UNA MESA EN EL DESIERTO
Meditaciones diarias
Watchman Nee
22. de septiembre
Toda la gente procuraba tocarle. Lucas 6:19.
Ninguno de nosotros puede rastrear los misteriosos caminos de Dios, ni pre-determinar como El ha de actuar. Había un niño chino quien, cuando tenía doce años, fue llevado por su madre a adorar en un templo en las sierras. Al detenerse con ella delante del altar, miró al ídolo y pensó: “Eres feo y sucio para ser adorado. No creo que puedas salvar. ¿De qué vale adorarte?” Pero por respeto a la madre, se asoció a la ceremonia. Al terminar, la madre se subió a su silla para ser llevada a su casa. El niño se deslizó hacia la parte trasera del templo y encontró allí un lugar abierto. Mirando hacia el cielo dijo: “Oh Dios, quienquiera que seas, no puedo creer que tu vives en ese altar sucio. Tu eres demasiado grande. No sé como encontrarte, pero me pongo en tus manos, quienquiera que seas. Treinta años mas tarde me encontré con él y le presente el evangelio. El dijo: “He conocido al Señor Jesús por primera vez hoy, pero es la segunda vez que he tocado a Dios. Algo especial me ocurrió, hace ya muchos años, allá en aquella sierra.”. “Todos los que le tocaron quedaron sanos” (Mateo 14:36). Dios no siempre nos explica cómo.
Meditaciones diarias
Watchman Nee
22. de septiembre
Toda la gente procuraba tocarle. Lucas 6:19.
Ninguno de nosotros puede rastrear los misteriosos caminos de Dios, ni pre-determinar como El ha de actuar. Había un niño chino quien, cuando tenía doce años, fue llevado por su madre a adorar en un templo en las sierras. Al detenerse con ella delante del altar, miró al ídolo y pensó: “Eres feo y sucio para ser adorado. No creo que puedas salvar. ¿De qué vale adorarte?” Pero por respeto a la madre, se asoció a la ceremonia. Al terminar, la madre se subió a su silla para ser llevada a su casa. El niño se deslizó hacia la parte trasera del templo y encontró allí un lugar abierto. Mirando hacia el cielo dijo: “Oh Dios, quienquiera que seas, no puedo creer que tu vives en ese altar sucio. Tu eres demasiado grande. No sé como encontrarte, pero me pongo en tus manos, quienquiera que seas. Treinta años mas tarde me encontré con él y le presente el evangelio. El dijo: “He conocido al Señor Jesús por primera vez hoy, pero es la segunda vez que he tocado a Dios. Algo especial me ocurrió, hace ya muchos años, allá en aquella sierra.”. “Todos los que le tocaron quedaron sanos” (Mateo 14:36). Dios no siempre nos explica cómo.