TIEMPO ORDINARIO
Estamos llegando a la mitad del evangelio y ya vemos perfilar el fin trágico. Por primera vez los apóstoles toman conciencia de quien es su Maestro. Están descubriendo que Jesús como salvador es el hombre perfecto que lleva sobres sí el destino de la humanidad y debe sufrir, porque este era el destino de los hombres después del pecado.
Hasta ahora les ha enseñado con parábolas, signos e interpretaciones. Ahora comienza la correcta interpretación de su destino: “El Hijo del hombre debe padecer… ser rechazado… le matarán y a los tres días resucitará”.
Para los discípulos este primer anuncio de la pasión y resurrección supone una enseñanza nueva. Jesús empieza a enseñarles la verdadera naturaleza de su mesianismo.
Sin embargo Pedro no está dispuesto a aceptar que sea ese el camino que según el designio divino debe recorrer Jesús. Lo considera como una especie de ocurrencia demoníaca que es preciso desterrar. Y esta actitud de Pedro le hace merecedor de una dura recriminación con un “Ponte detrás de mí”. Es la orden que recibe para volver al puesto que le corresponde, es decir, al puesto de discípulo para seguir al Maestro sin pretender adelantarse, sino poner sus pasos sobre sus pisadas en la senda del camino que va dejando.
El evangelio es claro, firme y real: “Si alguno quiere venir detrás de mí que renuncie, que cargue con su cruz y que me siga”.
Así las cosas, una vez más tendré que reflexionar con toda humildad sobre realidades concretas y preguntarme:
• ¿Renunciar a qué? A los logros… al poder… al triunfo… al éxito?
• ¿Soportaré con amor esa cruz que Dios me ha impuesto para seguirle cargando libremente con ella y de este modo superarme en el camino del amor?
• Qué le contestaría si El me preguntara ¿T tu quien dices que soy yo?
• Qué significa Jesús para mí? ¿Cómo lo defino en mi vida y con qué acciones concretas le expreso mi manera de seguirle?
Siempre recordaré aquel comprometedor consejo de un bueno amigo de mi infancia, ya fallecido, que me decía: “Con la ayuda de Dios ,tu vida puede ser la Biblia única que otros lean”
Estamos llegando a la mitad del evangelio y ya vemos perfilar el fin trágico. Por primera vez los apóstoles toman conciencia de quien es su Maestro. Están descubriendo que Jesús como salvador es el hombre perfecto que lleva sobres sí el destino de la humanidad y debe sufrir, porque este era el destino de los hombres después del pecado.
Hasta ahora les ha enseñado con parábolas, signos e interpretaciones. Ahora comienza la correcta interpretación de su destino: “El Hijo del hombre debe padecer… ser rechazado… le matarán y a los tres días resucitará”.
Para los discípulos este primer anuncio de la pasión y resurrección supone una enseñanza nueva. Jesús empieza a enseñarles la verdadera naturaleza de su mesianismo.
Sin embargo Pedro no está dispuesto a aceptar que sea ese el camino que según el designio divino debe recorrer Jesús. Lo considera como una especie de ocurrencia demoníaca que es preciso desterrar. Y esta actitud de Pedro le hace merecedor de una dura recriminación con un “Ponte detrás de mí”. Es la orden que recibe para volver al puesto que le corresponde, es decir, al puesto de discípulo para seguir al Maestro sin pretender adelantarse, sino poner sus pasos sobre sus pisadas en la senda del camino que va dejando.
El evangelio es claro, firme y real: “Si alguno quiere venir detrás de mí que renuncie, que cargue con su cruz y que me siga”.
Así las cosas, una vez más tendré que reflexionar con toda humildad sobre realidades concretas y preguntarme:
• ¿Renunciar a qué? A los logros… al poder… al triunfo… al éxito?
• ¿Soportaré con amor esa cruz que Dios me ha impuesto para seguirle cargando libremente con ella y de este modo superarme en el camino del amor?
• Qué le contestaría si El me preguntara ¿T tu quien dices que soy yo?
• Qué significa Jesús para mí? ¿Cómo lo defino en mi vida y con qué acciones concretas le expreso mi manera de seguirle?
Siempre recordaré aquel comprometedor consejo de un bueno amigo de mi infancia, ya fallecido, que me decía: “Con la ayuda de Dios ,tu vida puede ser la Biblia única que otros lean”