Meditaciones 13. de octubre

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5 Septiembre 2001
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UNA MESA EN EL DESIERTO
Watchman Nee

¿Acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? Lucas 18:7.

Supongamos que un hombre entra en tu casa y la ocupa sin tu permiso. ¿Qué haces? Recurres al magistrado y apelando a las leyes de la nación obtienes un veredicto en contra suyo. Regresas con la orden del juez, y lo desalojas. Con un poco de suerte, no sale encadenado. La situación en este mundo no es distinta. El “libro” de la ley de Dios ya ha dado su veredicto contra el ocupante ilegal de este mundo. Debe marcharse. ¿Qué importa si para Satanás la ley del reino de los cielos es una ley extranjera? El Calvario ya ha establecido la superioridad de ese reino. En la cruz Cristo despojó de toda su base legal a Satanás. Es ahora la responsabilidad de la Iglesia el ocuparse de que la nueva ley sea puesta en vigencia, clamando al Señor, como la viuda de la parábola, “hazme justicia de mi adversario”, ha de obtener la orden de desalojo y echarlo fuera. Dios espera oír este clamor.
 
13 de octubre --- Atrévete a creer lo mejor



"EL AMOR NUNCA DEJA DE SER..." (1 Corintios 13:8)



El profesor Howard Hendricks escribió: "Cuando estaba en el quinto curso, yo era inseguro, no me sentía amado y estaba descontento con la vida. Mi profesora, la señorita Simon, aparentemente pensaba que yo no veía el problema, pues regularmente me recordaba: 'Hendricks, eres el peor chico de esta escuela'. Así que, me dedicaba a vivir de acuerdo con su opinión acerca de mí. Al pasar al sexto curso, la señorita Noe echó una mirada, desafiante, como para entrar en acción, hacia donde yo estaba sentado. Sonriendo dijo: 'Hendricks, he oído mucho de ti, ¡pero no creo ni una palabra de ello!'.

Aquello fue un momento decisivo en mi vida. ¡Por vez primera alguien vio potencial en mí! La señorita Noe me puso tareas específicas. Me invitó a quedarme después de la escuela para trabajar con ella. En consecuencia, yo no podía defraudarla. Una vez estaba tan metido en la tarea que no me acosté hasta la 1.30 de la madrugada. Mi padre vino por el pasillo y me dijo: 'Hijo, ¿te encuentras mal?'. 'No', le contesté, 'estoy haciendo los deberes'. Se restregó los ojos y movió la cabeza con incredulidad; nunca me había oído decir cosa semejante. ¿Qué causó la diferencia? Alguien estaba dispuesta a creer en mí, mientras me retaba a expectativas más altas. Aquello fue arriesgado, pues no había garantía de que yo honraría su confianza".

A todo el mundo le gusta ver el resultado de su enseñanza, especialmente cuando se trata de alguien con talento. ¿Pero cuántos de nosotros estamos dispuestos a arriesgar con una persona que roza los límites de la normalidad? Los que sí lo están, muestran esa clase de amor que... ¡nunca falla!