que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias.»

Palabra de Dios.


SALMO Sal 14, 2-3b. 3c-4b. 5 (R.: Apoc 3, 21)

R. Al vencedor, lo haré sentar conmigo en mi trono.

El que procede rectamente
y practica la justicia;
el que dice la verdad de corazón
y no calumnia con su lengua. R.

El que no hace mal a su prójimo
ni agravia a su vecino,
el que no estima a quien Dios reprueba
y honra a los que temen al Señor. R.

El que no presta su dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que procede así, nunca vacilará. R.


X Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 1-10

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era el jefe de los publicanos. El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Se ha ido a alojar en casa de un pecador.» Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: «Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más.»Y Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»

Palabra del Señor.



Reflexión
No sólo los pobres son marginados, lo son también muchos ricos esclavizados por la riqueza y acosados por la conciencia.

Zaqueo era muy rico pero estaba marginado por la gente porque era cobrador de impuestos.

Esto lo hacía ser un pecador público en aquella pequeña ciudad de Jericó.

Además era muy bajo, por eso se sube a un árbol para ver a Jesús.

Jesús alza los ojos y se hace invitar, y Zaqueo lo recibe contento.

Jesús hoy también quiere encontrarse con nosotros, y alojarse en nuestro hogar, con nuestra familia.

Zaqueo da el primer paso, busca encontrarse con Jesús, y nosotros también tenemos necesidad de dar el primer paso. Entonces el Señor va a invitarse hoy a nuestras casas. Nosotros, igual que Zaqueo, tenemos que disponer todo para servirle.

Cuando alguien recibe en su casa a quien más quiere, lo recibe con alegría, como Zaqueo a Jesús. Por eso en nuestro hogar, debemos experimentar la alegría de recibir a Jesús

Pero Zaqueo nos prueba que no bastan los buenos deseos para convertirse de veras a Dios. Hay que tomar decisiones y ponerlas en práctica.

Zaqueo había robado y promete devolver cuadruplicado a los que ha perjudicado, y del resto de los bienes dar la mitad a los pobres.

Zaqueo ha dicho sí al llamado de Jesús y ha recibido la salvación. En Zaqueo, surge un hombre nuevo y surge la necesidad de reparar el mal que se ha hecho.

Jesús también alcanza su salvación a los ricos, que muchas veces como Zaqueo, viven esclavizados por la injusticia. Allí también se necesita la salvación de Dios y Jesús la ofrece.

Tal vez nos sintamos un poco envidiosos de Zaqueo. Pero nosotros podemos recibir a Jesús en nuestra casa, gozar de su compañía, recibir sus consejos.

Cristo viene a nosotros en la Sagrada Comunión y nosotros como Zaqueo tenemos que preparar nuestra casa para recibir bien al Señor.

Para preparar nuestra casa, recurramos frecuentemente a la oración, y a la lectura de la palabra de Dios, y por cierto, no desaprovechemos los sacramentos, que Cristo nos dejó para perfeccionar nuestra vida... para preparar adecuadamente nuestra alma para hospedarlo.



Estáte, Señor, conmigo
siempre, sin jamás partirte,
y cuando decidas irte,
llévame, Señor, contigo;
porque el pensar que te irás
me causa un terrible miedo
de si yo sin ti me quedo,
de si tú sin mí te vas.

Llévame, en tu compañía,
donde tú vayas, Jesús,
porque bien sé que eres tú
la vida del alma mía;
si tú vida no me das,
yo sé que vivir no puedo,
ni si yo sin ti me quedo,
ni si tú sin mí te vas.

Por eso, más que a la muerte
temo, Señor, tu partida,
y quiero perder la vida
mil veces más que perderte;
pues la inmortal que tú das,
sé que alcanzarla no puedo,
cuando yo sin ti me quedo,
cuanto tú sin mí te vas. Amén