Meditaciones 17. de noviembre

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5 Septiembre 2001
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UNA MESA EN EL DESIERTO
Watchman Nee

Estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor ... con demostración del Espíritu”. 1 Corintios 2: 3 ss.

Las Escrituras nos presentan dos clases de experiencias cristianas ambas igualmente válidas y necesarias. Por una parte, existen afirmaciones fuertes, casi jactanciosas, como: “Dios ... nos lleva siempre en triunfo en Cristo”, “para mí el vivir es Cristo”, y “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Sin embargo, por el otro lado, las mismas personas tienen que confesar: “perdimos la esperanza de conservar la vida”, “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” y “nosotros somos débiles en El”. Este tipo de creyente parece ser frágil, temeroso, con faltas, y asombrosamente falto de confianza. Pero en realidad la verdadera vida de un hijo de Dios consiste en la coexistencia de estas dos clases de experiencias. Por supuesto que preferiríamos concentrarnos en la primera clase y excluir la otra. Pero conocer las dos equivale a conocer al Dios de Israel... ¡y también al Dios de Jacob!
 
17 de noviembre - Profundízate en la Palabra de Dios – Tercera parte


“QUE LA PALABRA DE CRISTO HABITE EN ABUNDANCIA EN VOSOTROS, CON TODA SABIDURÍA...” (Colosenses 3:16 - LBA)


No es suficiente creer lo que dice la Biblia; debes llenar tu mente de ella, de manera que el Espíritu Santo pueda usarla para transformarte. Los dos primeros modos de hacerlo son:

(1) ¡Leerla! Si tienes tiempo para leer el periódico pero no la Biblia, no crecerás. No puedes ver la tele durante tres horas, leer la Biblia durante tres minutos y esperar que crecerás. “Pero yo creo lo que dice la Biblia de principio a fin” dices. ¡Eso no significa nada! ¿La has leído de principio a fin? Si la lees sólo quince minutos al día, la habrás leído toda en un año. Si lo cambias por un programa de televisión de treinta minutos, en un año la habrás leído dos veces. La lectura diaria de la Biblia te mantendrá “en onda” con la voz de Dios. Escucha: “...Lo tendrá consigo y lo leerá todos los días de su vida...” (Deuteronomio 17:19). ¿Quieres prosperar? ¡Consigue un plan de lectura bíblica diaria y síguelo!

(2) ¡Recibirla! En la parábola del sembrador Jesús identifica tres actitudes no receptivas: (a) una mente cerrada (suelo junto al camino); (b) una mente superficial (suelo sobre la piedra); (c) una mente distraída (suelo entre espinos) (Ver Lucas 8:4-15). Luego dijo: “Mirad, pues, cómo oís...” (Lucas 8:18). Siempre que no estás aprendiendo algo, revisa tu actitud, especialmente sobre el orgullo porque Dios puede hablar a través del profesor más aburrido si eres humilde y receptivo. Escucha: “...recibid con mansedumbre la Palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas” (Santiago 1:21b). Así que, ¡profundízate en la Palabra de Dios!