UNA MESA EN EL DESIERTO
Watchman Nee
La vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Jeremías 18:4.
El diseño original del Alfarero se estropeó por algo en la arcilla que no respondía adecuadamente. Sí, estropeado pero no destruido, pues El volvió y la hizo otra vasija. Lo que Dios puede hacer es maravilloso, siempre que estemos dispuestos a someternos a sus ajustes. ¿Le hemos fallado en algún punto? Sería entonces insensatez seguir, pensando que El está obligado a seguir con nosotros en nuestro camino equivocado.
¿Ha cambiado El de mente por algún motivo? ¿Ha dispuesto que yo sea ahora “otra vasija”? Luchar para seguir siendo la misma equivaldría a la muerte. “podré yo hacer de vosotros como este alfarero?”, dice el Señor. No podemos jugar con su voluntad. Aunque es nuestro Padre Celestial, es también soberano en sus caminos. Nuestra actitud debe ser: “Señor, tenme siempre cerca de ti, con temor, siempre preparado para lo mejor que tu dispongas”. Encuentro gran consuelo en el consejo de Pedro: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo” (1 P. 5:6).
Watchman Nee
La vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Jeremías 18:4.
El diseño original del Alfarero se estropeó por algo en la arcilla que no respondía adecuadamente. Sí, estropeado pero no destruido, pues El volvió y la hizo otra vasija. Lo que Dios puede hacer es maravilloso, siempre que estemos dispuestos a someternos a sus ajustes. ¿Le hemos fallado en algún punto? Sería entonces insensatez seguir, pensando que El está obligado a seguir con nosotros en nuestro camino equivocado.
¿Ha cambiado El de mente por algún motivo? ¿Ha dispuesto que yo sea ahora “otra vasija”? Luchar para seguir siendo la misma equivaldría a la muerte. “podré yo hacer de vosotros como este alfarero?”, dice el Señor. No podemos jugar con su voluntad. Aunque es nuestro Padre Celestial, es también soberano en sus caminos. Nuestra actitud debe ser: “Señor, tenme siempre cerca de ti, con temor, siempre preparado para lo mejor que tu dispongas”. Encuentro gran consuelo en el consejo de Pedro: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo” (1 P. 5:6).