........por la escasez de sacerdotes.
La escasez de sacerdotes empuja a los laicos a oficiar ceremonias religiosas en domingo
La Vanguardia - 03:15 horas - 08/10/2000
MARÍA-PAZ LÓPEZ
BARCELONA. - La escasez de sacerdotes, sobre todo en zonas rurales, está disparando la implicación de laicos, hombres y mujeres, en las ceremonias religiosas. La misa del domingo, imposible de celebrar sin sacerdote, se sustituye entonces por "celebraciones de la palabra" sin eucaristía, oficiadas por seglares, religiosos o ex seminaristas por encargo del obispo. "Suelen ser comunidades pequeñas, rurales, con menos de cien habitantes, a las que el cura no puede ir más de una vez al mes", explica Gemma Curós, diplomada en Ciencias Religiosas y autora del libro "Celebrar el diumenge en absència de prevere", que reúne material para estas asambleas sin presbítero.
En ellas, uno o más laicos, tanto hombres como mujeres, leen el Evangelio, los fieles elevan plegarias y uno de los oficiantes pronuncia una homilía, preparada conjuntamente con el sacerdote titular de la parroquia. Aunque no hay eucaristía, sí se comulga, pues se guardan formas consagradas por el cura en misas previas. "Procuramos que haya una misa al mes y hacemos reserva de formas, pero a veces faltan y hay que traerlas de otras parroquias", explica la seglar Maria Rosa Sànchez, con misión pastoral en dos pueblecitos leridanos del Urgell y Les Garrigues. Recibió el encargo del arzobispado de Tarragona (geografía eclesiástica y civil no siempre coinciden) y se reparte entre El Vilet y Belianes, empeñada en "acompañar a la gente en su vida ordinaria".
La Iglesia bendice estas prácticas, consciente de la falta de curas y del descenso de vocaciones. Según las estadísticas de 1996, las últimas disponibles, hay 1.867 sacerdotes incardinados en las ocho diócesis catalanas (véase gráfico), es decir, uno por cada 3.250 habitantes, aproximadamente. Y en el seminario de Barcelona han ingresado este curso sólo doce seminaristas, con lo que cada vez cuesta más asegurar atención sacerdotal generalizada.
"Esto ocurre frecuentemente en las iglesias jóvenes, en las que un solo sacerdote tiene la responsabilidad pastoral de los fieles dispersos en un extenso territorio", constata la carta apostólica "Dies Domini", publicada por Juan Pablo II en 1998. Es caso común en parroquias africanas y latinoamericanas que, al verse sin cura, han generado en los últimos 25 años estas ceremonias con laicos. La carta constata también este problema en países que, como España, son "de secular tradición cristiana, donde la escasez de clero no permite garantizar la presencia del sacerdote en cada comunidad parroquial".
La situación se agrava porque muchos sacerdotes en activo, ancianos, no pueden desplazarse tan fácilmente de iglesia en iglesia, y no son relevados por nuevas y numerosas hornadas. En la diócesis de Vic hay apenas quince curas de menos de 50 años y, pese a que en otros tiempos fue gran cantera de seminaristas, en los últimos 30 años se han ordenado allí sólo 35 sacerdotes.
La solución de emergencia son estas asambleas dominicales en ausencia de presbítero que "a nivel espiritual y de plegaria es lo mismo que una misa, pero a nivel canónico no, porque falta la plegaria eucarística y la consagración", argumenta Gemma Curós. En realidad, el fin de estas asambleas "no es ofrecer una forma más fácil o adaptada de la evangelización ni sustituir libremente la eucaristía dominical, que tendrá que ser siempre el objetivo de la pastoral del domingo y de las fiestas", según una instrucción sobre el domingo publicada en 1992 por la Conferencia Episcopal Española. Lo que se persigue es "asegurar, para las comunidades que no pueden participar en la misa todos los domingos, algunos elementos integrantes de la celebración eucarística". Esos elementos son la reunión, la palabra de Dios, la oración compartida y la comunión.
"Todo esto surge por la falta de sacerdotes -dice Rosa Roca Gibert, seglar con misión pastoral en Bonastre, Albinyana y Les Peces (Tarragona)-, pero también porque es importante que los laicos se impliquen. Es un servicio a la comunidad y un trabajo muy bonito." El único problema, según Rosa Maria Sánchez, de El Vilet y Belianes, es que "a veces la gente te ve un poco como a una ‘profesional’, porque te ha traído el obispo, y eso da algo de pena".
Estas asambleas de la palabra no están sólo en manos de laicos. También las ofician religiosas, como la carmelita Marta Marimón, que opera en L'Illa, junto a Montblanc. "Antes las hacíamos los jueves -dice-, pero el domingo viene ahora un cura desde Tarragona, y yo me ocupo más de animar a la gente, visitar a los enfermos y pensar cómo restaurar la iglesia, que tiene goteras."
Esto está muy bien, que se reunan en grupos para estudiar la palabra..., pero guarden el tópico, para cuando hablen los romanos de la labor de la mujer en la iglesia. Ademas de las otras posibles lecturas, entre ellas de ver lo que está sucediendo verdaderamente en España con la iglesia católica.
La escasez de sacerdotes empuja a los laicos a oficiar ceremonias religiosas en domingo
La Vanguardia - 03:15 horas - 08/10/2000
MARÍA-PAZ LÓPEZ
BARCELONA. - La escasez de sacerdotes, sobre todo en zonas rurales, está disparando la implicación de laicos, hombres y mujeres, en las ceremonias religiosas. La misa del domingo, imposible de celebrar sin sacerdote, se sustituye entonces por "celebraciones de la palabra" sin eucaristía, oficiadas por seglares, religiosos o ex seminaristas por encargo del obispo. "Suelen ser comunidades pequeñas, rurales, con menos de cien habitantes, a las que el cura no puede ir más de una vez al mes", explica Gemma Curós, diplomada en Ciencias Religiosas y autora del libro "Celebrar el diumenge en absència de prevere", que reúne material para estas asambleas sin presbítero.
En ellas, uno o más laicos, tanto hombres como mujeres, leen el Evangelio, los fieles elevan plegarias y uno de los oficiantes pronuncia una homilía, preparada conjuntamente con el sacerdote titular de la parroquia. Aunque no hay eucaristía, sí se comulga, pues se guardan formas consagradas por el cura en misas previas. "Procuramos que haya una misa al mes y hacemos reserva de formas, pero a veces faltan y hay que traerlas de otras parroquias", explica la seglar Maria Rosa Sànchez, con misión pastoral en dos pueblecitos leridanos del Urgell y Les Garrigues. Recibió el encargo del arzobispado de Tarragona (geografía eclesiástica y civil no siempre coinciden) y se reparte entre El Vilet y Belianes, empeñada en "acompañar a la gente en su vida ordinaria".
La Iglesia bendice estas prácticas, consciente de la falta de curas y del descenso de vocaciones. Según las estadísticas de 1996, las últimas disponibles, hay 1.867 sacerdotes incardinados en las ocho diócesis catalanas (véase gráfico), es decir, uno por cada 3.250 habitantes, aproximadamente. Y en el seminario de Barcelona han ingresado este curso sólo doce seminaristas, con lo que cada vez cuesta más asegurar atención sacerdotal generalizada.
"Esto ocurre frecuentemente en las iglesias jóvenes, en las que un solo sacerdote tiene la responsabilidad pastoral de los fieles dispersos en un extenso territorio", constata la carta apostólica "Dies Domini", publicada por Juan Pablo II en 1998. Es caso común en parroquias africanas y latinoamericanas que, al verse sin cura, han generado en los últimos 25 años estas ceremonias con laicos. La carta constata también este problema en países que, como España, son "de secular tradición cristiana, donde la escasez de clero no permite garantizar la presencia del sacerdote en cada comunidad parroquial".
La situación se agrava porque muchos sacerdotes en activo, ancianos, no pueden desplazarse tan fácilmente de iglesia en iglesia, y no son relevados por nuevas y numerosas hornadas. En la diócesis de Vic hay apenas quince curas de menos de 50 años y, pese a que en otros tiempos fue gran cantera de seminaristas, en los últimos 30 años se han ordenado allí sólo 35 sacerdotes.
La solución de emergencia son estas asambleas dominicales en ausencia de presbítero que "a nivel espiritual y de plegaria es lo mismo que una misa, pero a nivel canónico no, porque falta la plegaria eucarística y la consagración", argumenta Gemma Curós. En realidad, el fin de estas asambleas "no es ofrecer una forma más fácil o adaptada de la evangelización ni sustituir libremente la eucaristía dominical, que tendrá que ser siempre el objetivo de la pastoral del domingo y de las fiestas", según una instrucción sobre el domingo publicada en 1992 por la Conferencia Episcopal Española. Lo que se persigue es "asegurar, para las comunidades que no pueden participar en la misa todos los domingos, algunos elementos integrantes de la celebración eucarística". Esos elementos son la reunión, la palabra de Dios, la oración compartida y la comunión.
"Todo esto surge por la falta de sacerdotes -dice Rosa Roca Gibert, seglar con misión pastoral en Bonastre, Albinyana y Les Peces (Tarragona)-, pero también porque es importante que los laicos se impliquen. Es un servicio a la comunidad y un trabajo muy bonito." El único problema, según Rosa Maria Sánchez, de El Vilet y Belianes, es que "a veces la gente te ve un poco como a una ‘profesional’, porque te ha traído el obispo, y eso da algo de pena".
Estas asambleas de la palabra no están sólo en manos de laicos. También las ofician religiosas, como la carmelita Marta Marimón, que opera en L'Illa, junto a Montblanc. "Antes las hacíamos los jueves -dice-, pero el domingo viene ahora un cura desde Tarragona, y yo me ocupo más de animar a la gente, visitar a los enfermos y pensar cómo restaurar la iglesia, que tiene goteras."
Esto está muy bien, que se reunan en grupos para estudiar la palabra..., pero guarden el tópico, para cuando hablen los romanos de la labor de la mujer en la iglesia. Ademas de las otras posibles lecturas, entre ellas de ver lo que está sucediendo verdaderamente en España con la iglesia católica.