Meditaciones 4 de septiembre

2 Junio 1999
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El hermano hgo, me escribió de nuevo...y dado que tiene problemas de conexión, me ruega que les ponga la meditación de hoy.


UNA MESA EN EL DESIERTO
Meditaciones diarias
Watchman Nee
4. de septiembre

Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firmes vuestra vocación y elección.
2 Pedro 1:10.


La riqueza espiritual no viene por medio de dones de gracia especiales, en ocasiones especiales, sino como resultado de la permanente actividad espiritual en una vida a través de los años. Me apena ver a hermanos y hermanas tan dependientes de experiencias especiales, que durante los lapsos en que estos no ocurren, se sumergen en una vida que casi no puede distinguirse de los paganos que los rodean. ¡Qué condición de pobreza revelan estos hechos! No atesoran riquezas. Entre los estímulos que reciben de una reunión a otra, viven en derrota. La vida en el Espíritu no es así. Su riqueza no se obtiene en instancias especiales de la vida, sino por la incesante operación de la gracia de Dios en el largo trecho de todo el camino de la vida.
 
4 de septiembre ¡Las siete costumbres mortíferas de gente verdaderamente miserable!


“…RECIBÍOS LOS UNOS A OTROS, COMO TAMBIÉN CRISTO NOS RECIBIÓ…” (Romanos 15:7)


El rector de una universidad comentó recientemente a los estudiantes
que iban a ser graduados: “Poco importa lo que habéis aprendido aquí, si al final no sabéis encontrar maneras para crear relaciones y solucionar conflictos con los demás”. El Dr. William Glasser afirmó que la agitación emocional y el sufrimiento provienen de tratar a controlar a otros por medio de: (1) la crítica; (2) la queja; (3) dar la lata; (4) el castigo; (5) el soborno; (6) el reproche y (7) la amenaza.

Cuando dices: “No me dolería la cabeza si sólo ordenaras las cosas”, o:“Si realmente me amaras, harías lo que te pido”, estás manipulando a alguien. De hecho, tomando en cuanta la forma que tenemos de manipular a los demás, ¡es un milagro que nos quede relación alguna!

¿De dónde proceden estas costumbres? Las vimos en nuestros profesores, padres y demás, y empezamos nosotros a utilizarlas también.

Y realmente funcionan... pero sólo por poco tiempo, porque como seres humanos estamos todos programados genéticamente para resistir la presión exterior. Lo que resistes, persiste. Cuando se coacciona a alguien, la persona o se mantiene en sus treces o anda a hurtadillas a tu espalda.

Hasta que no dejes de controlar a los demás, tus relaciones con otros siempre terminarán en una lucha por el control que hará miserables a todos los implicados.

Entonces, ¿cuál es la respuesta? Escucha: “...recibíos los unos a otros, como también Cristo nos recibió…” (Romanos 15:7). Eso significa que:

(a) Tienes que admitir que, por muy difícil que parezca, tus tácticas actuales no funcionan;

(b) Has de recordar: “Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento (Oseas 4:6). Toma tiempo para crear un cuadro mental concreto del tipo de persona que quieres ser;

(c) Debes trabajar progresivamente en cambiar, adoptando los principios bíblicos que quieres integrar en tu vida.




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