Pablo, los protestantes y las obras

5 Diciembre 2003
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Decidme si san Agustín fue cristiano o anticristiano en su concepción de la fe y las obras. Si él fue cristiano, vosotros sois anticristianos; y si vosotros sois cristianos, él fue anticristiano.

Ahora bien, sostengo que la "Sola fides" es un nuevo dogma acuñado por el protestantismo, y como tal absolutamente falto de soporte escriturístico. Por eso Lutero tuvo que manipular su traducción de la Biblia y añadir un "allein" ( = "solamente") donde en el original no había *nada*, lo que dio lugar a insalvables aporías y contradicciones hermenéuticas.

Y conste que menciono a san Agustin (entre los incontables que defendieron lo mismo) porque sé que los protestantes lo tenéis en buena estima. Aunque sólo sea por aquello que le espetó Lutero a Erasmo en su escrito sobre el albedrío esclavo:

"¡Agustín es todo mío!"

Je...

Dulcicio.




SOBRE LO QUE DICE EL APÓSTOL SANTIAGO: "¿QUIERES ENTERARTE, ESTÚPIDO, DE QUE LA FE SIN OBRAS ES INÚTIL?"

Respuesta: 1. La objeción. Porque el apóstol Pablo, al predicar que el hombre se justifica por la fe sin obras (Cf. Rom 3,28), ha sido mal entendido por quienes han tomado la frase de manera que piensan que habiendo creído una vez en Cristo, aun cuando se obrase mal, y se viviese criminal y perversamente, pueden salvarse por la fe, el pasaje de esta carta expone el mismo sentido del apóstol Pablo, cómo debe ser entendido. Y por esto se sirve más del ejemplo de Abrahán para probar que la fe es inútil si no tiene buenas obras, porque igualmente el apóstol Pablo se sirvió del ejemplo de Abrahán para probar que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la Ley. De hecho, al recordar las obras buenas de Abrahán, que han acompañado su fe, hace ver suficientemente que el apóstol Pablo no quiere enseñar por medio de Abrahán que el hombre es justificado por la fe sin obras, como si cualquiera que haya tenido fe estuviese dispensado de hacer obras buenas, sino más bien que nadie piense que él ha llegado por los méritos de sus obras buenas anteriores a la gracia de la justificación que está en la fe. Precisamente en esto pretendían los judíos ser superiores a los gentiles creyentes en Cristo, porque decían que ellos habían llegado a la gracia del Evangelio por los méritos de las obras buenas que hay en la Ley; y, por eso, muchos que de ellos hubiesen creído, se escandalizaban de que la gracia de Cristo fuera dada a los gentiles incircuncisos. Ved por qué el Apóstol Pablo dice que el hombre sin las obras, pero las anteriores, puede ser justificado por la fe.

En verdad, el que ha sido justificado por la fe, ¿cómo puede obrar después sino en justicia, aunque, sin haber obrado antes nada en justicia, haya llegado a la justificación de la fe no por el mérito de las obras buenas, sino por la gracia de Dios, que no puede ser estéril en él cuando él ya está obrando el bien por el amor? Y si llegase a morir inmediatamente después de haber abrazado la fe, la justificación de la fe permanece en él, no por las obras buenas anteriores, porque él ha llegado a la justificación no por el mérito, sino por gracia; tampoco por las obras buenas siguientes, porque no se le permite vivir. Por tanto, es evidente lo que dice el apóstol Pablo: "Sostenemos que el hombre es justificado por la fe sin las obras", no en el sentido de que llamemos justo a aquel que ha vivido después de haber recibido la fe, aunque haya vivido en pecado.

Así pues, tanto el apóstol Pablo se sirve del ejemplo de Abrahán, porque él ha sido justificado por la fe sin las obras de la Ley que él no había recibido, como Santiago, porque demuestra que las obras buenas habían acompañado a la fe del mismo Abrahán, haciendo ver de qué modo hay que entender lo que el apóstol Pablo ha predicado.

2. La respuesta. En efecto, quienes opinan que esta tesis de Santiago es contraria a la otra del apóstol Pablo pueden pensar también que el mismo Pablo se contradice a sí mismo, porque dice en otro pasaje: "Porque no basta escuchar la ley para estar a bien con Dios, hay que practicar la ley para ser justificados". Y en otro lugar: "sino la fe que obra por el amor". Y de nuevo: "Si vivís según la carne, vais a la muerte; y al contrario, si con el espíritu dais muerte a las obras de la carne, viviréis". Y cuáles son las obras de la carne a que hay que dar muerte con las obras del espíritu, lo declara en otro pasaje, cuando dice: "Las obras de la carne son manifiestas: las fornicaciones, las inmoralidades, el libertinaje, la idolatría, los maleficios, las enemistades, las discordias, las rivalidades, las disputas, los egoísmos, los partidismos, las envidias, las borracheras, las orgías, y cosas por el estilo. Y os prevengo, como ya os previne, que los que obran tales cosas no poseerán el reino de Dios".

También dice a los Corintios: "No os llaméis a engaño: los inmorales, idólatras, adúlteros, invertidos, sodomitas, ladrones, avaros, borrachos, difamadores y estafadores no poseerán el reino de Dios. Eso erais algunos antes; pero estáis lavados, pero estáis santificados, pero estáis justificados en nombre de nuestro Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios". Con estas sentencias enseña clarísimamente que ésos no han llegado a la justificación de la fe por las obras buenas pasadas ni se les ha dado esa gracia por sus méritos, cuando afirma "eso erais algunos antes", sino que cuando dice: "los que obran tales cosas no poseerán el reino de Dios", deja bien claro que desde que han abrazado la fe deben producir obras buenas. Lo cual afirma también Santiago, y el mismo apóstol Pablo insiste en multitud de pasajes abundante y formalmente que todos los que han recibido la fe en Cristo deben vivir correctamente para evitar los castigos. Que es también lo que el mismo Señor recuerda, diciendo: "No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése entrará en el reino de los cielos". Y en otra parte: "¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que os digo?" Y: "Todo el que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, se parecerá a un hombre prudente que edificó su casa sobre roca", etc. "Y el que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parecerá a un hombre necio, que edificó su casa sobre arena", etc.

En resumen: No hay contradicción en las afirmaciones de los dos apóstoles, Pablo y Santiago, cuando el uno dice que el hombre es justificado por la fe sin obras y el otro afirma que es inútil la fe sin obras, porque el primero habla de las obras que preceden a la fe, y el segundo de las obras que siguen a la fe, como también el mismo Pablo enseña en muchos lugares.

San Agustín. Ochenta y tres cuestiones diversas.
 
San Clemente, afirmaba en su epístola a los Corintios, que la salvación es por la fe, no por las buenas obras:


Luego, tampoco nosotros, que fuimos por su voluntad llamados en Jesucristo, nos justificamos por nuestros propios méritos, ni por nuestra sabiduría, inteligencia y piedad, o por las obras que hacemos en santidad de corazón, sino por la fe, por la que Dios omnipotente justificó a todos desde el principio. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén

Carta Primera de San Clemente, XXXII-4

"Padres apostólicos" Edición bilingüe completa. Daniel Ruiz Bueno. B.A.C. (Pg 207)
 
Oh, sí

Trento también dice que el hombre se justifica por la fe.


En eso estamos de acuerdo :)
 
Originalmente enviado por: Cruzado
Oh, sí

Trento también dice que el hombre se justifica por la fe.


En eso estamos de acuerdo :)





Dice el Catecismo Nro. 55 “Esta revelación no fue interrumpida por el pecado de nuestros primeros padres. Dios, en efecto, "después de su caída alentó en ellos la esperanza de la salvación con la promesa de la redención, y tuvo incesante cuidado del género humano, para dar la vida eterna a todos los que buscan la salvación con la perseverancia en las buenas obras" (DV 3).”

Dice el catecismo 1821: “Podemos, por tanto, esperar la gloria del cielo prometida por Dios a los que le aman (cf Rm 8,28-30) y hacen su voluntad (cf Mt 7,21). En toda circunstancia, cada uno debe esperar, con la gracia de Dios, "perseverar hasta el fin" (cf Mt 10,22; cf Cc de Trento: DS 1541) y obtener el gozo del cielo, como eterna recompensa de Dios por las obras buenas realizadas con la gracia de Cristo.”

Dice el Catecismo 2016: “Los hijos de nuestra madre la Santa Iglesia esperan justamente la gracia de la perseverancia final y de la recompensa de Dios, su Padre, por las obras buenas realizadas con su gracia en comunión con Jesús (cf Cc. de Trento: DS 1576).”


Roma usa un doble lenguaje fe y obras, obras y fe....sin embargo hace énfasis en las buenas obras, de tal modo que el católico de a pie, cree que se salvará por sus buenas obras, no por la fe en Jesucristo que le regenerará y generará en el esas buenas obras.
 
la fe

la fe

la fe sin obras esta muerta.
fe: es la expectativa segura de cosas esperadas, la demostracion evidente de realidades aunque no se contemplen. la fe verdadera no es credulidad, es decir, el estar prestos en creer en algo sin que haya pruba solida o sencillamente porque uno quiera que asi sea. la fe genuina requiere que se tenga conocimiento basico o fundamental, que se conozcan los hechos y que se muestre aprecio sincero, del corazon, por lo que los hechos indican. asi aunque es posible tener verdadera fe sin conocimiento exacto, la biblia dice que es de corazon con lo que se ejerce fe. Romanos 10.10,17
ademas la fe se fortalece cuando la persona obra en armonia con las promesas de dios y entonces ve prueba de la bendicion de dios sobre lo que ha hecho.se requiere tiempo.
 
¿Qué es la GRACIA según Roma y según la Reforma?



ROMA dice:
La gracia es algo EN el hombre, es decir, sobrenatural por lo que el hombre es hecho hijo de Dios. Y al ser hecho hijo de Dios recibe el perdón de los pecados y la vida eterna:

De esta manera de ver lo que es la gracia, Roma saca las siguientes conclusiones:

1. Por esta divinización de la naturaleza humana el hombre perdonado puede por sus buenas obras merecer realmente algo ante Dios, entre otras cosas el cielo. Se le llama a esto mérito "ex condigno" (esto es: por equivalencia). Ya que Padre e hijo tiene la misma naturaleza.

2. Por eso los santos pueden adquirir méritos "excedentes". Esos son méritos que ellos ya no necesitan para el perdón de los pecados (antes de eso ya han hecho bastante penitencia) y los pueden emplear a favor de otros. La doctrina de las indulgencias se fundamenta en esto. "La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados" (Cat. I.C., 1471). Si uno al morir no ha pagado en esta vida esas penas, lo tendrá que hacer en el purgatorio. Son como una especie de cheque que estaría avalados por lo méritos de Cristo, y en especial por los de la Virgen María y los santos. La iglesia católica lo llama "tesoro de la iglesia", la cual interviene a favor de los cristianos y les abre ese tesoro.

3. Porque la gracia en algo EN el hombre, se puede también distinguir entre el perdón de la culpa del pecado y la remisión de la pena temporal. En el momento de morir una persona en estado de gracia todas las penas eternas le han sido perdonadas, pero puede ser que tenga que pagar en el purgatorio parte o toda la pena temporal.

4. Porque la gracia es algo EN el hombre, puede perderse, cuando se comete un pecado mortal. Es la trasgresión de un mandamiento de Dios, con total conocimiento y plena libertad. La gracia se puede recuperar por el sacramento de la confesión.

5. Porque la gracia es algo EN el hombre, puede también ese "algo" ser administrado por otros hombres, los sacerdotes. Eso sucede con los sacramentos, que según Roma no sólo representan la gracia, sino que la dan ex opere operato (es decir: en virtud de la propia acción de lo que representan).


LA REFORMA dice:
La gracia es en primer lugar algo EN Dios, es decir Su benevolencia que Él ha hecho realidad en la justicia meritoria de Cristo, que Él concede a los que creen en Él.

De esto se deduce:

1. La gracia está anclada fuera de nosotros, es decir, en la benevolencia de Dios, que ha tomado forma en Jesucristo. En pocas palabras también se puede decir: La gracia es "la bondad de Dios y Su amor para con los hombres" que se manifestó en nuestro Salvador Jesucristo (Tito 3:4). E incluso se puede decir con menos palabras: la gracia es "Jesucristo para nosotros".

2. Esa bondad de Dios nos toca a nosotros en parte: a/ solamente en virtud de la promesa de Dios. Y esa promesa dice: En todo el que cree en Cristo, tengo Yo la misma complacencia que en Mi Hijo (Mt. 3.17).; b/ solamente en virtud de la fe en Cristo (luego de ninguna manera en virtud de obra meritoria alguna del hombre); c/ solo a través de la imputación (Rom. 4:5). Esta imputación es formulada por Pablo con el verbo "logizomai", un término que procede de la jurisprudencia. El Juez eterno declara que un pecador no es condenado, sino que le es imputada la justicia de Cristo, solo en virtud de su fe en Cristo. Además se debe hacer notar que tampoco esa fe se debe considerar como un acto meritorio. La fe es como una especie de canal por donde afluye en masa la benevolencia de Dios hacia nosotros.

3. Puesto que esa benevolencia de Dios está FUERA de nosotros segura en Jesucristo, esa gracia no la podemos perder.

4. Esta benevolencia de Dios realmente realiza algo EN nosotros. En ese sentido no es, pues, sólo una imputación desde fuera. Sabemos que no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos (1 Juan 3:1,2). "Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor" (Ef. 5:8). "Si alguno está en Cristo, nueva criatura es" (2 Cor. 5:17). "El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado" (Rom.5:5).

5. ¿Cuál es la realidad de la gracia en nosotros?: Confiar absolutamente en Cristo y por Él en su Padre. De ese confiar surge el amor (Gal. 5:6). Según la Reforma, la gracia es en primer lugar el restablecimiento de una relación con Dios (según Roma la gracia es un nuevo (sobrenatural) ser, una nueva cualidad, en el hombre.

6. En la Palabra está la Vida (Juan 1:4). Lo primero de todo en la Palabra hecha carne. Pero el Verbo hecho carne se da a conocer en la Palabra escrita (Juan 1;18). Los sacramentos sólo son expresiones y subrayados divinos de la Palabra. Ellos no conceden la vida, porque la vida está sólo en la Palabra.

7. Los eclesiásticos son sólo servidores de la Palabra. No son transmisores de la Vida por medio de los sacramentos, ellos solamente los pueden administrar.

¿Cómo eres justo ante Dios?
"Por la sola verdadera fe en Jesucristo, de tal suerte que, aunque mi conciencia me acuse de haber pecado gravemente contra todos los mandamientos de Dios, no habiendo guardado jamás ninguno de ellos, y estando siempre inclinado a todo mal, sin merecimiento alguno mío, sólo por Su GRACIA, Dios me imputa y da la perfecta satisfacción, justicia y santidad de Cristo como si no hubiera yo tenido, ni cometido algún pecado, antes bien como si yo mismo hubiera cumplido aquella obediencia que Cristo cumplió por mí, con tal que yo abrace estas gracias y bendiciones con verdadera fe". (Catecismo de Heidelberg, Dom. 23).

H.J. Hegger

http://www.epos.nl/ecr/
 
Carta a los Efesios


"Y (Él os dio vida a vosotros), cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo... todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos..." (v. 1,2,3).

El apóstol quiere hacer plenamente conscientes a los efesios de la situación en la que se encontraban sin Cristo. El veredicto no puede ser más desconsolador: el que no tiene a Cristo está muerto en "delitos y pecados". Está muerto espiritualmente para toda relación con Dios. Por mucho que el hombre haga para tener vida espiritual por sí mismo, es un imposible, porque está muerto. Necesita al Autor de la Vida para que le dé vida y pueda vivir. El andar en "delitos y pecados" es una prueba fehaciente de la muerte que reina en ese caminante. Cuando uno se lanza a la corriente de este mundo es uno de tantos muertos que arrastra esa corriente como hojas secas que han caído bajo el soplo tentador del príncipe de la potestad del aire, el diablo.
Pero no olvidemos que todos nosotros vivimos también, mejor dicho, estábamos muertos en los deseos de nuestra carne. Nada podíamos hacer para salir de esa situación de muerte. Sólo Aquel, que da la vida, lo podía hacer. Y nada había en nosotros para que Él tuviera una razón para sacarnos de esa muerte. Antes al contrario, sólo merecíamos esa muerte.

"Pero Dios, que es rico en misericordia, por Su gran amor con que nos amó, aún estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracias sois salvos)" (v. 4,5).

Sólo Dios, que es AMOR, pudo hacer tal demostración infinita de amor hacia los muertos pecadores. "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a Su Hijo en propiciación por nuestros pecados" (1 Juan 4:10). La medida del amor, que Dios nos tiene, es Su propio Hijo. Por eso el pecado más grande que un hombre puede cometer es despreciar el amor de Dios en Su Hijo. Y tampoco, es un pecado menor, pensar que uno puede merecer ese AMOR.
¿Qué podías merecer tú, si estás, o estabas "muerto en pecados"? Pero no te engañes, ni te dejes engañar por otros, porque Dios no te da vida por medio de ningún medio o método humano, sino sólo nos da vida juntamente con Cristo. Tratar de comprender con nuestra mente humana esta obra de las infinitas riquezas de la gracia de Dios es algo de lo que sólo nos puede convencer el Espíritu. Pero no es menos cierto que Dios nos da a nosotros Su Hijo, y al mismo tiempo a nosotros nos da a Él.
Estos versos resaltan el estado de muerte que se encuentra todo hombre sin Cristo, pero sobre todo, lo que nos dejan ver es, el infinito amor de Dios, sin que nosotros mereciéramos ni una brizna de ese amor infinito, antes bien, éramos merecedores de muerte eterna.
Muchos desoyendo lo que nos certifica la Palabra de Dios: estado de "muerte en delitos y pecados", pretenden guiados por su propia opinión presentarse como vivos estando muertos, haciendo la voluntad de su carne y de sus pensamientos; presentan como certificado de garantía los sacrificios de su carne y la mortificación de sus pensamientos según sus normas religiosas; todo eso sólo es vanidad de vanidades y todo vanidad. Ya que todo eso ni merece la vida ni da la vida juntamente con Cristo. Antes bien, estás despreciando el amor infinito de Dios en Su Hijo: el Autor de la Vida.
Es un cambio esencial el que se produce en el pecador "muerto en delitos y pecados", cuando Dios le da la vida juntamente con Cristo. La causa de ese cambio esencial de muerte a vida es el "gran amor con que Dios nos amó". Está fuera de lugar, pues, pensar que algo digno puede hacer el hombre muerto en "delitos y pecados". Los muertos no hacen obras de vida, solo los vivos en Cristo andan en las buenas obras, que Dios les preparó en Cristo. Si alguien aún está pensando que él mismo puede aportar algo a su salvación, el apóstol Pablo le grita: ¡Por gracia sois salvos! Sólo el gran amor de Dios en Cristo nos salvó y nos salva. Si buscas otros caminos o medios para salvarte, estás despreciando el gran amor de Dios en Cristo. ¿Y piensas, entonces, que Dios se va agradar en ti? No solo estás negando Su amor, sino también desprecias todas las bendiciones espirituales, que te ofrece Dios en Cristo.

"Y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús" (v. 6,7).

Con Cristo y en Cristo se realiza toda la obra de Dios en nosotros. Y tan cierto como nos dio vida juntamente con Cristo, cuando estábamos muertos "en delitos y pecados", no es menos cierto que también nos resucitó con Él, así como Cristo mismo resucitó de los muertos, y ese mismo poder de Dios que actuó en Cristo actúa en nosotros, los que creemos. Y tenemos una esperanza viva mientras vivimos por la fe en esta carne, hasta el tiempo de adquirir la herencia reservada en los cielos para nosotros, que somos guardados por el poder de Dios mediante la fe (1 Pedro 1:3-5).
Todo esto nos muestra que nuestra redención, resurrección y herencia en los cielos es obra de Dios para gloria de Dios, y nunca es obra de hombre ni merecimiento alguno del hombre.
El hecho de que Dios nos identifique con Cristo en Su muerte, en Su resurrección y en Su glorificación hace que Cristo mismo sea la Gracia soberana de Dios para nosotros y en nosotros. Este es el camino que Jesús recorrió para volvernos al Padre y al mismo tiempo regresar Él mismo al Padre. Y nadie viene al Padre, si no es por este Camino. Pues el mismo Jesús nos lo recuerda: "Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene al Padre, sino por Mí" (Juan 14:6).
A veces se oye a gente que habla con profunda religiosidad de la muerte y resurrección de Cristo, y a renglón seguido se pregunta: ¿cómo podremos conocer el camino para ir al Padre? Esta pregunta encierra una cierta contradicción, pues esa muerte y resurrección de Cristo es el camino conocido para ir al Padre. Pero este Camino no se transita con la religiosidad, sino con la confianza y la seguridad de la fe de Cristo.
Hay personas que no dudan de la resurrección de Cristo, pero si le dices que él mismo resucitará, entonces tienen sus dudas. Aquí también hay una seria contradicción, porque si dudas que tú en Cristo un día resucitarás semejante al cuerpo de la gloria suya, tampoco crees que Cristo ha resucitado.
La obra, que Dios hace en nosotros por Cristo y en Cristo, no es para que mostremos nuestra bondad, sino "la bondad de Dios para con nosotros en Cristo Jesús". Pues Cristo mismo es la manifestación de las "abundantes riquezas de Su gracia" para con nosotros.
Su muerte es la muerte de nuestro viejo hombre, que fue crucificado juntamente con Él, para que no seamos más esclavos del pecado. Porque si has muerto al pecado en la muerte de Cristo, no tiene explicación alguna que sirvas al pecado en tu carne, a menos que no creas que Cristo ha muerto por ti.
Su resurrección es la garantía de que ha vencido a la muerte y al pecado, una vez por todas, para que como Él vive nosotros también vivamos para Dios en espíritu y verdad.
Sin olvidar que Dios nos acepta sólo, y siempre, en Su Amado Hijo, y nunca por nuestra propia piedad o virtud. ¿Por qué?

"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (v. 8,9).

Estos versos son la conclusión de todo lo que en los versos anteriores se ha venido exponiendo. La gracia de esta salvación es Cristo mismo y la fe es el medio por el cual recibimos la gracia de la salvación: Cristo Jesús. Nada podíamos hacer nosotros, cuando estábamos "muertos en delitos y pecados", para poder merecer esta gracia infinita de Dios. Sólo lo podemos aceptar como un regalo inmenso y eterno del gran amor de Dios.
"No por obras", porque entonces la gracia ya no es gracia como se nos advierte en el verso que comentamos; porque "al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda" (Romanos 4:4; 11:6). Muchos se olvidan del significado de las palabras gracia y obras, y sobre todo del estado de muerte en el cual el hombre se encuentra sin Cristo; y en ese estado ningún hombre puede merecer nada de la obra salvadora de Cristo ni del gran amor del Padre.
En los versos anteriores se nos presentaba la situación catastrófica en que nos encontrábamos, hasta que Dios quiso intervenir en nuestro estado de muerte para darnos vida con Cristo Jesús. Muchos, parece como si quisieran alcanzar esa vida por sí mismos, olvidando que esa vida sin Cristo no existe. Pero por otra parte es un gran don (regalo) de Dios que esa vida nos la quiera dar "juntamente con Cristo, para que vivamos por Él". Es una vida en una relación personal y permanente con Su Hijo. Pues, fiel es Dios que nos llamó a la comunión con Su Hijo Jesucristo (1 Cor. 1:9).

"Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas" (v.10).

Sólo aquellos, que por la fe en Jesús han nacido de nuevo, andan en las buenas obras que Dios preparó de antemano. Esas obras no son un producto del hombre, sino un fruto del Espíritu que mora en ellos, para que Cristo sea glorificado en ellos. El que ha nacido de nuevo es hechura de Dios, no un producto de la religión que profesa. La religión te obliga a hacer "buenas obras" según sus propias normas para alcanzar las metas que ella misma te propone. Pero Dios te crea en Cristo Jesús para buenas obras, para que seas hecho conforme a la imagen de Su Hijo (Rom. 8:29).

No te acerques a Dios con las obras tu religión, acércate con corazón sincero, en plena certidumbre de fe por el camino nuevo y vivo que Jesús te abrió a través de Su muerte y de Su resurrección (Hebr. 10:20).

Fco. Rodríguez

http://www.epos.nl/ecr/
 
¡¡ La biblia de Jerusalen (católica) reafirma el Sola Fide !!


16 conscientes de que el hombre no se justifica por las obras de la ley sino sólo por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús a fin de conseguir la justificación por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley, pues por las obras de la ley = nadie será justificado. = (Gálatas 2:16)
 
Me complaceria que nos dieses tu opinión a estas afirmaciones de Pablo, Dulcicio. (En este foro tampoco se tolera el uso de diversos niks)
Rom. 7:18-24. "Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
 
^_^U


A eso lo llamo caer bajo el peso de un ladrillazo de texto...


¿No se puede tener una conversación agradable sin que le suelten respuestas kilométricas? (que no digo que estén mal, que es una buena respuesta)


Sigo un pelín asustado con la gente de aquí y las tracas que se tiran entre sí, así que mejor no me meto de momento en más follones y les dejo que discutan solos...


:tiembla: :(