No cabe duda. La visita del Papa a Madrid con motivo de J.M.J. siempre permanecerá en nuestros corazones. No solo de los millones de españoles sino del todo el mundo cristiano que bien por televisión o directamente hemos vivido el encuentro de Benedicto XVI desde que el avión papal tomó tierra en el aeropuerto de Barajas el dia 18 de Agosto hasta que voló de regreso a Roma el domingo dia 21 del mismo mes.
Hemos conocido a un Papa distinto. Un Papa sencillo, amable, cercano y con unas ideas muy claras respecto a la juventud. Un Papa que ha sabido en cuatro días ganarse a una juventud peregrina y enfervorizada que le ha seguido sin descanso en todos los actos programados. Un Papa que ha logrado reunir a jóvenes procedentes de los cinco continentes que mezclando sus distintas culturas han dado su grito unámime de adhesión al pontífice. Un Papa que ha conseguido enriquecer la fe y el amor de los que ya le seguían y reflexionar profundamente a los dudosos que vinieron a confirmar su fe en Jesús.
Este hombre con una inteligencia prodigiosa que se le puede calificar sin ánimo de equivocarse, como el mejor teológo del mundo que tiene la Iglesia, con sus 84 años de edad y 68 como religioso, ha visitado España dejando tras de sí un sendero de fe de esperanza y de amor en un viaje que yo dudo se pueda olvidar.
Para él, el balance de los cuatro días que pasó en Madrid ha sido sumamente positivo. Sin duda guarda un especialísimo recuerdo de la celebración religiosa realizada en Cuatro Vientos la mañana del 21 de Agosto, tal vez el más multitudinario de la Jornada Mundial de la juventud, seguido por millones de personas a través de los medios informativos y más de un millón y medio de fieles que siguieron la liturgia congregados en aquel lugar, soportando altísimas temperaturas.
Las 144 hectáreas –equivalentes a 48 campos de futbol- de Cuatro Vientos, el aeródromo más antiguo de España, resultaron insuficientes para albergar a la inmensa marea de jóvenes que comenzaron a llegar a horas muy tempranas de la madrugada, hasta el punto de que unos doscientos mil se vieron obligados a quedarse fuera del llamado recinto de la fe, desbordando los cáculos más optimistas.
El Papa en su homilía, entre otras muchas reflexiones dijo a los jóvenes: “Sed los apóstoles de Cristo en el siglo XXI y los mensajeros de su alegría… Pero permitidme que también os recuerde que seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario: quien cede en la tentación de ir por su cuenta, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo”.
“Hay muchos que creyéndose dioses –continuó el Papa- piensan no tener necesidad de más raices ni cimientos que ellos mismos. Nosotros, en cambio, sabemos que hemos sido creados libres para que seamos protagonistas de la búsqueda de la verdad y del bien. Según el Papa, esos que se creen dioses desearían decidir lo que es bueno o es malo o lo que es justo o injusto. Después Benedicto XVI animó a los jóvenes a no caer ante tales tentaciones que conducen a “una existencia sin horizontes y a una libertad sin Dios”.
Por otra parte, el Papa pidió respeto para los creyentes, denunciando la especie de persecución que están sufriendo los cristianos: “No pocos jóvenes, por causa de su fe en Cristo, sufren en sí mismos la discriminación que lleva al desprecio y a la persecución abierta o larvada… Se les acosa para apartarlos de El, privándolos de los signos de su presencia en la vida pública. Que nada ni nadie os quite la paz; no os avergoncéis del Señor”.
Ya en Barajas el Papa se despedía de Madrid diciendo “¡Gracias!” Es un deber de justicia y una necesidad de corazón declarar que España es una gran nación. Sabe y puede progresar sin renunciar a su alma profundamente religiosa.
Benedicto XVI se marchó, pero, prendido en los corazones de los dos millones de jóvenes que peregrinaron a Madrid procedentes de 193 paises movidos por el común denominador que da sentido a sus vidas: la fe y la esperanza de conseguir un mundo mejor, más justo y más solidario.
Algo es importante. La histórica e inolvidable visita del Papa Benedicto XVI a Madrid para los dos millones de peregrinos que se dieron cita para escucharle, produciendo la mayor concentración de jóvenes jamas vista hasta hoy en el mundo, permanecerá en sus corazones toda su vida.
Para el resto del mundo cristiano… Igual.
Hemos conocido a un Papa distinto. Un Papa sencillo, amable, cercano y con unas ideas muy claras respecto a la juventud. Un Papa que ha sabido en cuatro días ganarse a una juventud peregrina y enfervorizada que le ha seguido sin descanso en todos los actos programados. Un Papa que ha logrado reunir a jóvenes procedentes de los cinco continentes que mezclando sus distintas culturas han dado su grito unámime de adhesión al pontífice. Un Papa que ha conseguido enriquecer la fe y el amor de los que ya le seguían y reflexionar profundamente a los dudosos que vinieron a confirmar su fe en Jesús.
Este hombre con una inteligencia prodigiosa que se le puede calificar sin ánimo de equivocarse, como el mejor teológo del mundo que tiene la Iglesia, con sus 84 años de edad y 68 como religioso, ha visitado España dejando tras de sí un sendero de fe de esperanza y de amor en un viaje que yo dudo se pueda olvidar.
Para él, el balance de los cuatro días que pasó en Madrid ha sido sumamente positivo. Sin duda guarda un especialísimo recuerdo de la celebración religiosa realizada en Cuatro Vientos la mañana del 21 de Agosto, tal vez el más multitudinario de la Jornada Mundial de la juventud, seguido por millones de personas a través de los medios informativos y más de un millón y medio de fieles que siguieron la liturgia congregados en aquel lugar, soportando altísimas temperaturas.
Las 144 hectáreas –equivalentes a 48 campos de futbol- de Cuatro Vientos, el aeródromo más antiguo de España, resultaron insuficientes para albergar a la inmensa marea de jóvenes que comenzaron a llegar a horas muy tempranas de la madrugada, hasta el punto de que unos doscientos mil se vieron obligados a quedarse fuera del llamado recinto de la fe, desbordando los cáculos más optimistas.
El Papa en su homilía, entre otras muchas reflexiones dijo a los jóvenes: “Sed los apóstoles de Cristo en el siglo XXI y los mensajeros de su alegría… Pero permitidme que también os recuerde que seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario: quien cede en la tentación de ir por su cuenta, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo”.
“Hay muchos que creyéndose dioses –continuó el Papa- piensan no tener necesidad de más raices ni cimientos que ellos mismos. Nosotros, en cambio, sabemos que hemos sido creados libres para que seamos protagonistas de la búsqueda de la verdad y del bien. Según el Papa, esos que se creen dioses desearían decidir lo que es bueno o es malo o lo que es justo o injusto. Después Benedicto XVI animó a los jóvenes a no caer ante tales tentaciones que conducen a “una existencia sin horizontes y a una libertad sin Dios”.
Por otra parte, el Papa pidió respeto para los creyentes, denunciando la especie de persecución que están sufriendo los cristianos: “No pocos jóvenes, por causa de su fe en Cristo, sufren en sí mismos la discriminación que lleva al desprecio y a la persecución abierta o larvada… Se les acosa para apartarlos de El, privándolos de los signos de su presencia en la vida pública. Que nada ni nadie os quite la paz; no os avergoncéis del Señor”.
Ya en Barajas el Papa se despedía de Madrid diciendo “¡Gracias!” Es un deber de justicia y una necesidad de corazón declarar que España es una gran nación. Sabe y puede progresar sin renunciar a su alma profundamente religiosa.
Benedicto XVI se marchó, pero, prendido en los corazones de los dos millones de jóvenes que peregrinaron a Madrid procedentes de 193 paises movidos por el común denominador que da sentido a sus vidas: la fe y la esperanza de conseguir un mundo mejor, más justo y más solidario.
Algo es importante. La histórica e inolvidable visita del Papa Benedicto XVI a Madrid para los dos millones de peregrinos que se dieron cita para escucharle, produciendo la mayor concentración de jóvenes jamas vista hasta hoy en el mundo, permanecerá en sus corazones toda su vida.
Para el resto del mundo cristiano… Igual.