Meditaciones 27 de agosto

2 Junio 1999
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27 de agosto Los beneficios de la entrega



“SOMETEOS, PUES, A DIOS...” (Santiago 4:7)



La entrega conlleva tres grandes beneficios. Primero, experimentas paz: “Vuelve ahora en amistad con Dios y tendrás paz; y la prosperidad vendrá a ti” (Job 22:21.

Segundo, experimentas libertad: “...libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia” (Romanos 6:18).

Tercero, experimentas poder. ¡En el momento en que te rindes a Cristo, Él vence las tentaciones persistentes y los problemas abrumadores!

Al acercarse Josué a los muros de Jericó, se encontró con Dios, se postró en adoración, entregó sus planes y clamó: “¿Qué dice mi Señor a su siervo?” (Josué 5:14b). Esa rendición condujo a una victoria espectacular. Aquí está la paradoja: ¡la victoria viene por medio de la entrega! ¡La sumisión no te debilita sino que te fortalece! Una vez sometido a Dios, no debes temer ni rendirte a ninguna otra cosa.

William Booth, el fundador del Ejército de Salvación, dijo: “La grandeza del poder del hombre radica en la medida de su entrega”.

Eventualmente, todos nos entregamos a algo. Si no es a Dios, te someterás a las opiniones y expectativas de los demás, al dinero, al resentimiento, al temor, o a tus propias codicias o ego.

Eres libre para elegir a qué rendirte, pero no eres libre de las consecuencias de esa elección.

E. Stanley Jones decía: “Si no te entregas a Cristo, te entregas al caos”.

El ejemplo supremo de sumisión es Jesús. La noche antes de su crucifixión, se sometió al plan de Dios diciendo: “...no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42b). ¡Y Él es tu ejemplo!




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