MI REFLEXION ANTE EN EVANGELIO

11 Diciembre 2007
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DOMINGO DE PENTECOSTES


Posiblemente la Ascensión de Jesús no sería un “viaje” de Jesús al cielo, por que El ya estaba “en el cielo”, o sea, compartía la Gloria de Dios desde ese mismo momento de su Resurrección.
La Ascensión no sería más que la última de sus apariciones. Por eso no importa tanto el lugar donde sucedió, que posiblemente sería cerca de Betania.
Jesús ascendió a los cielos. Los evangelios relatan los hechos que sucedieron y nombran a los testigos que le vieron ascender, ¿podemos creerlo? Me gustaría tener más relatos detallados para apoyar mi fe.
Pero al fin de cuentas, aunque hubieran publicado mil entrevistas de personas que sostuvieran haberlo visto y fotos en colores para comprobar su afirmación, siempre habría lugar para la duda, pues nosotros ni lo hemos visto, ni lo hemos encontrado.
Pero Jesús ascendió sin dejar atrás a los que amaba; se alejó de este mundo y subió hasta el Padre, pero siempre estará con nosotros.
Sin embargo, yo pienso, que lo ascender es relativo, porque Dios no está arriba ni está abajo, está dentro, está en todo. Subir es comulgar, la comunión perfecta. Cristo, cuando entra en el Padre, no se aleja de nosotros, sino que está más cerca de nuestro mismo corazón. En Dios todos somos uno.
Fue su compromiso dictado a sus discípulos; “Como el Padre me envió así os envío yo. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio”. Esta es nuestra tarea. Somos enviados como Cristo para dar buena noticia a los pobres, dar vista a los ciegos, liberar a los oprimidos.
No estamos solos, el Espíritu de Jesús nos acompaña. Tenemos que tener los pies y el corazón disponibles para acudir a las llamadas del dolor o del amor. Tenemos que cambiar el mundo. Tenemos que rezar, predicar y propiciar el Reino de Dios que Cristo anunciaba.
Nuestra esperanza, no se refiere solamente a la de poder ascender al Cielo para ver a Dios cara a cara. Tampoco a que vuelva el Señor prontamente. Nuestra esperanza inmediata es la de transformar esta tierra en un cielo; el trabajar para que nuestro mundo sea más justo y solidario; más limpio y hermoso; que nuestra sociedad sea más libre y pacífica, que las fuerzas del mal sean superadas por la fuerza del Espíritu. Nosotros esperamos no tanto que vuelva Cristo, sino que sepamos descubrir su presencia y hacerla posible en este mundo.
Así las cosas, también yo tendré dudas y necesitaré para apoyar mi fe, descubrir relatos más detallados. A este respecto tendré que hacer algunas preguntas:

¿Qué significa subir al cielo?
¿Trabajo para poner cielo donde hay infierno?
¿He tenido alguna experiencia de cielo?

Meditaré profundamente sobre el poema de Al-Nuvi, místico del siglo IX:

Antes de irte me dijiste:
desde ahora ya no verás
nada de lo que mires
a no ser que me veas
en todo cuanto mires.