http://www.icp-e.org/
Wenceslao calvo
<CENTER>Mercado de valores</CENTER>
"...vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír. Porque vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra lengua. No hay quien clame por la justicia... Incuban huevos de áspides, y tejen telas de arañas; el que comiere de sus huevos, morirá; y si los apretaren, saldrán víboras... sus veredas son torcidas... Por esto se alejó de nosotros la justicia, y no nos alcanzó la rectitud; esperamos luz, y he aquí tinieblas; resplandores, y andamos en oscuridad... Porque nuestras rebeliones se han multiplicado delante de ti, y nuestros pecados han atestiguado contra nosotros... Y el derecho se retiró, y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir. Y la verdad fue detenida, y el que se apartó del mal fue puesto en prisión; y lo vio el Señor, y desagradó a sus ojos, porque pereció el derecho. Y vio que no había hombre, y se maravilló que no hubiera quien se interpusiese; y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia... tomó ropas de venganza por vestidura, y se cubrió de celo como de manto, como para vindicación, como para retribuir con ira a sus enemigos, y dar el pago a sus adversarios... porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu del Señor levantará bandera contra él. Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice el Señor. Y este será mi pacto con ellos, dijo el Señor: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo el Señor, desde ahora y para siempre. "
(Isaías 59, fragmentos)
Me imagino que cada cual, cuando lee un periódico, tiene una particular predilección por ciertas secciones y una indiferencia más marcada hacia otras; para unos las páginas de internacional serán las más interesantes, otros destacarán las deportivas y otros las nacionales. En mi caso he de decir que tengo claro cuáles son las que menos me llaman la atención, lo cual no quiere decir que sean las menos importantes, y son las que se refieren a la economía.
Tal vez será porque los números nunca fueron mi fuerte, pero el caso es que todo lo que tenga que ver con finanzas y contabilidad me aburre, y no digamos ya esas horribles listas de letra menuda donde aparecen los movimientos habidos en las distintas Bolsas del mundo en las que las acciones de las grandes empresas suben y bajan por razones que para mí son más misteriosas que muchos de los recovecos y entresijos de la teología más especulativa. Confieso mi ignorancia aunque reconozco que la economía es parte cotidiana de nuestra vida y motor necesario para que el mundo funcione, pero no logro comprender lo del Euribor y lo del Mibor ni porqué suben o bajan los tipos de interés ni las razones de las fluctuaciones del índice Nikkei o del Dow Jones, aunque sí alcanzo a entender que las guerras y la inestabilidad social y política y la corrupción son fuente constante de altibajos.
Aunque, a decir verdad, en asuntos de finanzas hay ciertas reglas muy elementales que cualquiera entiende, como que en un hogar si hay más gastos que ingresos no se puede llegar a fin de mes (razón por la cual admiro a mi esposa que es capaz de hacer posible que, con pocos recursos, no tengamos que ayunar la última semana de cada mes) y también que sin trabajo no hay riqueza. Aunque me imagino que estas simples reglas, que los gastos no pueden superar a las entradas sin que se produzca una quiebra y que sin trabajo no hay prosperidad, son también las que rigen en los mercados bursátiles y en la macroeconomía de las naciones. De ahí que yo propondría para el puesto de Ministro de Economía de cada nación a un ama de casa, quien sabe bien lo que es andar con los pies en el suelo y administrar incluso escasos medios al máximo, con sobriedad y sabiduría.
Una de las expresiones más comunes en este complicado mundo de la economía es la de valores al alza y valores a la baja y mediante ella se le da una alegría o un berrinche a los accionistas de las corporaciones que experimentan dichas fluctuaciones, pues con sus altas y bajas también se aprecia o deprecia el valor de sus inversiones. Actualmente se ha puesto de moda hablar de valores, pero no en el sentido económico sino moral, por eso se habla de pérdida de valores, de la necesidad de recuperar ciertos valores, etc. de manera que asistimos a toda una preocupación en torno a los valores. El texto bíblico arriba citado también habla de una serie de valores al alza y de otros a la baja que se daban en la sociedad hebrea de hace 2.700 años. Pero aunque ha pasado tanto tiempo cronológico, cuando leemos el pasaje pareciera que el tiempo se ha detenido porque la nuestra es una sociedad muy parecida a aquélla en lo que a esta cuestión se refiere:
• Valores al alza. En aquel tiempo lo que subía como la espuma era un solo valor: Todo lo que tuviera que ver con la maldad.
• i. Una maldad completa. ‘Porque vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra lengua.' Es toda la personalidad la que está corrompida.
• ii. Una maldad multiforme. ‘Porque nuestras rebeliones se han multiplicado delante de ti.' Tiene tantas ramificaciones como variedad tiene una imaginación depravada.
• iii. Una maldad extendida. ‘No hay quien clame por la justicia.' Al no haber nadie que levante la voz contra ella.
• iv. Una maldad arraigada. ‘Sus veredas son torcidas.' Vereda indica estilo de vida, es decir algo bien establecido.
• v. Una maldad prolífica. ‘Incuban huevos de áspides.' Porque engendra y produce multitud de obras perversas.
• Valores a la baja. ‘[/I]Y el derecho se retiró, y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir.[/I]' En aquel tiempo lo que estaba por los suelos eran cosas como el derecho, la justicia, la verdad y la rectitud. Es decir, cuestiones no relativas ni temporales sino universales e inmutables. Es más, había una beligerancia contra ellas y contra cualquiera que las defendiera. ¿No nos suena esto a algo familiar?.
• Resultados desastrosos. El descalabro de los fundamentos morales no puede sino tener consecuencias perniciosas sobre los mismos que lo han originado.
• i. Ausencia de Dios. ‘Y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.'
• ii. Expectativas frustradas. ‘Esperamos luz, y he aquí tinieblas; resplandores, y andamos en oscuridad.'
• iii. Negra realidad. ‘Estamos en lugares oscuros como muertos.'
• iv. Condenación moral. ‘Nuestros pecados han atestiguado contra nosotros.'
• Vindicación y victoria de los auténticos valores. Cuando todo se derrumba y parece que la maldad se va a salir con la suya, todavía queda en pie el Autor de los verdaderos valores que va a dar la cara por los mismos y no va a permanecer indiferente a la quiebra del orden que él ha establecido.
• i. La intervención de Dios. ‘Tomó ropas de venganza por vestidura.' Una intervención en la cual Dios se emplea a fondo porque lo que está en juego es la hegemonía del mal o del bien. Esta es la verdadera guerra santa.
• ii. La confrontación con el mal. ‘Porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu del Señor levantará bandera contra él.' En la cual hay un banderín de enganche para todos aquellos que quieran alistarse para esta batalla en la que la maldad va a recibir su merecida retribución. Aquí no hay lugar para la neutralidad.
• iii. El rescate de los atrapados por la maldad. ‘Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob.' Una salvación que es solamente para aquellos que se arrepienten de su pecado.
• iv. La promesa inquebrantable. ‘El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca.' Por la cual los verdaderos valores son interiorizados por el Espíritu de Dios en nosotros.
Los tiempos en los que vivimos son muy parecidos a los del profeta Isaías porque el bien está a la baja y la maldad al alza, siendo arriesgado levantar la voz para defender la justicia y la verdad de Dios. Pero no hay otra alternativa, pues o escogemos eso o el ser arrastrados por la inundación ya que el tiempo en el que se podían hacer componendas ha terminado.
Wenceslao Calvo es conferenciante y pastor en una iglesia de Madrid.
© W. Calvo, 2004, ProtestanteDigital.com, Madrid, España
http://www.icp-e.org/
Wenceslao calvo
<CENTER>Mercado de valores</CENTER>
"...vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír. Porque vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra lengua. No hay quien clame por la justicia... Incuban huevos de áspides, y tejen telas de arañas; el que comiere de sus huevos, morirá; y si los apretaren, saldrán víboras... sus veredas son torcidas... Por esto se alejó de nosotros la justicia, y no nos alcanzó la rectitud; esperamos luz, y he aquí tinieblas; resplandores, y andamos en oscuridad... Porque nuestras rebeliones se han multiplicado delante de ti, y nuestros pecados han atestiguado contra nosotros... Y el derecho se retiró, y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir. Y la verdad fue detenida, y el que se apartó del mal fue puesto en prisión; y lo vio el Señor, y desagradó a sus ojos, porque pereció el derecho. Y vio que no había hombre, y se maravilló que no hubiera quien se interpusiese; y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia... tomó ropas de venganza por vestidura, y se cubrió de celo como de manto, como para vindicación, como para retribuir con ira a sus enemigos, y dar el pago a sus adversarios... porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu del Señor levantará bandera contra él. Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice el Señor. Y este será mi pacto con ellos, dijo el Señor: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo el Señor, desde ahora y para siempre. "
(Isaías 59, fragmentos)
Me imagino que cada cual, cuando lee un periódico, tiene una particular predilección por ciertas secciones y una indiferencia más marcada hacia otras; para unos las páginas de internacional serán las más interesantes, otros destacarán las deportivas y otros las nacionales. En mi caso he de decir que tengo claro cuáles son las que menos me llaman la atención, lo cual no quiere decir que sean las menos importantes, y son las que se refieren a la economía.
Tal vez será porque los números nunca fueron mi fuerte, pero el caso es que todo lo que tenga que ver con finanzas y contabilidad me aburre, y no digamos ya esas horribles listas de letra menuda donde aparecen los movimientos habidos en las distintas Bolsas del mundo en las que las acciones de las grandes empresas suben y bajan por razones que para mí son más misteriosas que muchos de los recovecos y entresijos de la teología más especulativa. Confieso mi ignorancia aunque reconozco que la economía es parte cotidiana de nuestra vida y motor necesario para que el mundo funcione, pero no logro comprender lo del Euribor y lo del Mibor ni porqué suben o bajan los tipos de interés ni las razones de las fluctuaciones del índice Nikkei o del Dow Jones, aunque sí alcanzo a entender que las guerras y la inestabilidad social y política y la corrupción son fuente constante de altibajos.
Aunque, a decir verdad, en asuntos de finanzas hay ciertas reglas muy elementales que cualquiera entiende, como que en un hogar si hay más gastos que ingresos no se puede llegar a fin de mes (razón por la cual admiro a mi esposa que es capaz de hacer posible que, con pocos recursos, no tengamos que ayunar la última semana de cada mes) y también que sin trabajo no hay riqueza. Aunque me imagino que estas simples reglas, que los gastos no pueden superar a las entradas sin que se produzca una quiebra y que sin trabajo no hay prosperidad, son también las que rigen en los mercados bursátiles y en la macroeconomía de las naciones. De ahí que yo propondría para el puesto de Ministro de Economía de cada nación a un ama de casa, quien sabe bien lo que es andar con los pies en el suelo y administrar incluso escasos medios al máximo, con sobriedad y sabiduría.
Una de las expresiones más comunes en este complicado mundo de la economía es la de valores al alza y valores a la baja y mediante ella se le da una alegría o un berrinche a los accionistas de las corporaciones que experimentan dichas fluctuaciones, pues con sus altas y bajas también se aprecia o deprecia el valor de sus inversiones. Actualmente se ha puesto de moda hablar de valores, pero no en el sentido económico sino moral, por eso se habla de pérdida de valores, de la necesidad de recuperar ciertos valores, etc. de manera que asistimos a toda una preocupación en torno a los valores. El texto bíblico arriba citado también habla de una serie de valores al alza y de otros a la baja que se daban en la sociedad hebrea de hace 2.700 años. Pero aunque ha pasado tanto tiempo cronológico, cuando leemos el pasaje pareciera que el tiempo se ha detenido porque la nuestra es una sociedad muy parecida a aquélla en lo que a esta cuestión se refiere:
• Valores al alza. En aquel tiempo lo que subía como la espuma era un solo valor: Todo lo que tuviera que ver con la maldad.
• i. Una maldad completa. ‘Porque vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra lengua.' Es toda la personalidad la que está corrompida.
• ii. Una maldad multiforme. ‘Porque nuestras rebeliones se han multiplicado delante de ti.' Tiene tantas ramificaciones como variedad tiene una imaginación depravada.
• iii. Una maldad extendida. ‘No hay quien clame por la justicia.' Al no haber nadie que levante la voz contra ella.
• iv. Una maldad arraigada. ‘Sus veredas son torcidas.' Vereda indica estilo de vida, es decir algo bien establecido.
• v. Una maldad prolífica. ‘Incuban huevos de áspides.' Porque engendra y produce multitud de obras perversas.
• Valores a la baja. ‘[/I]Y el derecho se retiró, y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir.[/I]' En aquel tiempo lo que estaba por los suelos eran cosas como el derecho, la justicia, la verdad y la rectitud. Es decir, cuestiones no relativas ni temporales sino universales e inmutables. Es más, había una beligerancia contra ellas y contra cualquiera que las defendiera. ¿No nos suena esto a algo familiar?.
• Resultados desastrosos. El descalabro de los fundamentos morales no puede sino tener consecuencias perniciosas sobre los mismos que lo han originado.
• i. Ausencia de Dios. ‘Y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.'
• ii. Expectativas frustradas. ‘Esperamos luz, y he aquí tinieblas; resplandores, y andamos en oscuridad.'
• iii. Negra realidad. ‘Estamos en lugares oscuros como muertos.'
• iv. Condenación moral. ‘Nuestros pecados han atestiguado contra nosotros.'
• Vindicación y victoria de los auténticos valores. Cuando todo se derrumba y parece que la maldad se va a salir con la suya, todavía queda en pie el Autor de los verdaderos valores que va a dar la cara por los mismos y no va a permanecer indiferente a la quiebra del orden que él ha establecido.
• i. La intervención de Dios. ‘Tomó ropas de venganza por vestidura.' Una intervención en la cual Dios se emplea a fondo porque lo que está en juego es la hegemonía del mal o del bien. Esta es la verdadera guerra santa.
• ii. La confrontación con el mal. ‘Porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu del Señor levantará bandera contra él.' En la cual hay un banderín de enganche para todos aquellos que quieran alistarse para esta batalla en la que la maldad va a recibir su merecida retribución. Aquí no hay lugar para la neutralidad.
• iii. El rescate de los atrapados por la maldad. ‘Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob.' Una salvación que es solamente para aquellos que se arrepienten de su pecado.
• iv. La promesa inquebrantable. ‘El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca.' Por la cual los verdaderos valores son interiorizados por el Espíritu de Dios en nosotros.
Los tiempos en los que vivimos son muy parecidos a los del profeta Isaías porque el bien está a la baja y la maldad al alza, siendo arriesgado levantar la voz para defender la justicia y la verdad de Dios. Pero no hay otra alternativa, pues o escogemos eso o el ser arrastrados por la inundación ya que el tiempo en el que se podían hacer componendas ha terminado.
Wenceslao Calvo es conferenciante y pastor en una iglesia de Madrid.
© W. Calvo, 2004, ProtestanteDigital.com, Madrid, España
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