¿Ora usted tal como enseñó Jesús? El Hijo de Dios no enseñaba como los escribas, quienes basaban su palabrería en doctrinas de seres humanos imperfectos; él hablaba “como persona que tiene autoridad”, pues sus enseñanzas provenían de Dios mismo (Juan 12:50). "También, sé que su mandamiento significa vida eterna. Por lo tanto, las cosas que hablo, así como el Padre me [las] ha dicho, así [las] hablo”. La oración es un rasgo esencial de la adoración verdadera, de modo que debemos orar con constancia. Ahora bien, debemos recordar lo que Jesús enseñó sobre la oración en el Sermón del Monte. Entre otras cosas, dijo: “Cuando oren, no deben ser como los hipócritas; porque a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de los caminos anchos para ser vistos de los hombres. En verdad les digo: Ellos ya disfrutan de su galardón completo” (Mat. 6:5).“Tú, sin embargo, cuando ores, entra en tu cuarto privado y, después de cerrar tu puerta, ora a tu Padre que está en lo secreto; entonces tu Padre que mira en secreto te lo pagará.” (Mat. 6:6.) La instrucción de Jesús de orar a solas en una habitación con la puerta cerrada no significa que no podamos orar en público. Más bien, su intención era explicar que no está bien orar para exhibirse o para buscar la admiración de los demás. Esto es algo que debemos recordar siempre que tengamos el honor de orar en público en representación de nuestros hermanos. Obedezcamos también la exhortación que pasó a dar Jesús. “Al orar, no digas las mismas cosas repetidas veces, así como la gente de las naciones, porque ellos se imaginan que por su uso de muchas palabras se harán oír.” (Mat. 6:7.) Jesús habla ahora de otro mal hábito: la repetición. Él no quiso decir que nunca pudiéramos repetir expresiones sinceras de agradecimiento o súplica, pues la noche antes de morir, él mismo oró vez tras vez en el jardín de Getsemaní “diciendo la misma palabra” (Mar. 14:32-39).