Misas sin musa

Bart

2
24 Enero 2001
35.137
4.192

http://www.lavanguardia.es/web/20021228/133234782.html

LA LITURGIA ES HOY una alarmante fuente de pérdidas de fe: las misas son inflación de palabras que no parecen dirigirse al pueblo
J. I. GONZÁLEZ FAUS, responsable académico de Cristianisme i Justícia
JOSÉ IGNACIO GONZÁLEZ FAUS

Misas sin musa

LA VANGUARDIA - 03.16 horas - 28/12/2002


Me ha ocurrido a veces que un matrimonio amigo me dijera: “Mira, nosotros por amor a la Iglesia, por fidelidad a ella y hasta por rutina, seguimos yendo a misa los domingos. Pero a los hijos no les podemos obligar a ir. Perderían la poca fe que les queda...”.

Hace poco, una religiosa joven, uno de esos escasos milagros que ya difícilmente se encuentran, me contó que muchas veces, antes de algunas misas, reza “pidiendo a Dios que aquella misa no le haga daño”. A las chicas por supuesto, tampoco se atreve a obligarlas a asistir, con ese panorama.

Como contraste: hace pocos años, en Roma, después de una larga misa cargada de monseñores, de trapos, de parafernalias y de hopalandas, al llegar los concelebrantes a la sacristía, tras las inclinaciones de rigor, se vuelven unos a otros diciéndose: “Una cerimonia veramente principesca...”.

Una golondrina no hace verano. Y sé que no siempre es así. Hasta conocí una parroquia de arrabal donde la gente participaba un poco más y se encontraba más como comunidad de fe. Y lo curioso es que, a aquellas misas, bajaban gentes hasta del centro de la ciudad. Otra vez le comenté a un obispo sudamericano que su celebración había sido muy viva, y me respondió: “Es que el derecho canónico no obliga a cuatro mil metros de altura”. Una golondrina no hace verano, pero varias resultan ya un síntoma. Aquí únicamente pido que, si no se acepta mi diagnóstico, se tomen al menos en serio los síntomas descritos.

Porque mi diagnóstico es serio: la liturgia es hoy una alarmante fuente de pérdidas de fe. Hace años mi colega José María Rovira Belloso alertaba sobre la responsabilidad de una institución como la Iglesia que al menos una vez por semana tiene a su disposición un auditorio numeroso y bien dispuesto. Aquella alerta debería ser hoy una alarma. Y no reclamo éxtasis compartidos ni gratas cenestesias espirituales. El pueblo de Dios es, en este punto, más sensato de lo que parece: sabe lo que dan de sí las cosas, y sólo quisiera salir del marasmo y que se le facilite rezar un poco.

En mi opinión, la reforma litúrgica sigue siendo una asignatura pendiente. La pasada reforma del Vaticano II no hizo más que quitar al rey el vestido del latín, y entonces vimos que el rey “estaba desnudo”. Reconozco que tras el pasado concilio se cometieron muchas imprudencias inútiles, que quizás obligaron a un cierto control. Pero me concederán que la reforma posconciliar parece hecha desde un despacho, sin pensar en ese pueblo de Dios que había de ser su auténtico destinatario.

El resultado es que (pese a mil esfuerzos loables en cantos y guitarras) las misas dominicales son una impresionante inflación de palabras, pronunciadas por un solo actor que igual podría ser una cinta magnetofónica: pocas veces da la sensación de estar dirigiéndose al pueblo o estar dirigiéndose a Dios (cosa desde luego bien difícil), sino sólo de “soltar el rollo” que toca aquel día.

Esta sensación viene arrastrándose hace años. Pero en cuanto alguien intentaba buscar remedio le llovían avisos y amenazas; o denuncias a Roma por parte de todos esos que –como decía Jesús– se dedican a colar la menta y el comino para dispensarse de la justicia y la misericordia. Sería interesante si algún día, obispos y superiores mayores religiosos se atrevieran a reconocer la cantidad de advertencias recibidas de Roma por causa de algunas “imprudencias litúrgicas”. De producirse, abriríamos unos ojos como platos.

Esta es, en mi opinión, una de las causas del mal. Otra es la formación de los sujetos que deben presidir las ceremonias. La obsesión por la “ortodoxia” ha preparado unos presbíteros que saben muy bien lo que no pueden decir, pero no saben qué decir. Las ayudas en forma de materiales distribuidos en librerías o por Internet son insuficientes: la predicación deriva en un moralismo farragoso carente de toda experiencia espiritual. Y entonces se acuerda uno de la profecía que hizo años atrás el mayor teólogo católico del siglo XX (Karl Rahner): “El cristiano del siglo XXI será un místico o no será cristiano, es decir, habrá experimentado algo o no será cristiano”. Así estamos: tendremos quizá mucha ortodoxia pero no es la ortodoxia de la fe, sino la ortodoxia “del partido”.

La solución no es fácil. Se puede hablar de más participación, más creatividad y más entrada a sujetos con un poco de carisma. Pero las soluciones a los problemas nunca se han encontrado dictando normas desde un despacho, sino a través de la búsqueda y la experimentación: mediante ese difícil camino de “trial and error” que es intrínseco a nuestra condición humana.

Decir estas cosas cuesta. Probablemente molestarán a todos: a las autoridades, a aquellos a quienes deberían molestar y a aquellos otros que (en medio del corsé en que están metidos) hacen más de lo que pueden y no deberían sentirse aludidos pero lo hacen. Pero creo que me obliga a decirlas esa “defensa de la fe del pueblo” que Roma esgrime como argumento cuando quiere apalear a un teólogo. Pues me temo que san Pablo repetiría hoy la dura crítica que hizo a la comunidad cristiana de Corinto: “Lo que hacéis cuando os reunís... ya no es celebrar la Cena del Señor”.

Porque actualizar el gesto de aquel “Idealista” que cuando se vió venir encima la condena y la muerte, celebró una cena con los suyos y en ella convirtió el pan partido y el vino compartido en símbolo real de su destino, es algo demasiado serio y estremecedor para ser trivializado en tantas misas que parecen recordarlo todo, menos la memoria de Jesús.

 


Escudriñad las Escrituras,
porque os parece que en ellas tenéis
vida eterna, y ellas son las que dan
testimonio de mí.

Y vosotros no queréis venir a mí
para que tengáis vida.
No recibo gloria de parte de los
hombres.

Al contrario, yo os conozco que
no tenéis el amor de Dios en
vosotros.

Yo he venido en nombre de mi
Padre, y no me recibís. Si otro viene
en su propio nombre, a aquél
recibiréis.

¿Cómo podéis vosotros creer?
Pues recibiendo la gloria los unos de
los otros, no buscáis la gloria que
viene de parte del único Dios.

No penséis que yo os acusaré
delante del Padre. Hay quien os
acusa: Moisés, en quien habéis puesto
la esperanza.

Porque si vosotros creyeseis a
Moisés, me creeríais a mí; pues él
escribió de mí.

(Juan 5:39-46.)


 
Una pregunta, Bart.
¿Crees posible que la Institución Vaticana, como tal, puede promover una reforma que la devuelva a las fuentes del cristianismo?
Que tengas un proximo año lleno de bendiciones.
 
El artículo en "La Vanguardia" es de rabiosa actualidad puesto que la he leido despues de leer tu aportación.
 
Originalmente enviado por: Tobi
Una pregunta, Bart.
¿Crees posible que la Institución Vaticana, como tal, puede promover una reforma que la devuelva a las fuentes del cristianismo?
Que tengas un proximo año lleno de bendiciones.




Si me permitís opinar, creo que eso es imposible Tobi, sería afirmar que lo que ocurrió en Trento fue un grave error y eso sería aceptar que la jerarquía romana es falible y se equivoca.
 
Originalmente enviado por: Maripaz
Si me permitís opinar, creo que eso es imposible Tobi, sería afirmar que lo que ocurrió en Trento fue un grave error y eso sería aceptar que la jerarquía romana es falible y se equivoca.

Que razón tenía aquel teólogo (recuerdo la frase, no quien la pronunció, lo siento)
"En el transcurso de siglos hemos levantado un tinglado. Ahora nos gustaría deshacerlo pero, no podemos. Se vendría todo abajo"
 
Tobi
Una pregunta, Bart.
¿Crees posible que la Institución Vaticana, como tal, puede promover una reforma que la devuelva a las fuentes del cristianismo?
Que tengas un proximo año lleno de bendiciones.

No puede, si lo hiciera desaparecería. Dentro de esa institución hay mucho pueblo de Dios, y Dios les grita “salid de ella, pueblo mío”:

Apoc 18:4 Oí otra voz del cielo que decía:
"¡Salid de ella, pueblo mío,
para que no participéis de sus
pecados y para que no recibáis sus
plagas!


Apoc 9:20 Los demás hombres que no
fueron muertos con estas plagas
ni aun así se arrepintieron de
las obras de sus manos, para
dejar de adorar a los demonios y
a las imágenes de oro, y de
plata, y de bronce, y de piedra,
y de madera, las cuales no pueden
ver, ni oír, ni caminar.

Apoc 9:21 Tampoco se arrepintieron
de sus homicidios, ni de sus
hechicerías, ni de su inmoralidad
sexual, ni de sus robos.





Que el Señor te colme de bendiciones en este año que acaba y en el 2003.

Un abrazo

Bart

 

http://www.periodistadigital.com/religiondigital/object.php?o=770&p=share/zz_noticia.php

DOS MILLONES Y MEDIO DE ESPAÑOLES HAN ABANDONADO EL RITO RELIGIOSO EN LOS CUATRO ULTIMOS AÑOS.
LA IGLESIA CATOLICA ESPAÑOLA SE DESANGRA

José Manuel Vidal (El Mundo).- Hace 2002 años que, según la tradición, nacía en Belén de Judá Jesucristo, el niño Dios que cambió el curso de la Historia. Dos milenios y pico después, ¿qué queda de la reserva espiritual de Occidente? ¿Está la Iglesia católica española en fase de extinción o, como siempre en la Historia, resurgirá para surcar las aguas del tercer milenio? Este informe ha sido elaborado con estudios del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y con datos de la propia Conferencia Episcopal española. La conclusión es altamente alarmante para el futuro de la religión católica en España, en un país donde se decía que «los españoles vamos siempre detrás de los curas, con un cirio o una estaca». La «católica España» que acuñaron los propagandistas es, sensiblemente, menos católica. En los últimos cuatro años, el número de católicos practicantes (los auténticos, los que van a misa y comulgan con la doctrina de la Iglesia) ha disminuido en dos millones y medio de personas, para quedarse en siete millones y medio. O dicho de otra forma, sólo el 18,5% de los españoles cumple con el precepto dominical, santo y seña de pertenencia eclesial. A este ritmo, dentro de una década los católicos españoles serán una minoría irrelevante en el tejido social.

Los datos no proceden de los «enemigos seculares de la Iglesia», sino del mismísimo CIS, el termómetro que toma la temperatura del cuerpo nacional, controlado por un partido como el PP que simpatiza con la institución eclesial. La última encuesta de este organismo, realizada el pasado mes de septiembre sobre una muestra de 10.000 consultados, detalla el descenso vertiginoso de la práctica religiosa: el 46% de los que se dicen católicos «casi nunca» va a misa, y sólo el 18% asiste «casi todos los domingos». El 12,3% acude «alguna vez al mes».

RITO SOCIAL. Hace 50 años, en 1952, se declaraban católicos practicantes el 98% de los españoles. En 1960, el 95%; en 1970, el 87%; en 1975, el 61%; en 1993, el 52% y en 2002, el 18,5%. Una caída en picado. Los católicos que desertan de la Iglesia no se van a otras religiones (sólo el 1,6% practica otra confesión) ni a engrosar las filas del ateísmo (un 4,6%), sino a la indiferencia.«Es lo que los sociólogos llamamos "nominalismo", es decir católicos sólo de nombre y de sacramentos religiosos convertidos en ritos sociales», explica el sociólogo de la religión Pedro González Blasco.

POR COMUNIDADES. Si la ola secularizadora arrasa en toda España, hay algunas comunidades autónomas donde el fenómeno es más acusado. La Iglesia pierde más fieles en el País Vasco, donde los católicos practicantes caen un 11,3% en relación al año 1998. Le siguen las Islas Baleares, con una caída del 10% y Cataluña, que registra un 9% menos de fieles. Las dos únicas comunidades en las que este porcentaje crece un poco son Castilla-la Mancha (con un 1,5%) y Navarra (con un 1%). Y es que, como dice el sociólogo Juan González Anleo, «a mayor nivel educativo y mayor interés político, más arreligiosidad». Tanto es así que el mapa religioso español ha dado un vuelco en las últimas décadas. En los años 70, el norte era la zona más religiosa, seguida del centro con una religiosidad media y del sur con una débil religiosidad.«Este esquema ha saltado por los aires debido al avance de la secularización en el norte y a una modesta recuperación en el sur», añade el catedrático de Sociología de la Universidad Pontificia de Salamanca.

MENOS CURAS. A la desbandada de los fieles hay que añadir la estampida de los propios cuadros dirigentes eclesiásticos. En 1952, había en España 22.811 sacerdotes diocesanos, casi idéntica cantidad de frailes y 73.978 monjas, amén de 5.000 seminaristas, preparándose para el sacerdocio. El número de curas aumenta progresivamente hasta alcanzar el punto más álgido con 26.190 curas en 1968.Y desde entonces, la cuesta abajo: 24.749 en el año 1972; 22.592 diez años después, 21.000 en 1992, 19.516 en 1996 y 18.500 en el 2002. Con el agravante de que la edad media del clero español ronda los 65 años. Como dice el cardenal González Martín, arzobispo emérito de Toledo, «una herida demasiado lacerante para el cuerpo de la Iglesia». Y a continuación revela la razón de esta sangría de efectivos eclesiales. «Generalmente una mujer. O una ambición secreta. O un anhelo de libertad egoísta», explica categórico el purpurado español.

CONVENTOS VACIOS. En cambio, para el teólogo dominico, Jesús Espeja, la descristianización tiene tres causas: «Porque se pierde o adultera la fe auténtica en un Dios imperativo de justicia y fraternidad. Porque muere la religión, y no hay manifestaciones sacramentales de la fe. Y porque decae la incidencia pública y evangélica del cristianismo en la sociedad». Sea lo que fuere, el caso es que las congregaciones religiosas han perdido más de 50.000 miembros desde el final del Vaticano II (1965). Por ejemplo, los jesuitas han perdido en todo el mundo más de 15.000 sacerdotes desde los años 50, un 40% de sus efectivos. Y los franciscanos, un 24% desde mediados de los 70. Y lo mismo ha pasado entre las congregaciones femeninas. Por ejemplo, las Hijas de la Caridad han disminuido un 38% desde el año 1974. Conventos cerrados y monasterios vacíos. Y los pocos que quedan abiertos se mantienen gracias a las «monjas importadas» de Asia, África o Latinoamérica.

SEMINARIOS SIN SEMINARISTAS. La caída de los seminaristas todavía ha sido más brusca. Los seminarios mayores están vacíos y sus inquilinos pasaron de 7.052 en 1952 a 1.797 en la actualidad.«Muchos seminarios han comenzado el curso sin ningún seminarista», se lamentaba el arzobispo de Madrid, monseñor Rouco Varela, el pasado mes de octubre. Escasean tanto los curas y los candidatos a sustituirlos que entre el 10 y el 15% de las parroquias ya no tienen párroco. Para paliar esta escasez, las diócesis, por vez primera en la historia reciente de la Iglesia, están concentrando a los curas y unificando las parroquias en «unidades de acción pastoral».

FUSION DE DIOCESIS. Y algo parecido está ocurriendo incluso con las diócesis. En la actualidad existen en España 67 diócesis territoriales y una personal (el vicariato general castrense).Pero algunas de ellas, como Jaca, Barbastro-Monzón o Tarazona, son tan pequeñas que no pueden subvenir sus necesidades ni económicas ni pastorales. Por eso, en manos del presidente del episcopado, cardenal Rouco Varela, figura un anteproyecto de fusión de diversas diócesis españolas. Empezando por las aragonesas. Con ello se intentaría adecuar lo máximo posible el mapa eclesiástico al mapa civil autonómico.

PAPA MEDIATICO. La Iglesia pierde, pues, poder y relevancia social. El obispo que antes formaba, junto al gobernador civil, la máxima autoridad de la provincia, se ha quedado ahora reducido a un mero gestor de una institución humano-divina decadente, hipotecada por el Estado, al que debe gran parte de su financiación, y desconectada de sus bases. Sus propios fieles no siguen su doctrina, especialmente en materia sexual. Es lo que los entendidos llaman el «cisma silencioso». Una de las cosas que más le duele a Juan Pablo II es ser un Papa muy aplaudido, una gran estrella mediática, pero poco escuchado y seguido.

La Iglesia española no está acostumbrada a competir en el mercado religioso. Ha tenido la exclusiva durante siglos y le cuesta soltarla, mientras se hace la víctima y se siente atacada. En su plan pastoral 2002-2005, los obispos tachan a la sociedad española de «arreligiosa, anticristiana y con manifestaciones públicas en contra de la Iglesia». «Son muchos los enemigos de Cristo», sentencia Rouco. «Cualquier ocasión es buena, aún la más esperpéntica, para desacreditar a la Iglesia ante la opinión pública», corrobora monseñor Asenjo, secretario del Episcopado. La estrategia de Rouco ante esta «campaña hostil» es el silencio. Tanto que, desde su llegada a la cúpula del episcopado, la Iglesia española está rouca y su presencia en los medios, los nuevos púlpitos modernos, está muy diluida.

ESCANDALOS. Y cuanto más se esconde más le salpican los continuos escándalos, tanto a nivel nacional (Gescartera, profesores de religión, terrorismo, desavenencias con los obispos nacionalistas, curas que salen del armario) como internacional (curas africanos violadores, curas pederastas estadounidenses). «Los escándalos no son determinantes pero influyen reforzando la tendencia de corrimiento hacia la indiferencia y hacia la no-práctica religiosa», explica González Blasco. ¿Se mantendrá esta tendencia a la baja de la Iglesia, por la que ha perdido dos millones y medio de fieles en los cuatro últimos años? Si así fuera, en tan sólo 12 años perdería toda su clientela. Los expertos aseguran que la Iglesia seguirá perdiendo fieles, pero a menor ritmo, hasta alcanzar los niveles de secularización de los demás países europeos, donde la Iglesia católica es minoría en medio de masas de indiferentes y no practicantes. Y los teólogos recuerdan el célebre non praevalebunt de Cristo en el acta fundacional de la Iglesia: «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella» (Mt. 16, 17 ss.). Amén.

 
Si las puertas del infierno están prevaleciendo contra ella, es la prueba PALPABLE de que NO ES LA IGLESIA DE CRISTO.




Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. 2Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. 3Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. 4Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. 5El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. 6El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. (Ap 3:1-6)