Amada hermana, la paz de Cristo sea para ti al recibo de estas letras. He leído tu sentir y tu lucha y quisiera como un simple amigo creyente, compartirte bendiciones que estoy recibiendo para que las apliques con Jesús a tu vida.
Soy un cristiano evangelista, toco música para El Señor desde mi juventud, pero desde hace mucho tiempo he sufrido un gran vacío en mi corazón por no lograr alcanzar las metas que me había fijado en la vida en esta tierra, he sufrido muchas pruebas, he tenido grandes caídas y fracasos, y no logré en abundancia todo lo que buscaba, antes bien, siento que no le he cumplido en todo a mi Dios.
Aunque es cierto que en mi búsqueda de la felicidad y realización, muchas cosas sí se materializaron, me doy cuenta que no es aquí en este mundo de pecado que llenaremos ese vacío. Yo sé que tal véz estarás pensando: "Bueno, yo no estoy pidiendo alcanzarlo todo en esta vida, solamente ser felíz con mi esposo y trabajar con él sin que nadie se interponga", pero te diré que tu problema y tu necesidad no es distinta a la mía. Lo que quiero decir es que si tan sólo tuviéramos puestos los ojos en Jesús y no en nuestra condición o la de los otros, dejaríamos de tener ese vacío.
Te invito a ver a tu Salvador. Amiga, tus palabras están llenas de dolor y de ansiedades, te sientes rechazada, ignorada, desatendida, olvidada, no sé, te sientes desligada de tu esposo y de aquellos que les rodean, no sé a fondo cual sea el problema, pero sí conozco la solución: Es una persona y quiere morar en tu corazón. Se llama Jesús.
Supongamos que ese hombre amigo de tu esposo se peleara con él y se vaya. Eso no cambiará tu corazón ni el de tu esposo. Solamente El Espíritu Santo nos puede convencer de pecado, de justicia y de juicio, solamente El nos puede guiar a toda la verdad. Por favor, recibe mis palabras amiga hermana, recuerda con todo amor esto que te estoy queriendo compartir, que Jesús te ama.
Allá Cristo tenía todo en el Cielo. Todos sus ángeles fieles lo adoraban, el amor de Su Padre le acompañaba desde la eternidad hasta la eternidad, no necesitaba de nosotros según nuestro corazón. Pero no es así con el suyo. Nunca quiso estar sin ti, prefirió dejarlo todo, lo perdió todo, aun Su vida, con tal de no perdernos a nosotros, aquí vino nuestro Señor, envuelto en pañales, acostado en un pesebre, aquí estuvo, como un carpintero, pobre y humilde, aquí, con nosotros, lo dejó todo allá para poder estar con nosotros aquí. Anduvo haciendo el bien, sanó a los enfermos anunció la sanidad eterna de Su reino, amó al judío y al samaritano, comió con el fariseo y el publicano, no hizo diferencia entre amigo y enemigo, cercano o lejano. Anduvo siempre en comunión con Su Padre, anduvo en El Espíritu.
Dios no quiso tenerlo todo allá si no estábamos nosotros con El. Satanás se ha rebelado hasta el fin contra nuestro Dios, a pesar de que vio su gloria y estuvo con El, aunque fue creado en majestad y en amor y en justicia, aun así eligió llenarse de maldad y engañó a un gran número de ángeles, fue homicida desde el principio y al final mató a su Creador. En la cruz se dejó en claro la obra del mal, pero también el amor y la misericordia de Dios. Tú debes elegir cual de las dos cosas quieres y por quien deseas ser movida en tu vida. Jesús te ama te repito. Esto no es difícil de entenderen tu mente, el problema es que es difícil de recibirlo en el corazón. No seas pues caprichosa con el dolor, no te coloques más como una víctima aunque lo seas quizás, simplemente comprende que estamos para dar y no para recibir, solamente así tendrás paz y serás felíz.
Dando es como se recibe. No se da a cambio de recibir de otros, me refiero que das para que tu Padre que ve en secreto te recompense en público.
Somos malos y pecadores, mentirosos, incrédulos y rebeldes por naturaleza, pero si El Espíritu Santo llega en verdad hoy a tu vida, serás libre en el Hijo de Dios. (Juan 8:31-32.)
Cuando la turba venía a apresarlo y Judas venía liderándolos contra su vida, Jesús estaba angustiado ya y afligido, ya habían gruesas gotas de sangre en su rostro por el trance y la copa que tenía que beber hasta las heces por nosotros. Con dolor miró como su discípulo estaba con aquellos que procuraban su muerte, con un beso traidor le besó y le entregó a la turba.
Fue llevado amarrado delante de Anás, allí le maltrataron, después lo llevaron donde Caifás, también le dieron bofetadas, puñetazos en sus mejillas, por eso dijo una véz: "Al que te hiera en una mejilla, preséntale la otra" lo dijo para que siempre recordáramos que El la puso por nosotros. Le mezaron la barba, le llevaron primero delante de Pilato, allí lo acusaron, le llevaron ante Herodes, después que este rey lo maltratara, lo regresaron a Pilato. Entonces los soldados le golpearon también, le pusieron una capucha en su cabeza y le daban golpes burlándose y le decían: "Profetízanos ahora Cristo, a ver quien te ha golpeado." Le azotaron atrozmente, su cuerpo "fue molido" como dice Isaías en el capítulo 53. Laceraron sus espaldas y su cuerpo fue convertido a jirones. Le pusieron un manto de grana y le cambiaron por Barrabás; le pusieron la cruz que el malhechor merecía, esa cruz era para nosotros, pero El la llevó en nuestro lugar. Jesús murió por ti. Subió la cuesta al Calvario, allí lo desnudaron completamente, le quitaron sus vestidos, clavaron sus manos y sus pies y levantaron el madero. Entonces se oyeron estas palabras desde lo más profundo de su corazón: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen." Las dijo a Aquel que escudriña las mentes y los corazones. Las dijo porque en lo más profundo de su corazón anhelaba salvarnos, era su misión y su deseo morir por nosotros, perder su vida, con tal de que no perdiéramos la nuestra. La gente le decía burlándose: "Bájate de la cruz" "A otros salvó y a sí mismo no se puede salvar, que baje ahora y creeremos que es el Hijo de Dios." La respuesta de Cristo fue interceder por ellos: "Perdónalos" dijo a Su Padre.
Ni el dolor, ni las burlas, ni los escupitazos, ni los insultos, nada de este mundo pudo apagar o debilitar el amor de Jesús por nosotros. Nada pudo impedir que siguiera amando. El es el mismo ayer, hoy y por los siglos, nuestro Dios no cambia y te dice: He aquí yo estoy a la puerta y llamo" Déjalo entrar amiga querida, Jesús vive y te ama.
Si Cristo rogó así por aquellos que nunca le reconocieron como Salvador, por aquellos que lo maldecían y le ultrajaban, por los que le odiaron y condenaron, si pidió perdón por aquellos que lo crucificaron y lo traicionaron, pregunto ahora: ¿No rogará aun a Dios por ti? Mucho más ruega por nosotros que le hemos recibido. "Y yo rogaré al Padre" y entonces no dijo que se acabarían los problemas, sino que El Padre nos daría otro Consolador, El Espíritu Santo que nos guía a toda la verdad. Este es el Cristo que yo predico, por favor pon tus ojos en El.