Mensaje 28
Vida interior
Desarrollo, crecimiento y madurez
Lectura bíblica
2 Ti.4:10 Porque Demas me ha abandonado, amando este siglo...
Jac. 4:4 Adúlteros, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que decide ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
Separarnos del mundo
La diferencia que hay entre el pecado y el mundo
Inmediatamente después de nuestra consagración, lo primero que debemos hacer es tomar las medidas respectivas en relación con nuestros pecados y luego, debemos separarnos del mundo. Puesto que ambos contaminan nuestras vidas y son abominables para Dios, ambos deben ser eliminados y purgados. Sin embargo, la contaminación producida por cada uno de estos aspectos es diferente. La contaminación del pecado es feroz, grotesca y repugnante, mientras que la contaminación del mundo es más civilizada y refinada, frecuentemente hermosa ante los hombres.
Además, el daño que causan el pecado y el mundo en el hombre difieren enormemente: el pecado contamina al hombre, mientras que el mundo no sólo lo contamina, sino que también lo posee. Es mucho más grave ser poseído por el mundo que ser contaminado por el pecado… Por un lado, Satanás corrompe al hombre utilizando el pecado, y por otro, posee al hombre por medio del mundo, y por ende, hace que el hombre se aparte de la presencia de Dios y se pierda. Un estudio de Génesis aclarará esta diferencia. Aunque Adán fue corrompido por el pecado, él no dejó la presencia de Dios. No fue hasta Génesis 4, cuando el hombre inventó la civilización y formó el sistema mundano, que el hombre fue usurpado y ganado por Satanás mediante el mundo. Por consiguiente, el hombre dejó de pertenecer a Dios.
Si bien Abraham mintió repetidas veces al afirmar que su esposa era su hermana, este fracaso no era sino un pecado que simplemente lo contaminaba pero que no lo usurpaba. Así, él aún podía ser uno que servía al Señor y que oraba por otros en tierra pagana (véase Gn. 12 y 20). Sin embargo, Demas, un colaborador de Pablo, fue privado de su utilidad delante de Dios porque amaba el mundo y fue usurpado por él (2 Ti. 4:10).
Generalmente, la gente sólo percibe el daño que el pecado causa y no el causado por el mundo, porque el pecado va en contra de la moral, mientras que el mundo no se opone a la moral, pero sí se opone a Dios mismo. Al hombre se le ha privado del concepto de Dios; y sólo tiene un concepto de moral. Por esta razón, él tiene cierto conocimiento en cuanto al pecado, el cual va en contra de la moral, y está consciente de cómo lo contamina a él. Pero con respecto al mundo, el cual está en oposición a Dios, el hombre no tiene conocimiento alguno de éste, ni tampoco está consciente de su usurpación. Por ejemplo, un borracho —uno que es licencioso, desenfrenado y lujurioso y no teme a Dios ni al hombre— es considerado inmoral y es condenado por los hombres. Pero si alguien, que es completamente indiferente a las cosas de Dios y poco dispuesto a que Dios lo gane, está diariamente ocupado con la poesía y la declamación, y sumergido en la literatura, los hombres le alabarán sin tener ninguna percepción de que la literatura le ha usurpado. Esto se debe al hecho de que los hombres no conocen a Dios y no tienen noción alguna de El, y por lo tanto, ignoran que Satanás usurpa al hombre por medio del mundo.
Cuando veamos las diferencias que hay entre el pecado y el mundo, percibiremos que el daño causado por el mundo es mayor, su efecto nocivo es más grave y su oposición a Dios es más hostil que la del pecado. Puesto que el mundo está directamente opuesto a Dios mismo, se ha convertido en el enemigo de Dios. El pecado es contrario a la ley de Dios y a Su proceder, es decir, a Su justicia, mientras que el mundo es contrario a Dios mismo y a Su naturaleza divina, es decir, a Su santidad. El pecado se opone a la ley de Dios, y el mundo a Dios mismo. Por esta razón, la Biblia declara que la amistad con el mundo es enemistad con Dios (Jac. 4:4).
El pecado es el paso inicial, rudimentario y superficial en la caída del hombre, pero el mundo es el paso final, grave y trascendente de la caída. Muchos sólo le dan importancia a la victoria sobre el pecado, pero la Biblia le da aún más importancia al hecho de vencer el mundo (1 Jn. 5:4)… Si deseamos crecer en vida y que el Señor nos posea completamente, tenemos que hacer todo lo posible por separarnos del mundo que nos esclaviza.
Witness Lee. Living Stream Ministry
Henry
Vida interior
Desarrollo, crecimiento y madurez
Lectura bíblica
2 Ti.4:10 Porque Demas me ha abandonado, amando este siglo...
Jac. 4:4 Adúlteros, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que decide ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
Separarnos del mundo
La diferencia que hay entre el pecado y el mundo
Inmediatamente después de nuestra consagración, lo primero que debemos hacer es tomar las medidas respectivas en relación con nuestros pecados y luego, debemos separarnos del mundo. Puesto que ambos contaminan nuestras vidas y son abominables para Dios, ambos deben ser eliminados y purgados. Sin embargo, la contaminación producida por cada uno de estos aspectos es diferente. La contaminación del pecado es feroz, grotesca y repugnante, mientras que la contaminación del mundo es más civilizada y refinada, frecuentemente hermosa ante los hombres.
Además, el daño que causan el pecado y el mundo en el hombre difieren enormemente: el pecado contamina al hombre, mientras que el mundo no sólo lo contamina, sino que también lo posee. Es mucho más grave ser poseído por el mundo que ser contaminado por el pecado… Por un lado, Satanás corrompe al hombre utilizando el pecado, y por otro, posee al hombre por medio del mundo, y por ende, hace que el hombre se aparte de la presencia de Dios y se pierda. Un estudio de Génesis aclarará esta diferencia. Aunque Adán fue corrompido por el pecado, él no dejó la presencia de Dios. No fue hasta Génesis 4, cuando el hombre inventó la civilización y formó el sistema mundano, que el hombre fue usurpado y ganado por Satanás mediante el mundo. Por consiguiente, el hombre dejó de pertenecer a Dios.
Si bien Abraham mintió repetidas veces al afirmar que su esposa era su hermana, este fracaso no era sino un pecado que simplemente lo contaminaba pero que no lo usurpaba. Así, él aún podía ser uno que servía al Señor y que oraba por otros en tierra pagana (véase Gn. 12 y 20). Sin embargo, Demas, un colaborador de Pablo, fue privado de su utilidad delante de Dios porque amaba el mundo y fue usurpado por él (2 Ti. 4:10).
Generalmente, la gente sólo percibe el daño que el pecado causa y no el causado por el mundo, porque el pecado va en contra de la moral, mientras que el mundo no se opone a la moral, pero sí se opone a Dios mismo. Al hombre se le ha privado del concepto de Dios; y sólo tiene un concepto de moral. Por esta razón, él tiene cierto conocimiento en cuanto al pecado, el cual va en contra de la moral, y está consciente de cómo lo contamina a él. Pero con respecto al mundo, el cual está en oposición a Dios, el hombre no tiene conocimiento alguno de éste, ni tampoco está consciente de su usurpación. Por ejemplo, un borracho —uno que es licencioso, desenfrenado y lujurioso y no teme a Dios ni al hombre— es considerado inmoral y es condenado por los hombres. Pero si alguien, que es completamente indiferente a las cosas de Dios y poco dispuesto a que Dios lo gane, está diariamente ocupado con la poesía y la declamación, y sumergido en la literatura, los hombres le alabarán sin tener ninguna percepción de que la literatura le ha usurpado. Esto se debe al hecho de que los hombres no conocen a Dios y no tienen noción alguna de El, y por lo tanto, ignoran que Satanás usurpa al hombre por medio del mundo.
Cuando veamos las diferencias que hay entre el pecado y el mundo, percibiremos que el daño causado por el mundo es mayor, su efecto nocivo es más grave y su oposición a Dios es más hostil que la del pecado. Puesto que el mundo está directamente opuesto a Dios mismo, se ha convertido en el enemigo de Dios. El pecado es contrario a la ley de Dios y a Su proceder, es decir, a Su justicia, mientras que el mundo es contrario a Dios mismo y a Su naturaleza divina, es decir, a Su santidad. El pecado se opone a la ley de Dios, y el mundo a Dios mismo. Por esta razón, la Biblia declara que la amistad con el mundo es enemistad con Dios (Jac. 4:4).
El pecado es el paso inicial, rudimentario y superficial en la caída del hombre, pero el mundo es el paso final, grave y trascendente de la caída. Muchos sólo le dan importancia a la victoria sobre el pecado, pero la Biblia le da aún más importancia al hecho de vencer el mundo (1 Jn. 5:4)… Si deseamos crecer en vida y que el Señor nos posea completamente, tenemos que hacer todo lo posible por separarnos del mundo que nos esclaviza.
Witness Lee. Living Stream Ministry
Henry