Obedecemos y nos sometemos a los pastores y ancianos en todo, ¿es esto lo mismo que someterse a Dios?

18 Mayo 2018
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Obedecemos y nos sometemos a los pastores y ancianos en todo, ¿es esto lo mismo que someterse a Dios? ¿Es la creencia en Dios de esta manera una forma de conseguir la salvación?

La respuesta de la palabra de Dios:
Las personas que creen en Dios deberían obedecerle y adorarle. No deberías exaltar o admirar a ninguna persona; no deberías dar el primer lugar a Dios, el segundo a las personas que admiras, y el tercero a ti. Ninguna persona debería tener un lugar en tu corazón, y no deberías considerar a las personas —particularmente las que veneras— a la par con Dios, como Sus iguales. Esto es intolerable para Él.
de ‘Los diez decretos administrativos que el pueblo escogido de Dios debe obedecer en la Era del Reino’ en “La Palabra manifestada en carne”
Mira a los líderes de cada denominación y secta. Son todos arrogantes y farisaicos, e interpretan la Biblia fuera de contexto y según su propia imaginación. Todos confían en los dones y la erudición para hacer su obra. Si fueran incapaces de predicar nada, ¿les seguirían esas personas? Después de todo, poseen alguna conocimiento, y pueden hablar un poco de doctrina, o saber cómo convencer a los demás y usar algunos artificios por medio de los cuales han llevado a las personas ante ellos y las han engañado. Esas personas creen en Dios sólo de nombre, pero en realidad siguen a sus líderes. Si se encontraran con los que predican el camino verdadero, algunos de ellos dirían: “Tenemos que consultarle respecto a nuestra creencia en Dios”. Mira cómo requieren el consentimiento de alguien para creer en Dios; ¿no es esto un problema? ¿En qué se han convertido, pues, esos líderes entonces? ¿No se han vuelto fariseos, falsos pastores, anticristos y obstáculos en la aceptación del camino verdadero por parte de las personas? […]
Independientemente de que siguieras con anterioridad a otra persona o de que no satisficieras la voluntad de Dios, en esta etapa debes venir delante de Él, porque si continúas siguiendo a alguien sobre la base de experimentar esta etapa de la obra, se te considerará imperdonable […].
de ‘Sólo la búsqueda de la verdad es la verdadera creencia en Dios’ en “Registros de las Pláticas de Cristo”
Algunas personas no se regocijan en la verdad, y mucho menos en el juicio. Más bien, se regocijan en el poder y las riquezas; tales personas son consideradas pretenciosas. Ellas buscan exclusivamente aquellas denominaciones en el mundo que tienen influencia y a los pastores y a los pastores y maestros que provienen de seminarios. A pesar de haber aceptado el camino de la verdad, se mantienen escépticos y son incapaces de dedicarse a plenitud. Ellos hablan de sacrificarse por Dios, pero sus ojos se mantienen enfocados en los grandes pastores y maestros, y Cristo es dejado de lado. Sus corazones están llenos de fama, fortuna y gloria. Ellos no creen en lo absoluto que un hombre tan exiguo sea capaz de conquistar a tantos, que uno tan ordinario sea capaz de perfeccionar a la gente. Ellos no creen en lo absoluto que estos don nadie entre el polvo y el estiércol sean la gente elegida por Dios. Ellos creen que, si esta gente fuesen los objetos de la salvación de Dios, entonces el cielo y la tierra estarían volteados al revés y todos los hombres se reirían a mandíbula batiente. Ellos creen que, si Dios ha elegido a tales don nadie para ser perfeccionados, entonces esos grandes hombres se convertirían en Dios mismo. Sus perspectivas están manchadas de incredulidad; ciertamente, más que incrédulos, son bestias absurdas. Y es que sólo valoran la posición, el prestigio y el poder; lo que tienen en alta estima son los grandes grupos y denominaciones. No tienen la menor consideración hacia aquellos dirigidos por Cristo; son simplemente traidores que han dado la espalda a Cristo, a la verdad y a la vida.
Lo que tú admiras no es la humildad de Cristo, sino a esos falsos pastores de destacada posición. Tú no amas la belleza o la sabiduría de Cristo, sino a esos lascivos que se asocian con el mundo vil. Tú te ríes del dolor de Cristo, que no tiene lugar donde reclinar Su cabeza, pero admiras a esos cadáveres que aprovechan las ofrendas y viven en desenfreno. Tú no estás dispuesto a sufrir junto a Cristo, sino que te lanzas con gusto en los brazos de esos anticristos insensatos a pesar de que sólo te suministren carne, letras, y control. Aun ahora tu corazón todavía se vuelve hacia ellos, su reputación, su posición en el corazón de todos los demonios, su influencia y su autoridad, sin embargo, continúas con una actitud de resistencia y rechazo a aceptar la obra de Cristo. Por esto es que te digo que no tienes la fe de reconocer a Cristo. La razón por la que lo has seguido hasta el presente es debido enteramente a que has sido obligado. En tu corazón siempre se elevan muchas imágenes altivas; no te puedes olvidar de cada palabra y obra, ni de sus palabras y manos influyentes. Estos permanecen, dentro de vuestros corazones, por siempre supremos y por siempre héroes. Pero esto no es así para el Cristo de hoy. Él permanece por siempre insignificante en tu corazón y por siempre indigno de tu veneración. Porque Él es demasiado ordinario, tiene muy poca influencia, y está lejos de ser elevado.
de ‘¿Eres un verdadero creyente de Dios?’ en “La Palabra manifestada en carne”
Sería mejor para aquellas personas que dicen que siguen a Dios que abrieran los ojos y miraran bien para ver exactamente en quién creen: ¿Es realmente Dios en el que crees o en Satanás? Si sabes que en lo que crees no es en Dios sino en tus propios ídolos, entonces es mejor que no digas que eres un creyente. Si realmente no sabes en quién crees, entonces, una vez más, es mejor que no digas que eres un creyente. ¡Decirlo sería una blasfemia! Nadie te está obligando a creer en Dios. No digáis que creéis en Mí, ya que he oído bastante esas palabras hace mucho tiempo y no deseo volver a oírlas, porque en lo que creéis es en los ídolos que están en vuestros corazones y las serpientes villanas locales que habitan entre vosotros. Aquellos que sacuden la cabeza cuando oyen la verdad, que sonríen ampliamente cuando oyen hablar de la muerte son la descendencia de Satanás, y son todos objetos a ser eliminados.
de ‘Una advertencia a los que no practican la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”
 
La Iglesia es el Cuerpo de Cristo cuya Cabeza es Cristo en el cielo, dirigiendo el Cuerpo en la tierra.