Meditaciones 6 de septiembre

2 Junio 1999
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UNA MESA EN EL DESIERTO
Meditaciones diarias
Watchman Nee
6. de septiembre

Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Juan 15:4.

Estas conocidas palabras nos recuerdan que es Dios quien nos ha colocado en Cristo. Estamos allí y se nos manda a que nos quedemos allí. Fue un acto de Dios, y nosotros debemos aferrarnos a El. “Permaneced en mí, y yo en vosotros”. Esta es una frase doble. Un mandamiento con promesa. Vale decir que hay un aspecto objetivo y otro subjetivo en la obra de Dios: y el subjetivo depende del objetivo. El “yo en vosotros”, es el resultado de permanecer en El. Debemos guardarnos de estar demasiado ansiosos por el aspecto subjetivo de las cosas, como si un pámpano en la vid se esforzara para producir uvas de una medida y de un color especiales. Debemos apoyarnos más en la objetiva –permaneced en Mí- y dejar a Dios los resultados. El se ha comprometido a esto. El carácter del fruto, siempre esta determinado por la vid.
 
6 de septiembre Olvidar el pasado



“DIOS ME HIZO OLVIDAR TODOS MIS SUFRIMIENTOS ...” (Génesis 41:51b)


¿Te han hecho daño? ¿Estás luchando para volver a tenerte en pie? Si es así, empieza a seguir estos pasos:

En primer lugar: Niégate a vivir como una víctima. Cuando dejes de buscar simpatía y empieces a buscar soluciones, comenzarás a recuperarte. Dios abre nuevas puertas, pero cuando lo hace, tienes que caminar por ellas y aceptar la responsabilidad por tu futuro.

En segundo lugar: Aísla el problema, no a la persona. No todo el mundo es igual. ¡No dejes que lo que una o dos personas te hicieron afecte el resto de tus relaciones! Una vez que seas capaz de aislar lo ocurrido, podrás impedir que el enemigo utilice tu pasado para contaminar tu futuro.

En tercer lugar: Deja que “el perfecto amor” cure tus cicatrices.

El amor de Dios por ti es el único amor lo suficientemente perfecto para poder echar fuera todos tus temores (Ver 1 Juan 4:18).

¿Temor de qué? Temor de confiar en cualquier otra persona, ¡o incluso en ti mismo! Temor a que te conozcan y te rechacen. Tan sólo en “el aula del amor de Dios” puedes forjar la autoestima y aprender a hacer buenas elecciones.

En cuarto lugar: No te quedes en tu relación con Dios solamente. La fórmula para sanarte es el amor y la aceptación de Dios, para que puedas ayudar a sanar a otros también. ¡Tan sólo puedes conservar su amor, si lo das a otros y los aceptas! Escucha: “Llamó José al primogénito Manasés, porque dijo: Dios me hizo olvidar todos mis sufrimientos...” (Génesis 41:51,52). ¡Y lo que Dios hizo por José, lo hará contigo!






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