MI REFLEXION ANTE EL EVANGELIO QUINTO DOMINGO DE PASCUA

11 Diciembre 2007
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Nos dejó un mandamiento nuevo. Es decir un mandamiento propio para estos tiempos que vivimos.
La Biblia nos habla de la fidelidad interior a Dios y de amor al prójimo. Sin embargo este mensaje quizás quedaba oculto por los formulismos y por las distintas maneras de amar. Pienso que hasta el fanatismo religioso podría encubrirse tras el amor a Dios. A raiz de Jesus resucitado, en cambio, el amor es la única ley y para entender como aplicarla debemos siempre referenciarnos en los ejemplos que nos dio Jesús en su vida terrenal.
Está claro que desde el día en que se despìdíó de sus discípulos, nosotros somos en este mundo los que podemos afirmar que “Jesús vive en medio de nosotros” teniendo con referencia concreta en este mandamiento la frase del evangelio “como yo os he amado, amaos también entre vosotros”.
Por supuesto que este amor proclamado por Jesús ha de ser visible por la nueva sociedad y reconocible por cualquiera que quiera saber quienes somos: “esta es la señal por la que conocerán todos que sois mis discípulos”.
Es tremendamente cierto que con Cristo ha empezado un mundo nuevo desechando el mundo viejo que dejará tras él el dolor, el pecado y la muerte.
Pero para que este sueño llegue a ser realidad hay que empezar a vivir el mandamiento nuevo que nos dio Jesús: “amarse como él mismo nos amó” Esta debe ser nuestra señal y nuestra ley. Amándonos como Jesús haremos de la tierra un anticipo del cielo.
Ante ese mandamiento nuevo que Jesús entrega a sus discípulos, no escrito en tabla o pergamino, sino en el corazón y no con buril o con tinta, sino con el fuego del Espíritu (cf.2Co3, 3) tendré que preguntarme:

¿Como manifiesto hoy, ese amor motivador de todo, en la comunidad creyente que me rodea?
¿En que servicios concretos?
¿Con que actitudes y hacia que personas concretas?

Posiblemente tendrá que ser expresando mi amor hacia los demás con gestos y hechos, dentro de la vida cotidiana