Meditaciones 29 de septiembre

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5 Septiembre 2001
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UNA MESA EN EL DESIERTO
Watchman Nee

El que viene tras mí .... es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Mateo 3:11.

Dios sólo da buenos dones a sus hijos. Lamentablemente somos propensos a estimarlos en forma liviana, por el mismo hecho de su abundancia. Los santos del Antiguo Testamento, que fueron menos favorecidos que nosotros, podían apreciar mejor el valor de este don del Espíritu derramado. En sus tiempos era un don dado sólo a unos pocos selectos, principalmente a sacerdotes, jueces, reyes y profetas; mientras que ahora es la porción de todo hijo de Dios. Piensa que nosotros, meros desconocidos que confían en Cristo, podemos tener reposando sobre nosotros al mismo Espíritu que descansó sobre Moisés el amigo de Dios, sobre David el rey amado, y sobre Elías el profeta poderoso. “Entre los que nacen de mujer”, dijo Jesús, “no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos mayor es que él”.
 
29 de septiembre Vuelve a vivir tu vida – Segunda parte

“TENEMOS… DIFERENTES DONES… ÚSELO…” (Romanos 12:6)

Dios te creó diferente de los demás, no igual. Cada uno juega un papel único. Cuando luchamos por ser como otros, nos perdemos en el proceso. El Señor quiere que encajemos en su plan, y no que nos sintamos presionados a encajar en el plan de otro. Es bueno ser diferente; ¡está bien!

¡Descubre en qué eres bueno, entrégate a ello con todo tu corazón y descubrirás el más alto grado de felicidad! Normalmente fallas cuando intentas hacer lo que otro está dotado para hacer. ¿Por qué? Porque a ti no se te ha asignado lo que los demás hacen, o por lo menos, no de la manera en que ellos lo hacen. ¡Pero eso no significa que no eres bueno en nada!

Aquí tienes una clave importante: ¡céntrate en tu potencial, no en tus limitaciones! Todos tenemos limitaciones y debemos aceptarlas. Eso no es malo, es simplemente un hecho. En realidad, es maravilloso ser diferente sin sentirse que algo malo pasa con uno mismo. Las personas seguras saben que Dios les ama como son y que tiene un plan para ellas, de manera que no se sienten amenazadas por las aptitudes o logros de otros. Aunque parezca mentira, disfrutan de lo que los demás son capaces de hacer, porque disfrutan de lo que ellas mismas hacen. Pablo escribió: “No busquemos la vanagloria…, envidiándonos unos a otros” (Gálatas 5:26).

Al final, lo que más importa es ser capaz de decir: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciera” (Juan 17:4). ¡Siempre que puedas decir eso – eres un ganador!