"Pero vosotros…
orando en el Espíritu Santo,
conservaos en el amor de Dios,
esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna".
Judas 20-21.
¿"No sabéis que sois templo de Dios,
y que el Espíritu de Dios mora en vosotros"?
1 Corintios 3:16.
Orar en el Espíritu Santo
Prestemos atención: no se trata de orar «al Espíritu Santo», como si tuviésemos que dirigirnos a Él. Debemos orar en él, es decir, en el poder y bajo la dirección del Espíritu de Dios que mora en nosotros, ya que lo recibimos cuando aceptamos al Señor Jesús como nuestro Salvador, al haber nacido de nuevo (Juan 3:5-8; Efesios 1:13).
Nuestras oraciones deben ser en el Espíritu, es decir, debemos ser conducidos por el Espíritu, para orar según la voluntad de Dios. “El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles” (Romanos 8:26). Las oraciones que son conducidas por el Espíritu Santo son serias y se ajustan al pensamiento divino; por eso Dios puede escucharlas y responder.
Por la oración expresamos nuestra sumisión a Dios. Somos completamente dependientes de él. No lo olvidemos cuando nos dirigimos a Dios. Debemos, pues, comportarnos como hijos de Dios.
Dios los Bendiga
Amada
orando en el Espíritu Santo,
conservaos en el amor de Dios,
esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna".
Judas 20-21.
¿"No sabéis que sois templo de Dios,
y que el Espíritu de Dios mora en vosotros"?
1 Corintios 3:16.
Orar en el Espíritu Santo
Prestemos atención: no se trata de orar «al Espíritu Santo», como si tuviésemos que dirigirnos a Él. Debemos orar en él, es decir, en el poder y bajo la dirección del Espíritu de Dios que mora en nosotros, ya que lo recibimos cuando aceptamos al Señor Jesús como nuestro Salvador, al haber nacido de nuevo (Juan 3:5-8; Efesios 1:13).
Nuestras oraciones deben ser en el Espíritu, es decir, debemos ser conducidos por el Espíritu, para orar según la voluntad de Dios. “El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles” (Romanos 8:26). Las oraciones que son conducidas por el Espíritu Santo son serias y se ajustan al pensamiento divino; por eso Dios puede escucharlas y responder.
Por la oración expresamos nuestra sumisión a Dios. Somos completamente dependientes de él. No lo olvidemos cuando nos dirigimos a Dios. Debemos, pues, comportarnos como hijos de Dios.
Dios los Bendiga
Amada