Dios los bendiga.
Hay un aforismo que dice: "Miradas limpias, limpian mirando". Hay miradas (y en esto no tiene nada que ver el color de ojos) que reflejan tal pureza que nos ayudan a mirarlo todo con ojos purificados.
Un escritor cristiano dice: "Tus ojos no miran, tus ojos no ven. Eres tú el que miras y el que ves con tus ojos. Por eso cuando te muestras, te expones a la mirada de los otros, porque a través de la ventana de tus ojos te asomas buscando lo de afuera y, sin advertirlo, muestras lo de adentro.
A través de tus ojos te muestras tú con tu mirada, revelas tu corazón al que te mira. Por eso hablamos de miradas tristes y miradas alegres, miradas llenas de odio y miradas cariñosas, miradas que "matan" y miradas que contagian vida, miradas cargadas de malos deseos y miradas llenas de pureza e inocencia, miradas que provocan rechazo y miradas que invitan al encuentro, miradas que hieren y miradas que acarician, miradas que amenazan y miradas que piden...
Por eso, cuando te asomas por tus ojos para mirarme, aunque no lo adviertas, y aunque no lo quieras, me estás hablando de ti mismo"
"Señor, que mi mirada hoy no ensucie a nadie. Haz que sea pura, que sea leal, que sea comprensiva con todos mis hermanos.
Quisiera que mi mirada poseyera esa ingenua sorpresa del niño, esa límpida alegría del campo, esa suave y honda serenidad del lago de montaña.
Con los pies bien asentados en la tierra, hoy me propongo, Señor, con tu ayuda, mirar un poco más el cielo...No ese cielo lejano, sino el que tengo aquí a mi alcance: el cielo de todas esas personas que Tú viniste a redimir. Pero para ello, Señor, límpiame la mirada. Señor, te lo ruego: que mi mirada hoy no ensucie a nadie"
Una mirada cristiana ¿no?
Que la paz del Señor esté con ustedes.
Hay un aforismo que dice: "Miradas limpias, limpian mirando". Hay miradas (y en esto no tiene nada que ver el color de ojos) que reflejan tal pureza que nos ayudan a mirarlo todo con ojos purificados.
Un escritor cristiano dice: "Tus ojos no miran, tus ojos no ven. Eres tú el que miras y el que ves con tus ojos. Por eso cuando te muestras, te expones a la mirada de los otros, porque a través de la ventana de tus ojos te asomas buscando lo de afuera y, sin advertirlo, muestras lo de adentro.
A través de tus ojos te muestras tú con tu mirada, revelas tu corazón al que te mira. Por eso hablamos de miradas tristes y miradas alegres, miradas llenas de odio y miradas cariñosas, miradas que "matan" y miradas que contagian vida, miradas cargadas de malos deseos y miradas llenas de pureza e inocencia, miradas que provocan rechazo y miradas que invitan al encuentro, miradas que hieren y miradas que acarician, miradas que amenazan y miradas que piden...
Por eso, cuando te asomas por tus ojos para mirarme, aunque no lo adviertas, y aunque no lo quieras, me estás hablando de ti mismo"
"Señor, que mi mirada hoy no ensucie a nadie. Haz que sea pura, que sea leal, que sea comprensiva con todos mis hermanos.
Quisiera que mi mirada poseyera esa ingenua sorpresa del niño, esa límpida alegría del campo, esa suave y honda serenidad del lago de montaña.
Con los pies bien asentados en la tierra, hoy me propongo, Señor, con tu ayuda, mirar un poco más el cielo...No ese cielo lejano, sino el que tengo aquí a mi alcance: el cielo de todas esas personas que Tú viniste a redimir. Pero para ello, Señor, límpiame la mirada. Señor, te lo ruego: que mi mirada hoy no ensucie a nadie"
Una mirada cristiana ¿no?
Que la paz del Señor esté con ustedes.