Meditaciones 26 de agosto

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5 Septiembre 2001
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UNA MESA EN EL DESIERTO
Meditaciones diarias
Watchman Nee
26 de agosto

Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor. Zacarías 2:5.

Al describir la gran ciudad de Dios en el Apocalipsis, Juan comienza con la pared, pues es la pared lo que delimita todo lo que es suyo. Un muro sugiere seguridad y fuerza. También separación. Una de las marcas que distinguen al cristiano, es que la separación lo ha liberado del mundo en que vivía. Satanás detesta una delimitación tan clara (prefiere mucho más los tabiques divisorios entre los hermanos). En los días de Esdras, y más tarde en tiempos de Nehemías, fue la reconstrucción de los muros de Jerusalén la que provocó una violenta oposición. Qué consuelo es, entonces, que el mismo señor diga: “Yo seré para ella … muro”.
 
26 de agosto Lo que significa entregarse

“GUARDA SILENCIO ANTE EL SEÑOR Y ESPERA EN ÉL...”(Salmo 37:7)


La entrega a Dios no es una resignación pasiva, ni fatalismo, ni una
excusa para la pereza, ni tampoco es conformarse con como están las
cosas. De hecho, tal vez signifique lo contrario: sacrificarte a ti
mismo a fin de cambiar lo que necesita ser cambiado. Dios sólo llama a pelear en su Nombre a aquellos que se han rendido. Así pues, someterse no es para los cobardes ni para los que se dejan “pisotear”.


La mejor forma de demostrar sumisión es mediante la obediencia: “Sí,
Señor”, a todo lo que te pida. Decir: “No, Señor”, es una contradicción. ¿Cómo puedes llamar a Jesús “Señor” y luego negarte a
obedecerle?


Tras una noche de pesca sin éxito, Pedro demostró verdadera rendición cuando Jesús le dijo que lo intentara de nuevo: “Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y nada hemos pescado; pero en tu palabra echaré la red” (Lucas 5:5).


Las personas que se han entregado obedecen a Dios aun cuando no tiene sentido; ¡y las recompensas son magníficas! Abraham siguió a Dios sin saber dónde le llevaría eso. Ana esperó el tiempo de Dios sin saber cuándo iba a ser. María esperó un milagro sin saber cómo iba a suceder. José confió en los propósitos de Dios sin saber por qué las circunstancias estaban así.



Cada una de estas personas se sometió a Dios totalmente. “¿Cuándo sabré que me he entregado del todo?”, preguntarás. Cuando le dejas a Él arreglar las cosas en lugar de intentar manipular a los demás, imponer tu propia manera de pensar, o controlar la situación.


Sencillamente tienes que soltar las riendas y dejárselas a Dios. Tú no tienes que hacerte cargo.






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