“Se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros…” “No se lo impidáis… El que no está contra nosotros está a favor nuestro”.
Estas escenas del evangelio ponen de manifiesto la mentalidad sectaria, mezquina y puntillosa del grupo cerrado de los discípulos, frente a la respuesta de amplitud y tolerancia que Jesús tiene.
El Espíritu de Dios actúa con largueza e imprevisiblemente en territorios sin fronteras.
Con frecuencia va más allá de donde yo veo por soy incapaz de ver lejos, y de alegrarme de sus acciones sorprendentes.
Estoy convencido de que cuando yo llego a los demás. “ya ha estado allí el Espíritu trabajando”, por eso me ofrece el “vaso de agua”. Mi actitud debería ser la alabanza, la admiración y la apertura a su dinamismo.
Reconozco que necesito también hoy, curarme de mezquindad, de intolerancia y abrirme a la acogida aceptando los valores que el Espíritu hace germinar en ese amplio campo donde el Reino continúa su crecimiento y su acción de liberación.
“Uno que echaba demonios en tu nombre”. Seguramente sería el Señor quien actuaba por su Espíritu, sin pedir permiso al grupo, que debe buscar y discernir su conducta a la luz del Espíritu del Señor.
Ante todo esto, tendría que preguntarme y contestarme con toda la sinceridad de un corazón noble y generoso que busca con insistencia su entrega a Dios y a los demás:
¿Seré capaz de saludar y aceptar la acción del Espíritu en cada uno de los hermanos, con alegría?
¿Cómo vivo los logros de los demás, con qué actitud y ánimo acepto y convivo el pluralismo?
¿En qué grupo del evangelio me veo encuadrado?, ¿En el de los pequeños… entre los débiles… con los evangelizadores…? ¿Quizás me encuentre entre los que todo lo juzgan, a veces sin la piedad debida?
Tengo buscar caminos nuevos de acción conjunta que reflejen la acción del Espíritu para fortalecer el mío.
Estas escenas del evangelio ponen de manifiesto la mentalidad sectaria, mezquina y puntillosa del grupo cerrado de los discípulos, frente a la respuesta de amplitud y tolerancia que Jesús tiene.
El Espíritu de Dios actúa con largueza e imprevisiblemente en territorios sin fronteras.
Con frecuencia va más allá de donde yo veo por soy incapaz de ver lejos, y de alegrarme de sus acciones sorprendentes.
Estoy convencido de que cuando yo llego a los demás. “ya ha estado allí el Espíritu trabajando”, por eso me ofrece el “vaso de agua”. Mi actitud debería ser la alabanza, la admiración y la apertura a su dinamismo.
Reconozco que necesito también hoy, curarme de mezquindad, de intolerancia y abrirme a la acogida aceptando los valores que el Espíritu hace germinar en ese amplio campo donde el Reino continúa su crecimiento y su acción de liberación.
“Uno que echaba demonios en tu nombre”. Seguramente sería el Señor quien actuaba por su Espíritu, sin pedir permiso al grupo, que debe buscar y discernir su conducta a la luz del Espíritu del Señor.
Ante todo esto, tendría que preguntarme y contestarme con toda la sinceridad de un corazón noble y generoso que busca con insistencia su entrega a Dios y a los demás:
¿Seré capaz de saludar y aceptar la acción del Espíritu en cada uno de los hermanos, con alegría?
¿Cómo vivo los logros de los demás, con qué actitud y ánimo acepto y convivo el pluralismo?
¿En qué grupo del evangelio me veo encuadrado?, ¿En el de los pequeños… entre los débiles… con los evangelizadores…? ¿Quizás me encuentre entre los que todo lo juzgan, a veces sin la piedad debida?
Tengo buscar caminos nuevos de acción conjunta que reflejen la acción del Espíritu para fortalecer el mío.