Otro Jesús, otra iglesia
Desde el Concilio Vaticano II sobre todo, la cuestión de la reforma de la iglesia nunca debería estar fuera del plan del día, como quien dice, de la propia institución, no solo porque lo necesita al estar desfasada y envejecida, sino porque, si vamos a las fuentes y a las raíces bíblicas, Jesús no fundo siquiera una iglesia y, desde luego, la iglesia clerical no tiene nada que ver con Jesús. Él mismo no fue sacerdote, porque no quiso y no quiso porque estaba convencido de la labor de los sacerdotes de su tiempo y de su religión (hoy sucedería algo parecido), y por eso más de una vez les ataco duramente. El rechazó reciamente el culto y las prácticas sacrificiales del Templo, y a sus sacerdotes. Por eso el no instituyo ministerios sacerdotales o clericales.
De ahí que haya que superar de una vez los dos estamentos básicos o las dos clases establecidas en la iglesia católica y clerical: clérigos y laicos, donde unos mandan en todo y los otros en nada, donde unos gobiernan y otros obedecen órdenes. Y si algo hacen es “rezar y pagar”, donde además las mujeres son rudamente discriminadas, donde impera la monarquía absoluta del Papa. Es hora de que ese sistema establecido cambie a favor de una institución universalmente (católicamente, que lo abarca todo y a todos) fraterna, donde todos los miembros de la iglesia, hombres y mujeres, tengan los mismos derechos y deberes, como hijos que son todos de Dios y seguidores de Jesucristo.
Como ya dije, Jesús más bien no fundo iglesia alguna, aun cuando pusiera en marcha un movimiento que podía llegar a ser iglesia, como así fue, con el paso del tiempo. Pero la iglesia clerical propiamente va surgiendo a partir de los siglos II y III. Desde entonces y sobre todo a partir del emperador Constantino siglo (VI), los laicos han ido siempre a menos y los clérigos a más hasta adueñarse de una iglesia que no es suya, que es parcialmente del “pueblo” por ser el “pueblo de Dios”. Es, pues, urgente una revisión y una nueva constitución o nuevas estructuras en la iglesia católica, que sean más acordes con las intenciones y con el mensaje evangélico de Jesús.
A lo largo de los siglos la iglesia católica se ha atado a cadenas que la impiden moverse y ha ideado teorías que no tienen base bíblica.
Jesús era religioso, pero más que nada en el sentido profundamente espiritual y, como doy a entender, de la religión tenía sus dudas y probablemente malas experiencias, como podría suceder hoy.
No hay duda de que la iglesia católica podría hoy permitir que un “laico” presidiera la celebración dada la terrible falta de curas, pero no quiere y se obstina en no querer. Teme por si misma, por sus puestos, aun cuando las necesidades pastorales de los fieles no se cubran, siendo así que “cura animarum est suprema lex” (canónicamente la pastoral es ley suprema). Claro, antes de que esto ocurra y en la iglesia católica se abran las puertas a los laicos, ella tendrá que cambiar de actitudes, de mentalidades y de conciencia, que es lo que radicalmente esta pidiendo el evangelio. Pero ella no parece estar por la labor y además se opone. Injusta e ilegítimamente, por encima del evangelio. Eso será su ruina.
Desde el Concilio Vaticano II sobre todo, la cuestión de la reforma de la iglesia nunca debería estar fuera del plan del día, como quien dice, de la propia institución, no solo porque lo necesita al estar desfasada y envejecida, sino porque, si vamos a las fuentes y a las raíces bíblicas, Jesús no fundo siquiera una iglesia y, desde luego, la iglesia clerical no tiene nada que ver con Jesús. Él mismo no fue sacerdote, porque no quiso y no quiso porque estaba convencido de la labor de los sacerdotes de su tiempo y de su religión (hoy sucedería algo parecido), y por eso más de una vez les ataco duramente. El rechazó reciamente el culto y las prácticas sacrificiales del Templo, y a sus sacerdotes. Por eso el no instituyo ministerios sacerdotales o clericales.
De ahí que haya que superar de una vez los dos estamentos básicos o las dos clases establecidas en la iglesia católica y clerical: clérigos y laicos, donde unos mandan en todo y los otros en nada, donde unos gobiernan y otros obedecen órdenes. Y si algo hacen es “rezar y pagar”, donde además las mujeres son rudamente discriminadas, donde impera la monarquía absoluta del Papa. Es hora de que ese sistema establecido cambie a favor de una institución universalmente (católicamente, que lo abarca todo y a todos) fraterna, donde todos los miembros de la iglesia, hombres y mujeres, tengan los mismos derechos y deberes, como hijos que son todos de Dios y seguidores de Jesucristo.
Como ya dije, Jesús más bien no fundo iglesia alguna, aun cuando pusiera en marcha un movimiento que podía llegar a ser iglesia, como así fue, con el paso del tiempo. Pero la iglesia clerical propiamente va surgiendo a partir de los siglos II y III. Desde entonces y sobre todo a partir del emperador Constantino siglo (VI), los laicos han ido siempre a menos y los clérigos a más hasta adueñarse de una iglesia que no es suya, que es parcialmente del “pueblo” por ser el “pueblo de Dios”. Es, pues, urgente una revisión y una nueva constitución o nuevas estructuras en la iglesia católica, que sean más acordes con las intenciones y con el mensaje evangélico de Jesús.
A lo largo de los siglos la iglesia católica se ha atado a cadenas que la impiden moverse y ha ideado teorías que no tienen base bíblica.
Jesús era religioso, pero más que nada en el sentido profundamente espiritual y, como doy a entender, de la religión tenía sus dudas y probablemente malas experiencias, como podría suceder hoy.
No hay duda de que la iglesia católica podría hoy permitir que un “laico” presidiera la celebración dada la terrible falta de curas, pero no quiere y se obstina en no querer. Teme por si misma, por sus puestos, aun cuando las necesidades pastorales de los fieles no se cubran, siendo así que “cura animarum est suprema lex” (canónicamente la pastoral es ley suprema). Claro, antes de que esto ocurra y en la iglesia católica se abran las puertas a los laicos, ella tendrá que cambiar de actitudes, de mentalidades y de conciencia, que es lo que radicalmente esta pidiendo el evangelio. Pero ella no parece estar por la labor y además se opone. Injusta e ilegítimamente, por encima del evangelio. Eso será su ruina.