Se ha revolucionado el personal ante la homilía del cardenal Rouco en la que constataba la situación de pecado en Madrid. Analizando las declaraciones de políticos, medios de comunicación y sectores progresistas de la Iglesia, parece como si el cardenal fuera un gran incomprendido. No tiene nada de particular que así sea. Al profeta Elías no le comprendió nadie. Pero Dios estaba con él. El Señor siempre tiene como mínimo a siete mil fieles que no se arrodillan ante Baal (1ª Rey 19,18). Y somos más de siete mil españoles los que hoy no nos arrodillamos ante el falso dios del hedonismo rampante, del paganismo desenfrenado, de la descomposición moral de nuestra sociedad. Por tanto, Monseñor, no se preocupe usted. ¿Recuerda aquello de "ladran Sancho, luego cabalgamos"?
Pues eso es lo que pasa. Los que se regodean en la bazofia de este mundo no quieren oír a nadie llamándoles lo que son. Y cuando alguien osa alzar su voz y no arrodillarse ante el ídolo del lenguaje religioso y políticamente correcto, se ponen histéricos, insultan y amenazan.
Y Monseñor, el caso es que a muchos de llos les encaja como mano al guante estos versículos:
2ª Pedro 2,20-22
Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero.
Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.
Que ladren, pues.
Todos estos que berrean y se rasgan las vestiduras porque la Iglesia predica la fe cristiana serán los primeros en ser pisoteados por el Islam cuando sea mayoritario en Europa (cosa que demográficamente ocurrirá en 20-25 años) y acabe imponiendo una moralidad mucho más restrictiva que la que propone el cristianismo. La lástima es que eso lo sufrirán sobre todo sus hijos (pocos, dada su tasa de natalidad), no ellos mismos.
Cuando en vez de hablar un cardenal católico denunciando la situación de pecado masivo, sea el imán de la mezquita de Madrid el que llame a centenares de miles de musulmanes madrileños a la guerra santa contra la inmoralidad, veremos dónde se meten todos estos valientes anticlericales de tres al cuarto que tanto pecho sacan ante la Iglesia de Cristo. Los que no admiten el yugo fácil de Cristo, cuya gracia no es una licencia para abundar en el pecado sino que nos capacita para vivir en santidad, vivirán bajo la babucha opresora de Mahoma, cuyos seguidores impondrán su ley a sangre y fuego. Si al menos eso sirviera para que muchos de ellos se volvieran a Cristo....
Luis Fernando Pérez
Pues eso es lo que pasa. Los que se regodean en la bazofia de este mundo no quieren oír a nadie llamándoles lo que son. Y cuando alguien osa alzar su voz y no arrodillarse ante el ídolo del lenguaje religioso y políticamente correcto, se ponen histéricos, insultan y amenazan.
Y Monseñor, el caso es que a muchos de llos les encaja como mano al guante estos versículos:
2ª Pedro 2,20-22
Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero.
Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.
Que ladren, pues.
Todos estos que berrean y se rasgan las vestiduras porque la Iglesia predica la fe cristiana serán los primeros en ser pisoteados por el Islam cuando sea mayoritario en Europa (cosa que demográficamente ocurrirá en 20-25 años) y acabe imponiendo una moralidad mucho más restrictiva que la que propone el cristianismo. La lástima es que eso lo sufrirán sobre todo sus hijos (pocos, dada su tasa de natalidad), no ellos mismos.
Cuando en vez de hablar un cardenal católico denunciando la situación de pecado masivo, sea el imán de la mezquita de Madrid el que llame a centenares de miles de musulmanes madrileños a la guerra santa contra la inmoralidad, veremos dónde se meten todos estos valientes anticlericales de tres al cuarto que tanto pecho sacan ante la Iglesia de Cristo. Los que no admiten el yugo fácil de Cristo, cuya gracia no es una licencia para abundar en el pecado sino que nos capacita para vivir en santidad, vivirán bajo la babucha opresora de Mahoma, cuyos seguidores impondrán su ley a sangre y fuego. Si al menos eso sirviera para que muchos de ellos se volvieran a Cristo....
Luis Fernando Pérez