No la creación, sino el Creador
Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder;
porque tú creaste todas las cosas. Ap. 4:11
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En estos últimos años, la manera de pensar
de los países del mundo occidental ha cambiado considerablemente.
Ha crecido el interés por la videncia y el espiritismo.
El interés se desplazó desde la esfera del 'materialismo'
(el afán por el dinero y consumismo) hacia lo 'espiritual'
mediante la búsqueda de lo místico y de la armonía con la naturaleza.
Muchos sienten que por su modo de vida el hombre moderno
se alejó completamente de la naturaleza y ya no vive,
según les parece, en relación armónica con el cosmos.
Quieren, pues, restablecer el equilibrio y preocuparse más
por las aspiraciones 'espirituales' del ser humano.
Por eso, en pocos años, las prácticas como el yoga, la astrología,
la meditación trascendental y el ocultismo han tenido mucho éxito.
A pesar de las apariencias, esto oculta un gran peligro.
Puede hacernos olvidar que el verdadero problema concierne
a nuestra relación, no con la creación, sino con el Creador.
Antes de buscar la armonía con la naturaleza,
necesitamos el encuentro personal con el Dios creador,
mediante nuestro Señor Jesucristo.
La corriente actual hacia el misticismo y el ocultismo
tiene su origen en el movimiento de la «Nueva Era»,
que empezó aproximadamente en 1975 en los Estados Unidos.
Éste contiene dos principios:
primero, la idea de que hay una relación
entre la vida de los hombres y la de las estrellas.
Luego, el aliento a la pasividad,
para que el espíritu pueda ser influido por las fuerzas «cósmicas».
Según la Nueva Era, la humanidad empezaría
una nueva época de creatividad y dinamismo,
en la cual el hombre descubrirá que lo divino está en todos,
en una armonía general con el universo,
una era de paz, de felicidad y de libertad sexual.
Todo esto puede seducir, pero es completamente opuesto a la fe.
El hombre debe ir a Cristo para reconciliarse con Dios.
Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida;
nadie viene al Padre, sino por mí.
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
