Oración ahora más que nunca

20 Febrero 2006
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Oración ahora más que nunca

Necesitamos urgentemente recuperar la oración. No porque estemos ya cansados de luchas y vayamos a ceder nuestro propósito. Sino porque queremos luchar de otra manera: desde el evangelio y con el espíritu de Jesús. Para decirle al mundo que si luchamos no es porque hayamos cambiado al hombre por Cristo, sino porque amamos tanto al hombre que estamos persuadidos que no lo podremos alcanzar plenamente sino a través de Cristo. Y si es verdad que eso supondrá muchas veces enfrentamiento y contradicción, no es menos cierto que eso llevará consigo y exigirá, con el mismo derecho, oración, eucaristía y desierto.
Seguramente muchos cristianos no han caído en la cuenta de la significación que tiene la oración en la vida del creyente y, Más en concreto, en el testimonio y el compromiso que los creyentes tenemos que realizar en el mundo, precisamente en nuestro empeño de conseguir una sociedad más humana y más justa.
Cuando un hombre se aparta de los demás hombres, cuando deja sus ocupaciones y se entrega a la oración, en el fondo está expresando de la forma más elocuente, que lo importante en la vida no es lo que el hombre tiene, sino lo que el hombre es.
Decididamente, si el testimonio de los cristianos no es también el testimonio de oración, poco tiene que decir ese testimonio en este mundo. Es más, ¿no ha llegado ya la hora de decir a este mundo que el estilo nuestro es un estilo diferente, el estilo que procede de la plegaria y se expresa no solo en el compromiso sino además en la contemplación? He aquí porque he dicho oración ahora más que nunca. Ofrecer en este tiempo una alternativa real es decir con hechos que lo importante no está en tener, sino en ser. Y se trata de ser cristianos hasta la última fibra del ser.