Si yo fuera Apóstol de Jesucristo andaría por todas partes predicando el Evangelio de Jesucristo haciendo milagros y señales, sanando todos los enfermos que hay en los hospitales y en toda ciudad o pueblo, hablando y testificando con Presidentes y Jueces, con Reyes y Príncipes, con todo gobernante y ministro que Dios ponga en mi camino, discipulando hombres amadores de la verdad y dispuestos a seguir a Cristo hasta la muerte, no aceptaría regalos ni atenciones suntuosas, no quiero autos, casas ni propiedades, ni aviones ni barcos, nada se compara con la Mansion que me esta el Señor preparando para cuando venga por mi. Todo daría de gracia porque de gracia lo recibí. Un hombre asi es un verdadero Apóstol. Cualquier otro nombrado o auto-nombrado apóstol y que no hace todo lo que acabo de describir y más aun, es un falso apóstol.