Meditaciones 23 de agosto

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5 Septiembre 2001
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UNA MESA EN EL DESIERTO
Meditaciones diarias
Watchman Nee
23 de agosto

Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán; me conducirán a tu santo monte. Salmo 43:3.

“Tu luz y tu verdad”: las dos están relacionadas. La verdad está completa en cristo, pero nuestra necesidad es que la luz de Dios sea derramada en nuestro corazón. Si bien la base de nuestra certidumbre es la realidad de la persona de Cristo y su obra victoriosa, todavía necesitamos ver esto con la ayuda de Dios, conocer al gloriosa verdad, no de que va a reinar, sino que ya reina. Lo que Dios hace en nosotros hoy, es algo que El ya ha hecho en Cristo. Nuestra suprema necedad es que veamos este hecho. Toda experiencia espiritual se deriva del derramamiento de luz divina sobre verdad eterna. La verdad predicada sin luz de Dios, es sólo doctrina. Con esa luz nos transformará a ti y a mi, de tal manera que la realidad que se encontraba hasta ahora sólo en cristo, comienza a verse también en lo que Dios está logrando que nosotros seamos en El. Este sendero conduce directamente al “Santo Monte” de Dios.
 
23 de agosto “El Padre Nuestro” - Séptima parte


“...PORQUE TUYO ES EL REINO, EL PODER Y LA GLORIA, POR TODOS LOS
SIGLOS. AMÉN” (Mateo 6,13b)




Nosotros no fuimos hechos para manejar tres cosas que Jesús remarcó: el reino, el poder, y la gloria.


Los discípulos no tuvieron dificultad de comprender esto. Acababan de verle calmar la peor tormenta que jamás habían pasado. En un momento, el mar embravecido pasó a ser “un estanque” tranquilo en el que no había ni una sola ola.¿Y cuál fue su reacción?


Escucha: “...sintieron un gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es este...?” (Marcos 4:41).Jamás habían conocido a alguien semejante. Las olas y los vientos se sometieron a Él como si fueran sus siervos. Y eso no es todo; pronto verían peces “saltar a la barca”, demonios “meterse de cabeza” en los cerdos, inválidos convertirse en “bailarines”, y cadáveres convertirse en personas “vivitas y coleando”.


Nunca habían presenciado tanto poder, ni habían visto tanta gloria.


Reconócelo, no fuimos creados para dirigir un reino; tampoco se espera de nosotros ser todopoderosos, y mucho menos manejar la gloria.


Algunos de nosotros pensamos que podemos, que nos hemos “auto-creado”... En vez de doblar las rodillas, simplemente nos
remangamos y empezamos otro día con sus doce horas de trabajo.


Ahora bien, eso puede ser suficiente cuando se trata de ganarse la vida, pero cuando se refiere a nuestra propia culpa o tumba, nuestro poder propio no bastará. Así que, Jesús termina su gran oración con un mensaje que nunca debemos olvidar: “...tuyo -no mío- es el reino. -Tuyo, no mío- el poder. -Tuya, no mía- la gloria” (Mateo 6,13b).


Recuérdalo... y prosperarás. Si te atreves a olvidarlo... ¡es mejor que no sepas las consecuencias!



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