MI REFLEXION ANTE EL EVANGELIO DOMINGO VIGESIMO QUINTO

11 Diciembre 2007
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TIEMPO ORDINARIO




Es sencillo imaginarse la escena. Los apóstoles han vuelto a Cafarnaún, y descansan brevemente en una casa, posiblemente fuera la de Simón Pedro y de su familia.
Han predicado el Reino de Dios, hacen curaciones milagrosas y también expulsan a los demonios. Pero aún les falta lo más importante: ser humildes.
Al parecer le siguen tan solo externamente, puesto que al parecer en ellos persiste la diversidad de preocupaciones. Así lo cuenta el evangelista ante la discusión que han mantenido por el camino urge sobre todo una lección: la del servicio.
Ante esto Jesús se sienta para darles una enseñanza fundamental: quiere dejarles claro otro orden en su comunidad; otros valores en las relaciones interpersonales: “Quien quiera ser el primero, sea el último y el servidor de todos.
Les señala donde está la verdadera grandeza atacando de raíz el afán de orgullo y poder para que en actitud de servicio se interesen por el prójimo de manera afectiva y efectiva, invirtiendo de esta manera el orden de valores que tantas veces prevalece entre los hombres.
Por otra parte otra exigencia que enseña a sus discípulos es a través de la presencia de un niño, símbolo de lo insignificante. Se es grande –viene a decirles- no cuando se ocupa un puesto de relevancia, sino cuando en la vida sed hace sitio para quien no tiene grandeza. Y lo razona explicándoles que Él mismo, y Dios a través suyo, se encarna en el que no goza de relieve ni prestigio, en el débil e indefenso.
Y toda esta lección magistral del Maestro a mí me sirve para saber que he progresar, pero no para imponerme ni para estar por encima de otros, sino para recibir y acoger a aquellos de quienes nadie se ocupa.
Convencerme de que seré grande ante Dios, si me ocupo de aquellos que no tienen prestigio, ni grandeza y se consideran ser los últimos de esta sociedad.
Tener la certeza de no caer entre los que caminan en dirección equivocada y desean luchar por honores y grandezas.
Preocuparme de saber quiénes son “niños” en mi entorno cultural; ¡cómo los valoro, los tengo en cuenta y los escucho? Y quiénes y como acogidos en mi entorno, los llamados “últimos”.