Meditaciones 9 de septiembre

2 Junio 1999
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UNA MESA EN EL DESIERTO
Meditaciones diarias
Watchman Nee
9. de septiembre

He aquí yo estoy contigo … porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho. Génesis 28:15.

Aquí en Betel, a pesar de la condición espiritual de Jacob, Dios no tuvo palabras de reprensión para con él. Nosotros sin duda alguna, le hubiéramos aplicado una solemne reprimenda. Dios es santo y no sentía ningún agrado ante los engaños de Jacob. Sin embargo, no le reprochó. ¿De qué hubiera servido? Jacob no podía cambiarse a sí mismo y por lo tanto Dios no le exhortó a hacerlo. Pero lo que era imposible para Jacob, Dios bien lo podía hacer y sus palabras revelan la absoluta certeza en Sí mismo. “No te dejaré hasta que haya hecho…” Sabía que su siervo no podía escapar de su mano; y que el Jacob que había de volver a Betel años mas tarde, sería un hombre muy distinto. “He aquí, yo estoy contigo”, este es nuestro consuelo.
 
9 de septiembre ¿A dónde van nuestras oraciones?


“ENVIARON, PUES, LAS HERMANAS A DECIR A JESUS: SEÑOR, EL QUE AMAS ESTÁ ENFERMO” (Juan 11:3)


Alguien fue a buscar a Jesús por causa de Lázaro, y porque fueron, Jesús respondió. La sanidad no se llevaría a cabo hasta después de algunos días, pero “el cronometro” fue activado cuando se hizo la petición. ¿Te has preguntado alguna vez a dónde van tus oraciones al salir de tus labios? Escuchad: “...se hizo silencio en el cielo...
Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro... las oraciones de todos los santos... delante del trono...El humo... subió de la mano del ángel a la Presencia de Dios” (Apocalipsis 8:1b,3,4). ¿Por qué hubo silencio en el cielo? ¡Porque alguien estaba orando! El cielo hace una pausa para oír las oraciones de… alguien como tú. Escucha: “...las oraciones de todos los santos… a la Presencia de Dios” (Apocalipsis 8:4).

¡Impresionante! ¡Tus palabras no se detienen hasta llegar al corazón de Dios!

Pero hay que resaltar que el amigo que fue a Jesús por causa de Lázaro dijo: “Señor, el que amas está enfermo” (Juan 11:13b). No suplicó basándose en el amor imperfecto del necesitado, sino en el amor perfecto del Salvador. No dijo: “Señor, el que te ama está enfermo”.

No, dijo: “...el que amas está enfermo”. ¡Eso es muy distinto!

El poder de la oración no depende de la virtud del que ora, sino del amor inalterable de Él que escucha. ¿No te alegra esto? Puede que estés lleno de debilidades; puede que no comprendas el misterio de la oración, pero esto queda claro: la acción empieza en el cielo cuando alguien ora en la tierra.



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Y más si tenemos en cuanto lo que Pablo nos dice en Rom 8:26:
Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles