MI REFLEXION SOBRE EL TERCER DOMINGO DE CUARESMA

11 Diciembre 2007
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Parecía lógico. Se celebraba la Pascua de los judíos y con ese motivo para atender a las necesidades de los peregrinos, se organiza en el templo un gran mercado que ofrecía todo lo necesario para los sacrificios. Lo más pudientes compraban ovejas y bueyes. Los menos afortunados adquirían palomas. Y para todo esto los cambistas que eran necesarios ya que las ofrendas debían hacerse con moneda judía para evitar las efigies del emperador o de los dioses paganos que figuraban en toda clase de moneda.
Pero Jesús indignado echó a todos del tempo “”Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre” (Jn.2, 13-25).
Y todo esto me conduce a reflexionar: Qué fácil Señor es entrar en tu recinto, en tus paredes, en tus espacios; entrar y salir según nuestros gustos, como quien va al mercado. Tenerte ubicado, controlado… disponible.
En que templo debo encontrarme contigo y darte culto Señor, para desechar esos otros templos del ejercicio cotidiano de mi existencia, arruinados, olvidados, despreciados y mancillados por el abuso injusto y la guerra, y en el que no podemos encontrarnos contigo ni con nuestros hermanos.
Esta claro, necesito convertir aquel “mercado” en un templo vivo; hacer un sitio en mi vida… hacer una conquista para Ti.
Necesito comenzar por dedicar una parte de mi tiempo a Dios y otra a los demás y preguntarme: ¿Qué me ha querido enseñar Jesús’, ¿Qué ha significado ese “mercado” en mi vida y que consecuencias y enseñanzas me ha ofrecido para mi propia vida?, ¿Qué he de hacer al encontrarme templos rotos y profanados en mi entorno?
Tal vez la lectura atenta del siguiente texto, aclare mis dudas.

Así,
Una victima inocente es un deicidio.
Un niño hambriento es una blasfemia.
Una mujer violada es una profanación.
Un torturado física o psicológicamente es un sacrilegio.
Un esclavo u oprimido es un pecado contra el Espíritu Santo.
Un drogadicto es un templo derrumbado.
Un engañado o traicionado es un perjurio.