PRACTICANDO EL LIBRO DE LOS HECHOS
Semana 6 --- La elección de los siete diáconos
Martes --- Leer con oración: 1 Jn 2:20, 27; Mt 5:20; 23:23; Lc 11:42
"Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad" (2 Co 8:1-2)
OFRENDAR RIQUEZAS MATERIALES ES RECIBIR GRACIA
Como vimos ayer, la ley determinaba que el pueblo de Israel debía ofrendar los diezmos de todo lo que producían. Sin embargo, en el Nuevo Testamento, no hay ninguna palabra que determina cuánto debemos ofrendar, puesto que tenemos al Espíritu en nuestro interior y Su unción nos enseña respecto de todas las cosas (1 Jn 2:20, 27).
En los Evangelios el Señor Jesús nos dice: “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 5:20). Los fariseos también daban el diezmo (cfr. Mt 23:23; Lc 11:42; 18:11-12), pero nuestra justicia debe exceder a la de los fariseos. En la vida de la iglesia, no hay ninguna ley u ordenanza que determine cuánto debemos ofrendar, pero, cuando vemos el registro de este asunto en el Antiguo Testamento, vemos que debemos ofrendar por lo menos el diezmo. Esto no es una enseñanza u ordenanza, sino, es para que podamos exceder la justicia de los fariseos, y si somos fieles a la palabra de Dios, y practicamos esto, ciertamente el Señor nos bendecirá.
Ofrendar no es perder, sino recibir, y todos los que ofrendan tienen esa experiencia. En nuestra mente natural, podemos pensar: “Ahora que ofrendé, tengo menos”. En realidad, no es así, pues Dios nos da más. Cuando la iglesia tiene necesidades especiales, los hermanos son despertados en su interior y, además de la ofrenda que generalmente hacen, también suplen las otras necesidades. Ciertamente, el suministro para cumplir ese voto no viene de nosotros; es Dios quien nos da, siendo que nada es forzado; por el contrario, debe ser voluntario conforme a lo que el Espíritu nos orienta. Regularmente nosotros ofrendamos, pero, si hay otras necesidades en la iglesia, y tenemos el sentir del Espíritu para ofrendar más, debemos hacerlo. Si no lo hacemos, Dios no nos forzará, pero si ofrendamos, el Señor nos recompensará. ¡Alabado sea el Señor!
Segunda Corintios 8:1-2 nos muestra que ofrendar riquezas materiales es recibir gracia. Ofrendar regularmente es un don; sin embargo, cuando ofrendamos además de las ofrendas regulares, ejercemos el don, y la gracia nos viene a suplir. Cuanto más ofrendamos, más gracia recibimos; cuanta más gracia recibimos, más perfeccionados somos. Con ese constante suministro de gracia, el don se torna en ministerio. Hay varios ministerios para la edificación de la iglesia, como el de la palabra, el de servicio y también el de ofrendas de riquezas materiales.
Aquellos que, además del don de ofrendar regularmente ofrendan para todas las necesidades de la iglesia, reciben gracia y más gracia, de manera que el don en ellos llega a ser un ministerio. Hay hermanos que son ministros de riquezas materiales, y por ejercitar el don de ofrendar riquezas materiales reciben más gracia, a tal punto de desarrollar el don en ministerio. Tales hermanos no necesariamente tienen mucho dinero; ellos tienen el encargo. Tal vez ellos no tengan tantos recursos, pero comparten el encargo con otros hermanos que los consiguen. Posiblemente, por esto hay iglesias o regiones que tienen un grupo de hermanos con ese ministerio.
En cuanto al asunto de nuestra actitud acerca de las ofrendas de riquezas materiales, ya hemos hablado lo suficiente.
Punto Clave: Ofrendar no es perder, sino recibir
Pregunta: ¿Cómo transformar el don de ofrendar en un ministerio?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: Editora “Árvore da Vida”
¡Jesús es el Señor!
Semana 6 --- La elección de los siete diáconos
Martes --- Leer con oración: 1 Jn 2:20, 27; Mt 5:20; 23:23; Lc 11:42
"Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad" (2 Co 8:1-2)
OFRENDAR RIQUEZAS MATERIALES ES RECIBIR GRACIA
Como vimos ayer, la ley determinaba que el pueblo de Israel debía ofrendar los diezmos de todo lo que producían. Sin embargo, en el Nuevo Testamento, no hay ninguna palabra que determina cuánto debemos ofrendar, puesto que tenemos al Espíritu en nuestro interior y Su unción nos enseña respecto de todas las cosas (1 Jn 2:20, 27).
En los Evangelios el Señor Jesús nos dice: “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 5:20). Los fariseos también daban el diezmo (cfr. Mt 23:23; Lc 11:42; 18:11-12), pero nuestra justicia debe exceder a la de los fariseos. En la vida de la iglesia, no hay ninguna ley u ordenanza que determine cuánto debemos ofrendar, pero, cuando vemos el registro de este asunto en el Antiguo Testamento, vemos que debemos ofrendar por lo menos el diezmo. Esto no es una enseñanza u ordenanza, sino, es para que podamos exceder la justicia de los fariseos, y si somos fieles a la palabra de Dios, y practicamos esto, ciertamente el Señor nos bendecirá.
Ofrendar no es perder, sino recibir, y todos los que ofrendan tienen esa experiencia. En nuestra mente natural, podemos pensar: “Ahora que ofrendé, tengo menos”. En realidad, no es así, pues Dios nos da más. Cuando la iglesia tiene necesidades especiales, los hermanos son despertados en su interior y, además de la ofrenda que generalmente hacen, también suplen las otras necesidades. Ciertamente, el suministro para cumplir ese voto no viene de nosotros; es Dios quien nos da, siendo que nada es forzado; por el contrario, debe ser voluntario conforme a lo que el Espíritu nos orienta. Regularmente nosotros ofrendamos, pero, si hay otras necesidades en la iglesia, y tenemos el sentir del Espíritu para ofrendar más, debemos hacerlo. Si no lo hacemos, Dios no nos forzará, pero si ofrendamos, el Señor nos recompensará. ¡Alabado sea el Señor!
Segunda Corintios 8:1-2 nos muestra que ofrendar riquezas materiales es recibir gracia. Ofrendar regularmente es un don; sin embargo, cuando ofrendamos además de las ofrendas regulares, ejercemos el don, y la gracia nos viene a suplir. Cuanto más ofrendamos, más gracia recibimos; cuanta más gracia recibimos, más perfeccionados somos. Con ese constante suministro de gracia, el don se torna en ministerio. Hay varios ministerios para la edificación de la iglesia, como el de la palabra, el de servicio y también el de ofrendas de riquezas materiales.
Aquellos que, además del don de ofrendar regularmente ofrendan para todas las necesidades de la iglesia, reciben gracia y más gracia, de manera que el don en ellos llega a ser un ministerio. Hay hermanos que son ministros de riquezas materiales, y por ejercitar el don de ofrendar riquezas materiales reciben más gracia, a tal punto de desarrollar el don en ministerio. Tales hermanos no necesariamente tienen mucho dinero; ellos tienen el encargo. Tal vez ellos no tengan tantos recursos, pero comparten el encargo con otros hermanos que los consiguen. Posiblemente, por esto hay iglesias o regiones que tienen un grupo de hermanos con ese ministerio.
En cuanto al asunto de nuestra actitud acerca de las ofrendas de riquezas materiales, ya hemos hablado lo suficiente.
Punto Clave: Ofrendar no es perder, sino recibir
Pregunta: ¿Cómo transformar el don de ofrendar en un ministerio?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: Editora “Árvore da Vida”
¡Jesús es el Señor!