MIS ORACIONES “CON” MARÍA

A todos los que puedan tener la bondad y amabilidad de dedicar algunos minutos de su tiempo a leer lo que consigno en este epígrafe, deseo decirles algo que vengo repitiendo en varios otros en los que he intervenido, y que consiste en que MI ÚNICO INTERÉS es explicar algunos aspectos de mi fe. Es decir que no sólo no tengo ningún interés, sino que ni se me pasa por la cabeza la idea de tratar de que alguien modifique su fe, su creencia, sus pensamientos, y tengo ese objetivo ya que creo que lo que cada uno piense carece por completo de importancia, puesto que lo único significativo es lo que se hace en la vida, es decir, si se actúa en forma egoísta o con solidaridad, pensamiento que sostengo leyendo el Evangelio de Mateo, Capítulo 25 Versículos 31 a 46

Cordiales saludos

MARANA-THA

Mario
 
MIS ORACIONES CON MARÍA

Hace tiempo que deseo escribir algo relacionado con una conversación mantenida con una amiga, con la cual comparto la fe en el Señor Jesús —Mesías— pero sostengo diferencias sobre otros temas, ya que ella pertenece a la Iglesia Evangélica Bautista mientras yo soy católico romano.

El motivo de aquella charla radicaba en que no entendía —y mucho menos aceptaba— que yo pudiese «orar a la Virgen María», hecho que me recriminaba pues había advertido que tenía en mi poder un rosario, con el cual —dicho sea de paso— rezaba sólo esporádicamente, dado que como lo he reconocido en muchas oportunidades soy bastante “hereje”, y no solía hacerlo mucho que digamos.

Es cierto, TOTAL Y ABSOLUTAMENTE CIERTO, que SÓLO DIOS, el Eterno, el Padre Celestial es quien concede lo que le pidamos, y también el destinatario ÚNICO Y REAL de todas nuestras oraciones.

Asimismo es real que ÚNICAMENTE DIOS es quien resulta ser merecedor de nuestra adoración.

También ES VERDAD que nosotros tenemos un ÚNICO MEDIADOR frente al Padre Celestial, que es Jesús, el Cristo.

Pero entonces; si realmente yo creo en todo eso, ¿cuál es el motivo por el que considero valedero continuar “rezándole a María”?

En ese sentido, además del aspecto al que llamaría la FE que tengo con relación a la Virginidad de María, y sobre el cual resultará difícil que nos pongamos de acuerdo, y el profundo afecto que con el correr de los años he adquirido hacia la madre de Jesús, existe otra razón relativamente simple que trataré de explicarles en pocas palabras, sin pretender con las mismas convencer a nadie, sino sólo aclarar mi posición.

Según relata el Evangelio de Juan, durante las “bodas de Caná” María “le saca de prepo” a Jesús el primer milagro que, por lo menos públicamente, realiza su hijo: convertir el agua en vino.

Para poder ilustrar mejor la idea que intento desarrollar, resulta conveniente recordar aquí, al menos en lo esencial, ese episodio que relata la Biblia: “Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino». Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga». Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación ...” (Jn.2,3-6).

Deseo llamar la atención en la parte final del pasaje trascripto, donde podemos advertir que, conforme lo que nos recuerda el mencionado apóstol, María ni siquiera se pone a discutir con su hijo.

Efectivamente; no intenta explicarle los motivos por las cuales ella se preocupaba por lo acontecido, y que la llevaba a tratar de ayudar a sus anfitriones —o a los novios— evitándoles el bochorno que sin duda deberían afrontar, al advertir los invitados que escaseaba la bebida.

Tampoco le recrimina nada con respecto a lo que podríamos considerar —al menos— una actitud “poco amable” de Jesús, cual fue ese intentar desentenderse de los problemas que podrían plantearse en la boda a la cual habían sido invitados.

Incluso es interesante advertir, que el convite había sido extensivo a los discípulos de Jesús (Jn.2,2) los cuales seguramente habían consumido una parte del vino que ahora faltaba.

Y al respecto resulta posible pensar, que ellos no formaban parte del grupo de invitados originalmente previsto por los novios o sus padres.

En efecto; a una boda son invitados los parientes y los amigos. Pero normalmente no se hace extensiva esa invitación a las “amistades” de los convidados.

Sabemos perfectamente que Jesús hacía muy poco que había entrado en contacto con sus discípulos, y que estos no sabían absolutamente nada de Él antes de su “llamado”, por lo cual resulta difícil pensar que la familia de los contrayentes los conocieran previamente.

Es decir, que estimo como muy probable el que Jesús hubiese manifestado que prefería no ir al convite (para no dejar solos, no “abandonar” a sus discípulos) y que para evitar eso, los novios le hubiesen dicho que concurrieran todos al festejo de la boda, circunstancia que generó un consumo de vino mayor al originalmente previsto.

Y de haber sido así, no resulta demasiado aventurado pensar, que la preocupación de María también podía tener como fundamento el “agregado” de los amigos de su hijo, cuya presencia inesperada en el festejo bien pudo haber sido una de las causas que originaron la falencia en la provisión de licor, que el maestro de sala había advertido.

Ninguna discusión o reproche. Ningún intento de modificar la opinión de Jesús.

Nada de eso.

María simplemente se dirige a los sirvientes diciéndoles: «hagan lo que Él les diga», es decir, que simple y sencillamente DA POR HECHO QUE JESÚS LE HARÍA CASO.

Conforme podemos comprobarlo a través de ese relato bíblico, no resulta para nada complicado afirmar entonces, que María tenía “alguna” (en realidad, yo diría que MUCHÍSIMA) influencia sobre su hijo.

Y resulta muy difícil albergar dudas al respecto, según es posible corroborarlo continuando con la lectura del mencionado relato.

En efecto; pese a que Jesús había sido realmente muy claro, no sólo en el sentido de que «su hora no había llegado aún», sino también con respecto a que esa situación era ajena por completo a ellos, dado que afirmó «¿qué tenemos que ver nosotros?», sin embargo HACE LO QUE LE REQUIERE SU MADRE, solucionando el problema que se había originado.

Pues bien; sea que Jesús se hubiese condolido finalmente de la situación planteada en la boda, sea que no hubiese querido dejar desairada a María, la cuestión es que ACTUÓ CONFORME ELLA SE LO PEDÍA, aún cuando “no era su voluntad” hacerlo.

Pues bien; siendo así, no veo cuál puede ser el motivo que me impida a mí, “aprovecharme” de contar con SEMEJANTE INFLUJO.

Obviamente alguno podrá pensar, que ese “poder” o influencia se mantuvo sólo durante la vida de María, y que su función de madre habría desaparecido hace ya casi 2.000 años y que actualmente no existiría.

Sin embargo pienso que de forma alguna es así, y que María mantiene intacto ese “poderoso ascendiente” sobre Jesús.

Es más; creo que lo incrementó a lo largo de su vida, fundamentalmente al pie de la Cruz, e incluso posiblemente más aún después de su “muerte o dormición”, momento a partir del cual ella pudo comprender con mayor precisión, no sólo el Misterio de la Encarnación y el papel que le cupo a ella dentro de tal plan divino, sino también las grandes debilidades que tenemos nosotros —simples seres humanos “comunes y corrientes”— que transitamos por el mundo afectados por la influencia negativa del “pecado original”.

Y también estoy absolutamente convencido que está a nuestro alcance el poder utilizar la gran influencia que María posee sobre Jesús.

Y pienso de esa forma porque CREO EN LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS, es decir, porque creo que de una manera “mística, misteriosa, espiritual” (o como prefieran llamarla) TODOS LOS CRISTIANOS, vivos y muertos, formamos UNA UNIDAD a la que llamamos Iglesia.

Y tal creencia la sostengo a partir de varios textos bíblicos que hacen referencia a esa particular situación.

El primero está constituido por las propias palabras del Señor cuando afirmó: «Yo soy la vid y vosotros los sarmientos» (Jn.15,4-5) lo cual muestra a las claras que fue el propio Jesús quien señaló, que existe una “unidad” entre los cristianos que depende directamente del Él.

Asimismo, que la “cabeza” de esa comunidad es precisamente el Señor, y la existencia de ese “Cuerpo Místico” por Él originado surge también —y con absoluta claridad— de las palabras de Pablo, al afirmar que «Cristo es la cabeza del cuerpo que es la Iglesia» (Col.1,18).

Por otra parte contribuyen mucho al respecto las enseñanzas de dicho Apóstol, sobre todo las que surgen del capítulo 12 de la Primera Epístola a los Corintios donde enseña: «que todos los miembros sean mutuamente solidarios. ¿Un miembro sufre? Todos los demás sufren con él. ¿Un miembro es enaltecido? Todos los demás participan de su alegría.» (1Cor.12,25-26).

En realidad cabe decir, para avalar mi pensamiento en tal sentido, que todo ese Capítulo de la Primera Epístola a los Corintios —que no transcribo por ser algo extenso, pero cuya lectura recomiendo especialmente, ya que es muy conveniente para comprender lo que he señalado como la “Comunión de los Santos”— nos está indicando expresamente la existencia de una unidad —real e indisoluble— entre los cristianos.

Y siendo eso así, si realmente admitimos la existencia de la COMUNIÓN DE LOS SANTOS, no alcanzo a comprender cuál es el motivo que nos impida, a quienes estamos en el “MÁS ACÁ”, requerir el apoyo de los que están en el “MÁS ALLÁ”.

Sobre todo de alguien como María, la madre del Señor Jesús, que como lo he dicho antes ha demostrado sobradamente tener “bastante peso” en las decisiones de su hijo.

A lo largo de nuestras vidas todos tenemos experiencias similares, ya que en más de una oportunidad, cuando queremos obtener un resultado positivo en algo que nos interesa, debemos requerir a alguien que nos ayude.

Tal es, por ejemplo, el caso de los chicos, que suelen pedirle a su madre que obtenga el “perdón del viejo” por algo que hizo mal, un permiso para salir, u otras cosas por el estilo.

O, simplemente, cuando le solicitan que sea ella quien actúe de “intermediario”, suministrándole al “malo” del padre la “terrible noticia” de haber desaprobado una materia, o haber sido merecedor de alguna amonestación.

Los católicos de vez en cuando oramos a María con “el Salve” (que, como es un poco más extenso que el popular “Ave María”, no lo usamos tanto) oración en la cual decimos: «Señora, abogada nuestra» expresión de la cual surge con absoluta claridad el sentido que deben tener las plegarias que dirigimos al Padre Celestial “con su apoyo”, pues le estamos pidiendo expresamente que actúe frente a Él como “nuestra abogada”, es decir, que le presente de la mejor forma posible a su Hijo nuestro caso (nuestras peticiones) a fin de que Éste, a su vez, lo eleve al Padre Celestial.

Tal vez me podrán decir que no es la actitud “ideal”, y que deberíamos intentar aprender a “arreglárnoslas solos”. Pero como es realmente muy difícil asegurar qué es “lo perfecto”, sinceramente no veo “tan mal” la cosa de “orarle a María”, o mejor dicho, como suelo decir yo, «orar al Padre CON MARÍA», ya que cuando lo hago únicamente pretendo “asociarla” a ella en mis peticiones.

Por eso es que me atrevo a pedir la condescendencia de mis hermanos de las Iglesias Reformadas para que analicen esa posibilidad que les he planteado, a fin de que podamos continuar en la búsqueda de caminos de coincidencia, en lugar de perpetuar el acentuar las diferencias que nos separan, para que, por ese medio, tal vez algún día —y merced a la Gracia— nos encontremos en algún punto que nos permita acercarnos a esa unidad que anhela el Señor (Jn.17,11 y 23).

Cordiales saludos. MARANA-THA

Mario
 
¿Mis oraciones con el diablo?

¿Será que leí mal?

O existe este trasfondo espiritual
 
, ¿cuál es el motivo por el que considero valedero continuar “rezándole a María”?
El motivo es que estas ciego y sordo espiritualmente y sin saberlo traicionas a Dios como una prostituta o ramera al orar a otro que no sea Dios o Cristo

Pero ... la Escritura me dice lo siguiente

Lv 19:14 No maldecirás al sordo, y delante del ciego no pondrás tropiezo, sino que tendrás temor de tu Dios.


Por tanto si te arrepientes Cristo te perdonara tus pecados y te dará la vista y podrás oir la verdad
Si no pues estas destinado a esparcir la iniquidad por las plazas a cambio de una moneda

Oro por tu alma
 
O existe este trasfondo espiritual

Claro que existe.

Es una práctica de hace siglos, en los tiempos del profeta Samuel era castigada con la muerte, leemos el decreto de Dios:

Deu 18:11 ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos.
Deu 18:12 Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti.

MARÍA ESTÁ MUERTA ESPERANDO LA RESURRECCIÓN DE SU CUERPO

El católico, en su ingenuidad, al no leer la biblia por sí mismo, sino que el magisterio católico se la lee y se la interpreta, es engañado, y piensa que es algo sublime consultar el espíritu de una muerta.

Pero para Dios es abominación.
 
Hermano Yehoshua
En primer lugar te diré que te agradezco mucho que ores por mí. Sinceramente estoy seguro de que lo necesito, aunque posiblemente no por las razones que dejas traslucir en tu mensaje, pero no importa, "todo suma".
Y espero no te enojes, pero me parece que tal vez sería conveniente que repasaras un poco en tus lecciones de lectura, ya que me parece que, o bien no lees lo que yo digo, o no entiendes correctamente mis palabras.
Y lo digo de esa forma ya que creo haber sido bastante claro (INCLUSO EN EL TÍTULO DEL EPÍGRAFE) al señalar que yo NO LE REZO A MARÍA, sino que procuro "asociarle" a mis oraciones. Algo así como podemos hacer, cuando se hacen "cadenas de oración" para pedir por la salud de algún enfermo, por ejemplo.
Cordiales saludos
MARANA-THA
Mario
 
Hermano Natanael1
Te diré que en tus palabras faltas a la verdad cuando dices que los católicos no leemos la Biblia.
Y como sin duda alguna has leído los distintos mensajes que puse en otro epígrafe (sobre mi fe en la virginidad de María), ya que allí has intervenido en varias oportunidades, no es posible que desconozcas las "abundante" citas bíblicas que consigné allí (obviamente no las pude mencionar sin leer la Biblia) por lo cual me parece como mínimo absurdo lo que has dicho aquí, motivo por el cual espero no insistas en ese aspecto, al menos si resuelves actuar en forma sincera.
No obstante te agradezco, ya que tanto por eso que mencionaste, como por algo que dijo Yehoshua, me parece que debo poner otros dos temas para explicar algo más sobre mi fe y pensamientos.
Cordiales saludos
MARANA-THA
Mario
 
Hermano Natanael1

Ningún "hermano", primero acepta al Cristo de las Escrituras para que puedas llamarme "Hermano en Cristo".

Porque el cristo católico romanista, que te cuelgas en el pecho en forma de crucifijo, y que tu sistema religioso lo coloca como uno más en el panteón de sus dioses, es falso.

El Cristo de las Escrituras, no comparte su gloria con ninguna criatura, ni su alabanza es desviada hacia las esculturas, lee, recapacita y endereza tu senda, porque el catolicismo romano es un camino al infierno:

Isa_42:8 Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.
Isa 43:11 Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve.
Hch 4:12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
 

Salmo 107:10 Algunos moraban en tinieblas y sombra de muerte, Aprisionados en aflicción y en hierros,11 Por cuanto fueron rebeldes a las palabras de Jehová, Y aborrecieron el consejo del Altísimo.12 Por eso quebrantó con el trabajo sus corazones; Cayeron, y no hubo quien los ayudase.

Mateo 6:​

Jesús y la oración​

(Lc. 11.2-4)​

5 Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.

7 Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. 8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. 9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. 13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. 14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.​

Padre celestial , no vírgenes , ni santos que no pueden escuchar y le escribe alguien que desde el primero día casi 40 años, Dios le contesta las oraciones y no un hipócrita que habla por hablar .​