LUTERO TENÍA LA RAZÓN, admite la santa sede

24 Junio 2002
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Diversas iglesias católicas mostraron cautela ante la desición del papa de darle la razón al LÍDER PROTESTANTE alemán despues de casi 500 años.

Ampliaremos información.

:D
 
Lo siento, pero tenia razon....

Lo siento, pero tenia razon....

Saludos en Cristo hermanos

Buen canje, reconocimiento por firma ecumenica.

Despues de 500 años de condena sin purgatorio, como le ayudaran con indulgencias? se me hace que van a revivir las cenizas de Lutero.

Dijo aquel al dar el pesame a la viuda, "Lo siento"
Le dijo la viuda, No, mejor dejelo acostado.

La Paz de Dios
 
Re: LUTERO TENÍA LA RAZÓN, admite la santa sede

Originalmente enviado por: BOANERGES
Diversas iglesias católicas mostraron cautela ante la desición del papa de darle la razón al LÍDER PROTESTANTE alemán despues de casi 500 años.

Ampliaremos información.

:D

Lo que no sabemos es si el papa le ha levantado la excomunión. No tengo noticias al respecto.
Lo que si me sorprendió, estoy hablando de poco despues de la clausura del Vaticano II, fue la confesión que me hizo un teólogo jesuita. Que nadie entre los católicos había leido a Lutero directamente, solo leian lo que otros dijeron de Lutero. Añadió que la sorpresa al leerle fué enorme.
Lo que cabe saber es sobre que creen que Lutero tenía razón.
Las generalizaciones solo conducen a la confusión y lo único que pretenden es una propaganda que se puede calificar de "barata".
Bendiciones
 
Re: Re: LUTERO TENÍA LA RAZÓN, admite la santa sede

Re: Re: LUTERO TENÍA LA RAZÓN, admite la santa sede

Originalmente enviado por: Tobi


Lo que no sabemos es si el papa le ha levantado la excomunión. No tengo noticias al respecto.
Lo que si me sorprendió, estoy hablando de poco despues de la clausura del Vaticano II, fue la confesión que me hizo un teólogo jesuita. Que nadie entre los católicos había leido a Lutero directamente, solo leian lo que otros dijeron de Lutero. Añadió que la sorpresa al leerle fué enorme.
Lo que cabe saber es sobre que creen que Lutero tenía razón.
Las generalizaciones solo conducen a la confusión y lo único que pretenden es una propaganda que se puede calificar de "barata".
Bendiciones

La Excomunion fue levantada ya por el papa.
 
Re: LUTERO TENÍA LA RAZÓN, admite la santa sede

Originalmente enviado por: BOANERGES
Diversas iglesias católicas mostraron cautela ante la desición del papa de darle la razón al LÍDER PROTESTANTE alemán despues de casi 500 años.

Ampliaremos información.

:D



Tienes la nota o la Fuente donde se pueda corroborar lo dicho y sobre que tenia razon lutero.
 
Re: LUTERO TENÍA LA RAZÓN, admite la santa sede

Originalmente enviado por: BOANERGES
Diversas iglesias católicas mostraron cautela ante la desición del papa de darle la razón al LÍDER PROTESTANTE alemán despues de casi 500 años.

Ampliaremos información.

:D


ENTOCES TODAVIA NO A ADMITIDO.
 
"la santa" cede.....

"la santa" cede.....

Saludos en Cristo Hermanos y demas

Ustedes diran que soy curioso y si, si soy, me pregunto en que tenia razon Lutero segun “la santa cede”, pero si cede, ya no es tan santa, no creen? porque yo conoci una mujer que al conefesarse dijo; "he pecado, porque el me insistio y yo cedi":bicho: bueno, dejemos eso a los que saben

Iran a canonizar a Lutero? y porque no?, si canonizaron a Juan Diego que ni existio, esto no me lo crean a mi, sino al abad de la basilica de guadalupe que se opuso terminantemente.

En que tendria razon Lutero? aqui algunas de sus frases:

"El imperio del anticristo empieza a tambalearse"

"Y asi como ellos me excomulgan por su herejia perversa, asi los excomulgo yo en nombre de la sagrada verdad de Dios, Cristo juzgara cual excomunion prevalecera. Amen"

"!Oh Cristo, mi Señor, mira hacia abajo! !Que rompa el dia de tu juicio y destruya el nido del diablo en Roma!"

Seguire con las frases a ver acierto.

La Paz de Dios
 
Re: Re: Re: LUTERO TENÍA LA RAZÓN, admite la santa sede

Re: Re: Re: LUTERO TENÍA LA RAZÓN, admite la santa sede

Originalmente enviado por: final2002ar


La Excomunion fue levantada ya por el papa.

Para hacer esta afirmación, era de recibo decirnos cual de los últimos papas la levanto y en que fecha. De lo contrario es lo mismo que decir: Le fué levantada porque lo digo yo. :confused:
 
DECLARACION CONJUNTA
SOBRE
LA DOCTRINA DE LA JUSTIFICACION
FEDERACION LUTERANA MUNDIAL
CONSEJO PONTIFICIO PARA LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

Un documento histórico
«Podemos alegrarnos por este importante logro ecuménico». Con estas palabras Juan Pablo II comentó el 28 de junio la «Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación» firmada por la Santa Sede y la Federación Luterana Mundial. Se trata de un documento que quiere poner fin a condenas históricas entre las dos confesiones cristianas.
El pontífice reconoció que, «si bien la Declaración no resuelve todas las cuestiones relativas a la doctrina de la justificación, expresa un consenso en verdades fundamentales de tal doctrina».
Al final del documento publicamos las aclaraciones que ilustró el cardenal el cardenal Edward I. Cassidy, prefecto del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, al presentar oficialmente la Declaración conjunta.




DECLARACION CONJUNTA
SOBRE
LA DOCTRINA DE LA JUSTIFICACION


(Propuesta definitiva)


FEDERACION LUTERANA MUNDIAL
CONSEJO PONTIFICIO PARA LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS



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La Declaración Católico - Luterana acerca de la Justificación. José Grau




Aireada por todos los medios de comunicación a finales de 1999 como la antesala de la unidad entre católicos y protestantes, es el resultado de varios años de contactos entre algunos teólogos católicorromanos y un cierto número de teólogos luteranos pertenecientes a la Federación Luterana Mundial.

Como prolegómenos a nuestro examen de dicha Declaración cabe advertir que Roma no delegó a sus representantes más significados ni dió al comunicado oficial el relieve que suele otorgar a lo que el Vaticano considera grandes acontecimientos. Y por parte luterana conviene recordar que la Federación Luterana Mundial no incluye a los luteranos de todo el mundo, ni a muchas iglesias luteranas evangélicas. Por lo que resulta obvio también que dicha Federación no habla en nombre del resto de los protestantes (sean luteranos o reformados, bautistas o de las llamadas "Iglesias libres"), para todos los cuales la doctrina de la justificación por la fe es un artículo fundamental.

En las conclusiones de esta Declaración se afirma que los participantes en el debate han alcanzado un "consenso fundamental en el Evangelio". Si así fuera, se habría llegado al acuerdo en uno de los puntos principales que fue causa de la separación entre Roma y la Reforma. La doctrina de la justificación era para Lutero «el artículo de fe que indica si una iglesia está en pie o cae ("articulus stantis et cadentis ecclesiae")»

¿Es que Roma se ha convertido a los postulados de la Reforma? ¿O han sido los luteranos los que se han deslizado hacia las posiciones de Trento? ¿Están diciendo los dos, luteranos y católicos, las mismas cosas que se dijeron en el siglo XVI? ¿O es que ha surgido un tercer punto de vista sobre el Evangelio, y la justificación del pecador, que es tan diferente de Trento como de la Reforma?

¿Se ha hecho "romano" el luteranismo de la Federación Luterana Mundial? ¿O se ha hecho "protestante" el mensaje del Vaticano? En la p. 67 de un redactado previo en 1893 se dice, sin embargo, que "Roma no toleraría lo que podríamos denominar "protestantes dentro de la Iglesia Católica Romana". ¿Estaban pensando, al escribir así, en el recuerdo de Bayo y Jansen, amén de un buen número de teológos inclasificables surgidos después del Vaticano II?

1. La Finalidad de la DeclaraciÓn.

"Una de las finalidades de la presente Declaración conjunta -afirma el documento de 1999- es demostrar que a partir de este diálogo, las iglesias luterana y católica romana se encuentran en posición de articular una interpretación común de nuestra justificación por la gracia de Dios mediante la fe en Cristo. Cabe señalar que no engloba todo lo que una y otra iglesia enseñan acerca de la justificación, limitándose a recoger el consenso sobre las verdades básicas de dicha doctrina y demostrando que las diferencias subsistentes en cuanto a su explicación, ya no dan lugar a condenas doctrinales...

"En el siglo XVI, las divergencias en cuanto a la interpretación y aplicación del mensaje bíblico de la justificación -prosigue el documento de 1999- no solo fueron causa principal de la división de la iglesia occidental, también dieron lugar a las condenas doctrinales. Por lo tanto, una interpretación común de la justificación es indispensable para acabar con esa división. Mediante el enfoque apropiado de estudios bíblicos recientes y recurriendo a métodos modernos de investigación sobre la historia de la teología y los dogmas, el diálogo ecuménico entablado después del Concilio Vaticano II ha permitido llegar a una convergencia notable respecto a la justificación, cuyo fruto es la presente declaración conjunta que recoge el consenso sobre los planteamientos básicos de la doctrina de la justificación. A la luz de dicho consenso, las respectivas condenas doctrinales del siglo XVI ya no se aplican a los interlocutores de nuestros días... Las conversaciones teológicas mantenidas en estos últimos años forjaron una interpretación de la justificación que ambas comparten. Dicha interpretación engloba un consenso sobre los planteamientos básicos que, aun cuando difieran, las explicaciones de las respectivas declaraciones no contradicen" (las cursivas son nuestras).

Lo que católicos y luteranos vienen a decirnos es que pueden estar de acuerdo contradiciéndose. Confiesan que han llegado a esta negación del principio de contradicción (una cosa no puede ser verdad y mentira al mismo tiempo) mediante lo que denominan "enfoque apropiado de estudios recientes, métodos modernos de investigación sobre la historia de la teología y los dogmas, el diálogo ecuménico", es decir: la convergencia a que han llegado es la de hacer la vista gorda sobre la totalidad de la problemática en cuestión.

El único acuerdo que merece el nombre de tal es el de no condenarse mutuamente. A pesar de las "diferencias subsistentes" se echa mano de "enfoques apropiados recientes" y "modernos métodos de investigación" cuya clave tiene el "diálogo ecuménico", para contestar a todos sin tener que hablar con claridad necesariamente.

El llamado acuerdo sobre la justificación de 1999, al igual que las conversaciones que sirvieron de prolegómenos en las dos últimas décadas del siglo XX, hacen con la doctrina de la justificación lo mismo que hizo Trento con el agustinianismo: se acercan semánticamente a Lutero (aunque sin condenarlo por nombre, específicamente, ni tampoco levantar la excomunión vaticana que pesa sobre él). Y así como en Trento la iglesia romana descafeinó a Agustín, ahora estos luteranos del brazo de los católicos decafeinan a Lutero.

El resultado práctico no es otro que la inutilización de la "dinamita" del mensaje reformado, luterano, protestante y bíblico sobre todo ("el Evangelio es poder (Dinamita) de Dios para salvación a todo aquel que cree..." Romanos 1:16), anulando la espoleta de las doctrinas de la gracia mediante una terminología teológica que parece del agrado de todos si se lee de corrido, sin profundizar en los conceptos. Unas afirmaciones equilibran a otras de signo diferente, sin entrar casi nunca en el meollo fundamental de la cuestión.

Como escribe Pedro Puigvert, en carta a "La Vanguardia" (5-11-99): "Los católicos no han cedido nada. Porque eso de confesar que la justificación es obra de la gracia de Dios" lo han creído siempre, juntamente con la cooperación humana que ahora resulta que también es fruto de la gracia, aunque lo desmienta la Escritura cuando dice: "Al que obra no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino que cree en Aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia" (Romanos 4:5-6). Roma ha ganado la batalla doctrinal. "¡Si Lutero alzara la cabeza!"

2. La Sombra de Trento

El principio de no contradicción es violado igualmente en todo lo que concierne a Trento. Muchos de los párrafos de estas declaraciones ecuménicas contradicen los decretos tridentinos. No es cierto que Trento puede ser leído en un sentido protestante, como quería creer H. Küng y como le desmintió K. Barth con mucha ironía.

Las contradicciones son constantes. Y, para añadir leña al fuego, Juan Pablo II no ha dejado de afirmar en los últimos años que Trento sigue vigente como respuesta de la Iglesia Católico Romana a las inquietudes de los reformadores.

Recordemos algunas de las condenas más claras de la asamblea tridentina:

Canon 9 sobre la justificación:

"Si alguno dijere que el impío se justifica por la sola fe, de modo que entienda no requerirse nada más con que coopere a conseguir la gracia de la justificación... sea anatema"

Canon 11: "Si alguno dijere que los hombres se justifican o por sola imputación de la justicia de Cristo o por la sola remisión de los pecados... o también que la gracia por la que nos justificamos es sólo el favor de Dios, sea anatema".

Canon 12: Si alguno dijere que la fe justificante no es otra cosa que la confianza en la divina misericordia que perdona los pecados por causa de Cristo, o que esa confianza es lo único con que nos justificamos, sea anatema".

Comentando estos cánones, Calvino escribía: "Son cánones muy poco canónicos. El noveno, por ejemplo, une cosas completamente distintas. Imagina que nosotros enseñamos que Dios justifica al hombre sin ningún previo movimiento o inclinación de la voluntad humana, como si no fuera con el corazón que un hombre cree para justificación. Entre ellos y nosotros hay esta diferencia: ellos aseguran que la voluntad de la voluntad procede del hombre mismo, nosotros sostenemos que la fe es, en efecto, un acto voluntario, pero porque Dios ha movido nuestras voluntades atrayéndolas hacia él. Añadamos a ésto que, cuando decimos que el hombre es justificado por la fe solamente, no estamos imaginando una fe vacía de amor, sino que queremos decir que sólo la fe es la causa de nuestra justificación".

En relación con el canon 11, comentaba Calvino: "Quiero que todos entiendan que cuando nosotros hablamos de la fe sola, no pensamos en una fe muerta, que no obra por el amor, sino que nos referimos a la fe como la única causa de nuestra justificación (Gál. 5:6; Ro. 3:22). Es, pues, solamente la fe la que justifica y, con todo, la fe que justifica no va nunca sola ("Fides ergo sola est qua justificat, fides tanem quae justificat, nos est sola")."Así como es el calor del sol únicamente el que calienta la tierra y, sin embargo, en el sol no solamente hay calor sino también luz. Pero son dos cosas distintas. No separamos la gracia de la regeneración de la fe, pero afirmamos que el poder y la facultad de justificarnos delante de Dios residen únicamente en la fe. En realidad no es a nosotros a quienes anatemizan los padres de Trento sino a Pablo, a quien debemos la definición de que la justificación del hombre consiste en la remisión de sus pecados. Sus palabras se hallan en el capítulo cuarto de la epístola a los Romanos, y son tomadas del Salmo 32 de David".

Y refiriéndose al canon 12, decía el reformador de Ginebra: "Los venerables padres no consienten que la fe justificante sea descrita como la confianza con la cual nos acogemos a la misericordia de Dios que nos perdona por causa de Cristo. Pero agradó al Espíritu Santo hablar así por boca del apóstol Pablo: "Siendo justificados gratuitamente por su gracia, por la redención que es en Cristo Jesús..." (Ro. 3:24-26).

Los anatemas del Concilio de Trento son de una claridad meridiana en lo que se refiere a condenar la doctrina de la justificación descubierta por los reformadores en las páginas del Nuevo Testamento. Trento desmintió que el pecador sea salvo por la fe, en el sentido de que solamente la fe es la causa de la justificación. Trento negó que la justificación del pecador viene como resultado, solamente, de haberle sido imputada la justicia de Cristo. Trento se opuso a la afirmación de Lutero y demás reformadores en el sentido de que el justificado no tiene ya deuda alguna de ningún castigo temporal por el que satisfacer bien sea en esta vida o en el purgatorio.

El concilio de Trento coronó sus anatemas con el siguiente:

Canon 33:

"Si alguno dijere que por esta doctrina católica sobre la justificación expresada por el santo concilio en el presente decreto, se rebaja en alguna parte la gloria de Dios o los méritos de Jesucristo Señor Nuestro, y no más bien que se ilustra la verdad de nuestra fe y, en fin, la gloria de Dios y de Cristo Jesús, sea anatema"

"Una preocupación ingeniosa -escribió Calvino-. Nadie debe ver lo que todo el mundo ve: que casi han llegado al extremo de anular tanto la gloria de Dios como la gracia de Jesucristo... Se delatan a sí mismos, al lanzar un anatema "in terrorem contra los que se atrevan a percibir la impiedad de la cual ellos mismos son tan conscientes".

Este es el lenguaje del pasado que la Declaración católico-luterana da por superado y no quiere que se repita más. Lo que se propone ahora es que cada sector interprete la justificación a su manera y aunque difieran el uno del otro, ambos tienen el respeto y la consideración del otro. No importa que los luteranos sigan afirmando que la raíz de la salvación es la justificación por la fe solamente y que la santificación es el fruto o consecuencia de la redención, mientras que los católicos entienden la santificación más como elemento de la salvación que como resultado de ésta, confundiendo como vienen haciendo desde el siglo XVI la santificación con la justificación.

Es interesante como la presencia de Trento se encuentra en múltiples párrafos de la Declaración. Aunque las tesis tridentinas se formulan paralelamente a otras más cercanas a la teología protestante, se pretende hacernos creer que no tiene que haber conflicto entre un testimonio y el otro. Este es un terreno en el que los teólogos católicos (al menos un buen número de ellos) se encuentran a gusto. Pueden hablar, por ejemplo de "merecer la gracia" sin discernir en tal afirmación una contradicción evidente. Y se permiten afirmar por un lado que "la justificación es obra de la sola gracia de Dios" y, al mismo tiempo, enseñar que hemos de ganarnos el cielo con nuestras buenas obras. Pero lo que al católico le resulta fácil de admitir es precisamente lo que la mentalidad protestante y bíblica no puede entender. Sin embargo, por obra y gracia de la llamada teología ecuménica Roma está consiguiendo que algunos protestantes (como los luteranos firmantes de este Documento) prescindan del principio de contradicción y de la teología de la Reforma en nombre de una futura hipotética unidad eclesial. Para ello, los luteranos renuncian sin apenas darse cuenta de la esencia del luteranismo mientras que los católicos no renuncian a su mentalidad tridentina, adornada ahora con los materiales de la modernidad crítica y ecuménica.

Convendría recordar las palabras de Karl Barth en aquel lejano 1937: "Si escuchamos la respuesta que Cristo da al problema de la Iglesia nos daremos cuenta de que hay actitudes incompatibles. Si escuchamos la voz del Señor aprendemos que es totalmente imposible considerar como ramas de un mismo y único árbol los santuarios marianos, Wittenberg y Ginebra, la misa romana y la santa cena evangélica; no podemos entender estas diferencias como ramas distintas de un árbol. Resulta imposible la síntesis de todos estos elementos, el intento de armonizarlos, o el de concederles a todos el mismo valor. Aquí, como en otras esferas donde se plantea la pluralidad de las Iglesias, la única cosa que podemos hacer, si escuchamos verdaderamente a Cristo, es tomar una decisión a favor o en contra. Tenemos que elegir. Si escuchamos a Cristo no podemos creer algo, y al mismo tiempo, considerar que otra cosa opuesta pueda tenerse igualmente por cristiana. No nos hallamos situados por encima de las diferencias que dividen a las iglesias, sino en medio de ellas. Solamente podrían sentirse por encima de la problemática quienes actuaran como meros espectadores de Dios y de ellos mismos; aquellos que finalmente no se escuchan más que a sí mismos" (Karl Barth, L'Eglise el les églises, Labor et Fides, Ginebra 1964, p. 238).

Evidentemente, los autores del Documento católico luterano de 1999 no parecen haber tenido en cuenta las atinadas observaciones del teólogo de Basilea. Mas bien han actuado en el sentido desaconsejado por Barth.

Lo que antaño se calificaba como caricaturas, o errores, hoy se denominan énfasis diferentes o malentendidos. No importa cuanta convergencia se alcance en algunos puntos, los postulados básicos de la Reforma -Sólo la gracia y sólo la fe- se soslayan sistemáticamente mediante afeites semánticos que convierten en relativo lo que para las Iglesias protestantes fue siempre radical. ¿Qué clase de amnesia hace olvidar que ya Trento anatematizó a cuantos negasen que las buenas obras son "dones de Dios... y que no son también los buenos méritos del justificado" (Canon 32 sobre la justificación)" El Evangelio nos obliga a elegir entre "mérito" y "gracia" como raíz de la justificación; la mezcla de ambas cosas como pretendió Trento es inadmisible. ¿Qué miopía oculta a los luteranos que firmaron el Documento la disyuntiva entre mérito y gracia? con los materiales de la modernidad

crítica.

3. Textos de la DeclaraciÓn

Bajo el epígrafe 4 ("Explicación de la interpretación común de la justificación) se recogen formulaciones luteranas y tridentinas, yuxtapuestas y mezcladas, como si dijeran lo mismo a pesar de ser mutuamente contradictorias:

4.1. La impotencia y el pecado humanos respecto a la justificación.

4.1, 19 "Juntos confesamos que en lo que atañe a su salvación, el ser humano depende enteramente de la gracia redentora de Dios. La libertad de la cual dispone respecto a las personas y las cosas de este mundo no es tal respecto a la salvación porque por ser pecador depende del juicio de Dios y es incapaz de volverse hacia él en busca de redención, de merecer su justificación ante Dios o de acceder a la salvación por sus propios medios.

La justificación es obra de la sola gracia de Dios. Puesto que católicos y luteranos lo confesamos juntos, es válido decir que:

4.1,20 "Cuando los católicos afirman que el ser humano "coopera", aceptando la acción justificadora de Dios, consideran que esa aceptación personal es en sí un fruto de la gracia y no una acción que dimana de la innata capacidad humana.

4.1, 21 "Según la enseñanza luterana, el ser humano es incapaz de constribuir a su salvación porque en cuanto pecador se opone activamente a Dios y a su acción redentora. Los luteranos no niegan que una persona pueda rechazar la obra de la gracia, pero aseveran que solo puede recibir la justificación pasivamente, lo que excluye toda posibilidad de contribuir a la propia justificación sin negar que el creyente participa plena y personalmente en su fe, que se realiza por la Palabra de Dios.

4.2. La justificación en cuanto perdón del pecado y fuente de justicia.

4.2,12. "Juntos confesamos que la gracia de Dios perdona el pecado del ser humano y, a la vez, lo libera del poder avasallador del pecado, confiriéndole el don de una nueva vida en Cristo.

Cuando los seres humanos comparten en Cristo por fe, Dios ya no les imputa sus pecados y mediante el Espíritu Santo les transmite un amor activo. Estos dos elementos del obrar de la gracia de Dios no han de separarse porque los seres humanos están unidos por la fe en Cristo que personifica nuestra justificación (1 Co. 1:30): perdón del pecado y presencia redentora de Dios. Puesto que católicos y luteranos lo confesamos juntos, es válido decir que:

4.2,23 "Cuando los luteranos ponen el énfasis en que la justicia de Cristo es justicia nuestra, por ello entienden insistir sobre todo en que la justicia ante Dios en Cristo le es garantizada al pecador mediante la declaración de perdón y tan solo en la unión con Cristo su vida es renovada. Cuando subrayan que la gracia de Dios es amor redentor ("el favor de Dios"), no por ello niegan la renovación de la vida del cristiano. Más bien quieren decir que la justificación está exenta de la cooperación humana y no depende de los efectos renovadores de vida que surte la gracia en el ser humano.

4.2,24 "Cuando los católicos hacen hincapié en la renovación de la persona desde dentro al aceptar la gracia impartida al creyente como un don, quieren insistir en que la gracia del perdón de Dios siempre conlleva un don de vida nueva que en el Espíritu Santo se convierte en verdadero amor activo. Por lo tanto no niegan que el don de la gracia de Dios en la justificación sea independiente de la cooperación humana.

4.3. Justificación por fe y por gracia.

4.3,25 "Juntos confesamos que el pecador es justificado por la fe en la acción salvífica de Dios en Cristo. Por obra del Espíritu Santo en el bautismo, se le concede el don de salvación que sienta las bases de la vida cristiana en su conjunto.

Confian en la promesa de la gracia divina por la fe justificadora que es esperanza en Dios y amor por él. Dicha fe es activa en el amor y, entonces, el cristiano no puede ni debe quedarse sin obras, pero todo lo que en el ser humano antecede o sucede al libre don de la fe no es motivo de justificación ni la merece.

4.3,26 "Según la interpretación luterana, el pecador es justificado sólo por la fe (sola fide). Por fe pone su plena confianza en el Creador y Redentor con quien vive en comunión. Dios mismo insufla esa fe, generando tal confianza en su palabra creativa. Porque la obra de Dios es una nueva creación, incide en todas las dimensiones del ser humano conduciéndolo a una vida de amor y esperanza. En la doctrina de la "justificación por la sola fe" se hace una distinción entre la justificación propiamente dicha y la renovación de la vida que proviene del amor que Dios otorga al ser humano en la justificación. Justificación y renovación son una en Cristo quien está presente en la fe.

4.3, 27 "En la interpretación católica también se considera que la fe es fundamental en la justificación. El ser humano es justificado mediante el bautismo en cuanto oyente y creyente de la palabra. La justificación del pecador es perdón de los pecados y volverse justo por la gracia justificadora que nos hace hijos de Dios. En la justificación, el justo recibe de Cristo la fe, la esperanza y el amor, que lo incorporan a la comunión con él. Esta nueva relación personal con Dios se funda totalmente en la gracia y depende constantemente de la obra salvífica y creativa de Dios misericordioso que es fiel a sí mismo para que se pueda confiar en él. De ahí que la gracia justificadora no sea nunca una posesión humana a la que se pueda apelar ante Dios. La enseñanza católica pone el énfasis en la renovación de la vida por la gracia justificadora; esta renovación en la fe, la esperanza y el amor siempre depende de la gracia insondable de Dios y no contribuye en nada a la justificación de la cual se podría hacer alarde ante él. (Ro. 3:27).

4.4. El pecador justificado.

4.4,28 "Juntos confesamos que en el bautismo, el Espíritu Santo nos hace uno en Cristo, justifica y renueva verdaderamente al ser humano, pero el justificado, a lo largo de toda su vida, debe acudir constantemente a la gracia incondicional y justificada de Dios. Por estar expuesto, también constantemente, al poder del pecado y a sus ataques apremiantes (cf. Ro. 6:12-14), el ser humano no está eximido de luchar durante toda su vida con la oposición a Dios y la codicia egoista del viejo Adán (cf. Gá. 5:16 y Ro. 7:7-10). Asimismo, el justificado debe pedir perdón a Dios todos los días como en el Padrenuestro (Mt. 6:12 y 1 Jn. 1:9), y es llamado incesantemente a la conversión y a la penitencia, y perdonado una y otra vez.

4.4, 29. "Los luteranos entienden que ser cristiano es ser, "al mismo tiempo justo y pecador". El creyente es plenamente justo porque Dios le perdona sus pecados mediante la Palabra y el Sacramento, y le concede la justicia de Cristo que él hace suya en la fe. En Cristo, el creyente se vuelve justo ante Dios, pero viéndose a sí mismo, reconoce que también sigue siendo totalmente pecador; el pecado sigue viviendo en él (1 Jn. 1:18 y Ro. 7:17-20), porque se torna una y otra vez hacia falsos dioses y no ama a Dios con ese amor íntegro que debería profesar a su Creador (Dt. 6:5 y Mt. 22:36-40.) Esta oposición a Dios es en sí un verdadero pecado pero su poder avasallador se quebranta por mérito de Cristo y ya no domina al cristiano porque es dominado por Cristo a quien el justificado está unido por la fe. En esta vida, entonces, el cristiano puede llevar una existencia medianamente justa. A pesar del pecado, el cristiano ya no está separado de Dios porque renace en el diario retorno al bautismo, y a quien ha renacido por el bautismo y el Espíritu Santo, se le perdona ese pecado. De ahí que el pecado ya no conduzca a la condenación y a la muerte eterna. Por lo tanto, cuando los luteranos dicen que el justificado es también pecador y que su oposición a Dios es un pecado en sí, no niegan que, a pesar de ese pecado, no sean separados de Dios y que dicho pecado sea un pecado "dominado". En estas afirmaciones coinciden con los católicos romanos, a pesar de la diferencia en la interpretación del pecado en el justificado.

4.4,30. "Los católicos mantienen que la gracia impartida por Jesucristo en el bautismo lava de todo aquello que es pecado "propiamente dicho y que es pasible de "condenación" (Ro. 8:1). Pero de todos modos, en el ser humano queda una propensión (concupiscencia) que proviene del pecado y compele al pecado. Dado que según la convicción católica, el pecado siempre entraña un elemento personal y dado que este último no interviene en dicha propensión, los católicos no la consideran (la concupiscencia) pecado propiamente dicho. Por lo tanto, no niegan que esta propensión no corresponda al designio inicial de Dios para la humanidad ni que esté en contradicción con Él y sea un enemigo que hay que combatir a lo largo de toda la vida. Agradecidos por la redención en Cristo, subrayan que esta propensión que se opone a Dios no merece el castigo de la muerte eterna ni aparta de Dios al justificado. Ahora bien, una vez que el ser humano se aparta de Dios por voluntad propia, no basta con que vuelva a observar los mandamientos, ya que debe recibir perdón y paz en el Sacramento de la Reconciliación mediante la palabra de perdón que le es dada en virtud de la labor reconciliadora de Dios en Cristo".

4. Primeras Conclusiones desde una Perspectiva Evangélica

Independientemente de la superficialidad con que los medios de comunicación suelen tratar estos temas (alguna prensa llegó a publicar que había sido levantada la excomunión a Lutero), podemos observar ciertas consecuencias a nivel popular y de la calle. Llamarlas consecuencias sociales sería quizá exagerado, pero no obstante es un hecho el impacto que produce en las masas, católicas o no, esta aparente disposición de Roma a "comprender" a los protestantes y facilitarles el camino hacia la unidad de todos los cristianos. Muchos podríamos contar experiencias recientes al respecto, como si la unión estuviese ya al alcance de la mano.

En cuanto a consecuencias teológicas, es evidente que dicho Documento constituye un paso importante en el camino del sincretismo (aupado por el modernimo teológico), el sacramentalismo y la negación del principio de contradicción. Todo ello lleva a la confusión doctrinal sin paliativos. El debate bíblico queda reducido a una cuestión de especialistas "sui generis" que parecen tener los resortes para mantener una constante ambigüedad e imprecisión en una doctrina que el Nuevo Testamento ordena proclamar con toda claridad y nitidez.

La confusión teológica está servida, y bien servida.

En última instancia, el acuerdo básico a que llega el Documento oficial común, emitido por la Federación Luterana y la Iglesia Católica, es de dejar de condenarse mutuamente. "Católico y Luteranos -reza el Documento- continuarán ecuménicamente sus esfuerzos en su testimonio común de interpretar el mensaje de la justificación". Aunque lo interpreten diferentemente.

A partir de ahora, cualquiera que predique la justificación por la sola fe (Sola Fides), sobre la base única de la Escritura (Sola Scriptura) e intente denunciar los errores de la teología romana sobre la gracia, como hicieron todos los reformadores del siglo XVI (Sola Gratia), podrá ser tildado de sectario y enemigo de la paz y unidad eclesiales.

Este documento se suma al coro de voces del relativismo moderno que nos asegura que no hay tal cosa como "verdades absolutas", ni siquiera en aquellos puntos fundamentales del mensaje del Evangelio.

Sorprende que haya luteranos capaces de dar por bueno el sacramentalismo que rezuma toda la Declaración. Aunque no se cite explícitamente, el "es opere operato" queda implícito en cada mención que se hace del bautismo y de otros sacramentos. Se identifica repetidas veces al "bautizado" con el "justificado" sin más, haciendo del rito bautismal causa de salvación. De hecho, estamos ante la teología sacramentalista característica del catolicismo. Lo sorprendente no es que Roma manifieste lo suyo propio sino que un grupo de luteranos parezca ratificar este sacramentalismo de signo medieval contra el que levantaron su voz los reformadores, incluido Lutero.

En 4.3,27 del Documento se afirma rotundamente que "El ser humano es justificado mediante el bautismo" y así también en otras partes del pretendido acuerdo: "Juntos confesamos que en el bautismo, el Espíritu Santo nos hace uno en Cristo, justifica y renueva verdaderamente al ser humano" (4,4,28; cf. 4.4,30).

De hecho, más que "protestantizar" Trento -como quería Hans Küng- se ha llegado a "romanizar" el luteranismo. Si uno lee bien este escrito pronto se da cuenta de que las tesis de Trento subsisten bien afirmadas aunque sea mediante un lenguaje lleno de sutilezas semánticas y vaguedades teológicas. En cambio, resulta difícil, en buena parte del Documento, discernir el testimonio luterano auténtico es decir: el luteranismo de Lutero.

Como cristiano evangélico me es totalmente imposible dar mi aprobación a este supuesto acuerdo luterano-catolicorromano. Y tengo por cierto que no estoy solo en mi rechazo. Desde perspectivas bíblicas protestantes y luteranas, un acuerdo que vindica el relativismo, el sincretismo y la confusión teológica dentro, eso sí, de coordenadas vaticanas, resulta totalmente inaceptable.

Nos hallamos ante otro ejemplo de la clase de ecumenismo que propugna Roma. Como Lutero ante el emperador, en la dieta de Worms, nosotros también nos vemos obligados a confesar que nuestra conciencia, sometida a la Palabra de Dios, es incapaz de aceptar todo aquello que vulnera la verdad de dicha Palabra divina.

Compruebo después de examinar la Declaración católico-luterana de Augsburgo de 1999, que todo lo que escribí cuando los representantes de los católicos americanos y de la Federación Luterana Mundial se reunieron con motivo de la séptima ronda de discusiones para elaborar el documento sobre la justificación por la fe, en 1983, todo lo que escribí entonces mantiene su vigencia. Los primeros resultados ya anticipaban lo que iba a dar de sí el texto final del "acuerdo" de 1999, de manera que cuanto dejé escrito en la segunda edición de mi obra Catolicismo Romano, Orígenes y Desarrollo (p. 1126, Documento católico luterano sobre la justificación (1983), Ediciones Evangélicas Europeas, Barcelona 1990) continúa siendo una reflexión válida todavía hoy; o mejor dicho: tal vez resulta más válida hoy que hace diez años. Me remito, pues, a la misma y concluyo con la afirmación final (p. 1135): el documento católico luterano (sea el bosquejo de 1983 o el texto de 1999) no brinda nada suficientemente atractivo teológica ni bíblicamente como para dejar la herencia de la Reforma.

Desgraciadamente, el legado de la Reforma dice bien poco a muchos evangélicos en la actualidad, tan poco que no se plantean siquiera el dilema de tener que elegir entre la doctrina reformada, luterana, y bíblica sobre la justificación por la fe, y las nuevas propuestas del diálogo católico y pseudo luterano. Y así nos va.

Se veía venir. La moderna teología ecuménica reemplaza a la teología bíblica, a la teología sistemática y sobre todo a la teología dogmática o histórica.

Sin embargo, yo me siento llamado humildemente a confesar que la Biblia es la fuente de nuestra vida, de nuestro pensamiento y de nuestra piedad. Este principio escriturístico es más que un dogma, más que una tesis teológica, es un hecho predogmático. Porque la Escritura es anterior al dogma, en el sentido de que toda elaboración doctrinal tiene que derivar de ella. La Escritura es el documento del que se sirve Dios para suscitar y alimentar tanto nuestra fe como nuestra teología.

Bibliografía

• Comunicado oficial común emitido por la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica. Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación. 17-11-99.

• Denzinger, Enchiridion Symbolorum. El magisterio de la iglesia, Manual de símbolos, definiciones y declaraciones de la Iglesia Romana en materia de fe y costumbres. Editorial Herder, 1961.

• Lutero, Obras. Vol. I., Ediciones Sígueme.

• J. Calvino, John Calvin's tracts and Treatises, e Vols. Eerdmans, 1958. En el vol. III John Calvin's Acts of the Council of Trent with the antidote, pp. 75 yss.

• José Grau, Catolicismo Romano, Orígenes y desarrollo, 2 vols. Ediciones Evangélicas Europeas, Barcelona 1990. El Concilio de Trento, en pp. 551-681 en Vol. I. Documento católico luterano sobre la justificación de 1983, en pp. 1126-1135. Carta abierta de los anglicanos evangélicos de 1988, en pp. 1135-1144. El ecumenismo católico y el diálogo con las demás iglesias, en pp. 1144-1152, Las razones permanentes de la división entre el Protestantismo y el Catolicismo Romano, en pp. 1256-1265.

• James Buchanan, The Doctrine of Justification, Edimburgo 1867. Un clásico sobre la justificación. Existe traducción española, abreviada, de Editorial Peregrino.

• Pedro González de Mendoza y Martín Pérez de Ayala, El Concilio de Trento, Buenos Aires, Espasa Calpe, 1947.

• Una perspectiva evangélica contemporánea del catolicismo romano, Alianza Evangélica Mundial. Alianza Evangélica Española, 1986.



En la Revista Idea (Nº 3/1999; Septiembre-Diciembre), publicamos una de las primeras reacciones a la Declaración Conjunta acerca de la doctrina de la Justificación; era la opinión de un teólogo luterano que veía el acuerdo con notable optimismo. Tras un estudio detallado del texto José Grau, conocido teólogo y profesor evangélico nos ofrece una valoración de la mencionada Declaración desde una perspectiva evangélica.

Queremos contribuir así a clarificar y valorar en su justa medida el verdadero alcance de dicha Declaración.

Comisión de Publicaciones. Revista Idea. N.2/00

http://www.lander.es/~aee/indice/revistas.html
 
Los hijos no deseados...

Los hijos no deseados...

Saludos en Cristo Hermanos

Los Hijos no Deseados de Lutero

No es que Lutero haya dado un mal paso, sino que no fue la intencion de el dejar un grupo que le representase como los luteranos, pues no son ellos los representantes de la Reforma, como no son los pentecosteses los representantes del Espiritu, ni los presbiterianos los que dicen quien es y quien no, pues si Lutero viviera lo que menos desearia, es canalizar atraves de un grupo exclusivista la vision que dio el vuelco a la historia y que despues hicieran lo que hoy los luteranos estan a punto de hacer, vender la heredad.

Bueno pero Dios en su sabiduria para este tiempo ha dispersado la vision en todo creyente, asi que podemos estar tranquilos, pues los luteranos de hoy no tienen la solidez y firmeza de lo que ayer fue, el celo por la verdad y que tantas vidas costo.

Me pregunto que ira a hacer “la santa, cede…” con la industria de la santeria?, que con las indulgencias? Si la santa se dio, digo cedio ayer con los del coran y hoy con los luteranos, con quien se dara, digo cedera mañana?
Porque si la salvacion es por fe, ya no es por sobras, digo obras y pa’que quieren tanto santito y virgencitas?

Los que hemos leido la Escritura sabemos, que estos tiempos son tiempos peligrosos y que muchos apostataran de la fe, escuchando a espiritus engañadores, siempre sera asi, Lot se tendra que ir rumbo a Sodoma, mientras el llamado(Abraham) se rinde a la voluntad de Dios.

Aca por Mexico hay un slogan de la ICR que dice “catolico vuelve a tu casa” lo vemos en anuncios grandes y no hay duda que la sangre llama, asi que hermanos no es de sorprender que algunos de “nuestros” lideres rindan su voluntad a Roma, pues muchos de ellos fueron solo concuvinas que dieron a luz pueblo de Dios, como Bilha y Zilpa y ahora se añadan a la madre “iglesia” en su llamado ecumenico,

Aqui genuinos hermanos veran como sus lideres van a Roma y empeñan la heredad, pero como dijo Lutero; “Si el discernimiento no les funciona, hagan lo que Gamaliel” el unico problema es que sera demasiado tarde, para cuando se den cuenta.

Todos sabemos que esto es una farsa, no hay tal reconocimiento de Lutero, ni tal disposicion de Roma de enmendar sus errores, asi que siga la comedia, que asi tiene que ser.

Bendiciones

La Paz de Dios
 
He aquí la aportación de un pastor evangélico respecto al entendimiento de católicos y algunos luteranos, que se publico mediante .......

....... EL NUEVO ACUERDO DE AUGSBURGO

El Vaticano i la Iglesia Luterana ponen fin a una disputa
Doctrinal de casi cinco siglos


Parece ser que luteranos y católicos-romanos han llegado a un acuerdo respecto a una de las cuestiones más peliagudas en sus planteamientos doctrinales. Se trata de la "doctrina de la justificación" (el papel de la fe, las obras y la gracia de Dios en la salvación del individuo) una polémica doctrinal, básica en el origen de la Reforma de Lutero y que ha enfrentado a católicos y protestantes durante casi cinco siglos.
El 31 de Octubre de 1517, Martín Lutero clavó sus famosas 95 tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittemberg como hecho fundacional de la Reforma protestante y posteriormente esta fecha fue elegida como la fiesta de Reforma. Trece años más tarde, en 1530 y en la ciudad de Ausburgo fue sometida la llamada Confesión de Ausburgo al emperador Carlos V. Este documento es aun hoy le nexo o vinculo que agrupa a todas las iglesias luteranas en el mundo entero. Allí, Lutero fue conminado a abjurar de aquella Confesión i su replica fue que "protestaba" (reafirmaba) cuanto había dicho y escrito. Ahora, 482 años después de que Lutero clavase sus 95 tesis en Wittenberg y también en un 31 de Octubre el cardenal Edward Cassidy, representante del Vaticano i el obispo luterano de Braunschweig, Christian Krause participaron en primer lugar en una ceremonia en la catedral y luego efectuaron una procesión hasta una iglesia evangélica, donde rubricaron el citado documento que pone fin a la disputa, sobre la justificación.
La doctrina de la justificación dividía a luteranos y católicos porque los primeros decían que solo la fe i la gracia de Dios salvan al pecador y los segundos concedían importancia a las buenas obras como condición para obtener la gracia de Dios. El documento aprobado pretende conciliar ambas posturas. Los luteranos aceptan que con la gracia de Dios "el creyente es plenamente justo". Los católicos admiten que el aporte humano a la salvación es un "fruto" de la gracia divina.
Como cristianos, independientemente de cual sea la denominación a que pertenezcamos, nos tiene que doler que aquellos que se llaman seguidores de aquel gigante de la historia humana que, inspirado por la lectura del Nuevo Testamento y en especial la Carta de Pablo a la primitiva iglesia de Roma, fue capaz de enfrentar en aras de la verdad evangélica a los dos poderes que dominaban al mundo, al poder político personalizado por Carlos V y al poder religioso personalizado por el Vaticano.
El obispo luterano que ha sido capaz de aceptar que hay un aporte humano a la salvación —sea a no "fruto" de la gracia divina— contradice el principio de la "sola fide" de Lutero y del Apóstol Pablo. Se está afirmando que hay una aportación humana en la salvación. Consecuentemente esta aportación se convierte en un mérito i por lo tanto se convierte en un derecho. Precisamente Pablo rechaza esto cuando se refiere a los judíos. Ellos tenían unos méritos, los de pertenecer al pueblo escogido, el ser descendientes de los patriarcas, herederos de las promesas que Dios dio a Abraham, etc. y si tenían estos méritos también tenían unos derechos. Estos pretendidos derechos se convirtieron en la "piedra de tropiezo" que les hizo caer llegando a ser las ramas desgajadas del árbol que simboliza al Pueblo de Dios. ¿Por qué? Pues porque no necesitaban la misericordia de Dios manifestada en la persona de Cristo Jesús.
Claro que los católicos argumentan que la fe también viene a ser un mérito delante de Dios i que ésta se convierte en una "obra" que genera el cristiano. Pero ésta no es la fe de que nos hablan Pablo y Lutero. El cristiano no confía en su fe para la salvación, en lo que confía es en el "don de Dios" Y el don de Dios es Jesucristo. Dicho en otras palabras. No tiene fe en su fe. Sino en Cristo y sus promesas que refrendó en su muerte vicaria.
Ahora bien, se ha dicho que el pensamiento de Pablo es distinto de lo que dicen y enseñan los evangelios —últimamente han aparecido corrientes de opinión que así lo afirman— por lo que nos interesa saber si esto es o no así. Veamos lo que dijo el mismo Señor Jesús al respecto. En Mateo 16:24 leemos: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame". Y en Lucas 17:10: "Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos".
Ambas afirmaciones se entrelazan entre sí y nos muestran el mismo pensamiento que esgrimieron Pablo y Lutero, porque ¿qué es negarse a uno mismo? Todo hombre cree tener unos derechos fundamentados en algún que otro mérito y a esto Cristo replica que cualquier mérito en que podamos ampararnos no ha sido otra cosa que el cumplir una obligación y esto jamas puede compensar aquello que hemos dejado de cumplir. No hay justo ni aun uno, dice la Escritura. No, nuestra realidad son unas manos vacías. No tenemos ningún mérito que esgrimir delante de la justicia de Dios. Seguir a Cristo es cargar con la cruz de nuestra propia realidad. Pero cuidado aquí hay algo que nos puede llevar a engaño, porque la cruz actualmente ha llegado a ser el símbolo de la fe cristiana, pero cuando Jesús pronunció estas palabras la cruz era el símbolo de la muerte bajo la maldición de la ley (Deut. 21:23) Así, que, es lo mismo que decir. Esta cruz simboliza la realidad de los méritos que he adquirido a lo largo de mi vida i solamente Cristo tiene la capacidad y voluntad de tomar mi cruz y hacerla suya. Esta es la Redención, el don gratuito de Dios en Cristo Jesús.
Es triste y lamentable que los luteranos hayan aceptado algo que es diametralmente opuesto al pensamiento de Lutero y también al de Pablo. Es admitir que hay un aporte humano a la salvación, aunque se añada que sea un "fruto" de la gracia divina. El único fruto que conocemos de la gracia divina es Jesucristo y su obra. Solamente en Cristo hay salvación y vida eterna.
Joaquin Bellostas. D. T.

Esta aportación fué publicada en dos publicaciones evangélicas españolas.
Mis saludos.
 
ME INTERESA EL LIBRO DE GRAU

ME INTERESA EL LIBRO DE GRAU

Oye Maripaz...

Muy buen análisis. La trentización del protestantismo...

¿Cómo puedo conseguir el libro de Grau?

• José Grau, Catolicismo Romano, Orígenes y desarrollo, 2 vols. Ediciones Evangélicas Europeas, Barcelona 1990.

Bendiciones en Cristo

Jetonius

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Re: ME INTERESA EL LIBRO DE GRAU

Re: ME INTERESA EL LIBRO DE GRAU

Originalmente enviado por: Jetonius
Oye Maripaz...

Muy buen análisis. La trentización del protestantismo...

¿Cómo puedo conseguir el libro de Grau?

• José Grau, Catolicismo Romano, Orígenes y desarrollo, 2 vols. Ediciones Evangélicas Europeas, Barcelona 1990.

Bendiciones en Cristo

Jetonius

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"Catolicismo Romano, Orígenes y desarrollo", es el nuevo nombre del antiguo "Concilios" de Gonzaga (Gonzaga era el seudónimo de Grau durante la persecución a la que eran sometidos los protestantes durante el franquismo, auge del nacional catolicismo), supongo que lo tienes en tu biblioteca; si no es así, hazmelo saber y le digo personalmente a Grau que te envíe los dos tomos y te haga un precio especial. :corazon:


Aunque si Dios lo permite, hasta puedo entregártelos en mano ;)
 
Re: Re: ME INTERESA EL LIBRO DE GRAU

Re: Re: ME INTERESA EL LIBRO DE GRAU

Originalmente enviado por: Maripaz





"Catolicismo Romano, Orígenes y desarrollo", es el nuevo nombre del antiguo "Concilios" de Gonzaga (Gonzaga era el seudónimo de Grau durante la persecución a la que eran sometidos los protestantes durante el franquismo, auge del nacional catolicismo), supongo que lo tienes en tu biblioteca; si no es así, hazmelo saber y le digo personalmente a Grau que te envíe los dos tomos y te haga un precio especial. :corazon:


Aunque si Dios lo permite, hasta puedo entregártelos en mano ;)

Hola Maripaz...

Si no han sufrido revisión, no será necesario. Poseo la copia que me regaló don Jaime Taylor, viejo amigo del hermano Grau.

Quiera Dios que con los libros o sin ellos puedas visitarnos.

Bendiciones

Jetonius

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Estimado Jetonius


Si ha tenido revisión; te he escaneado el Prefacio y subrayado en negrita la aclaración correspondiente:


PREFACIO A LA SEGUNDA EDICION


La primera edición de este libro apareció con el título de CONCILIOS y con un seudónimo -Javier Gonzaga- que parape-taba al autor José Grau. También la editorial utilizó en préstamo el nombre de una casa de publicaciones americana.
Corría el año 1965. La actualidad se llamaba entonces Concilio Vaticano II. España se encontraba todavía en plena dictadura franquista lo cual explica el recurso al seudónimo para precavernos de los peligros evidentes que comportaba la publicación de una obra de esta naturaleza en aquel tiempo. Dado el alto costo de la edición de CONCILIOS, no podíamos correr el ries-go de una confiscación como la sufrida el Viernes Santo de 1960. cuando se le confiscaron a Ediciones Evangélicas Europeas más de 4.000 libros y alrededor de 60.000 folletos. Todo fue destruido. Esto ocurrió el 16 de abril de 1960; el día 24 los periódicos publicaban una pastoral del obispo primado de España llamando a la oración en favor de «la Iglesta perseguida» en los países del Este.
Por su gracia, y en su providencia, Dios veló por la primera edición de este libro. Pudo imprimirse sin contratiempos y luego, a medida que iba siendo conocido fue tanto más apreciado hasta agotarse la totalidad de la edición. Tanto de América Latina como de España son cada vez más numerosas las peti-ciones en favor de una segunda edición.
¿Por qué hemos cambiado el título? Para adecuarlo más exactamente a su contenido. Hace veinte años el vocablo “conci-lios" despertaba más ecos y resonancias, dada la proximidad de la asamblea vaticana y su constante presencia en los medios de comunicación. Al titular ahora esta obra CATOLICISMO ROMANO:ORIGENES Y DESARROLLO no hacemos más que guiar al lector, indicándole concretamente lo que va a encontrar en el libro: un estudio serio y documentado de la evolución que el sistema católico romano ha experimentado a lo largo de los siglos hasta llegar a ser lo que actualmente conocemos como a tal.
En esta segunda edición mantenemos la misma estructura y exposición de los temas, permaneciendo su enfoque como se presentó en la primera. El punto de mira histórico que ofrecen los concilios para estudiar las diversas evoluciones que han sufrido no sólo el Catolicismo Romano sino el mismo concepto de “Catolicismo” constituye una plataforma útil para el examen de estas evoluciones y de su trasfondo político, social y eclesiástico. En efecto, a partir del siglo II las Iglesias que tanto en Oriente como en Occidente se autodefinían como “católicas” eran eminentemente conciliares, autónomas y confesantes. Se reunían en plena igualdad para tratar lo que les era común y, sobre todo, para confesar su fe; de ahí los símbolos de Nicea, Calcedonia, Constantinopla, etc. Lo católico entonces no tenía nada que ver con lo romano; significaba simplemente “universal": la presencia cristiana se habla extendido por todo el orbe conocido. Será precisamente a partir de los afanes hegemónicos del Papado cuando el conciliarismo, tomando forma de doctrina, intentará vanamente oponer un valladar a dichos afanes. Otra de las consecuencias de la pugna entre el concepto conciliar de gobierno de la Iglesia y las pretensiones romanas será la rup-tura de las antiguas iglesias Católicas de Oriente de la Iglesia Occidental sometida al Papa. Pero todavía en pleno siglo XV, el del cisma que vio surgir a tantos papas y antipapas, la doctrina de muchos era la de invitar a la Cristiandad a volver al sistema sinodal, o conciliar. Se pretendía que a los concilios se les reconociera como en tiempos de la Iglesia Católica Antigua, antes de que se transformara en Romana- un derecho de supervisión sobre los asuntos de la Iglesia, consiguiendo la periodicidad de sus reuniones y teniendo a los papas bajo su autoridad. Empeño vano. Entre el Vaticano y los Concilios hubo una lucha parecida a la que enfrentaba a los reyes con los parlamentos. A pesar del tremendo susto del Concilio de Constanza (141~ 1418)- que terminó con el cisma pero al precio de promulgar solemnemente la superioridad del Concilio sobre el papa-, en los concilios de Basilea-Ferrar-Florencia, treinta años más tarde, el Papado acabó imponiéndose. Serían vanas las voces de hom-bres como Savoranola que, en 1498, pretendía la convocatoria de un Concilio para condenar al papa Borgia. El mismo Lutero pensó al principio en someter sus propuestas de reforma a un Concilio General. Al comprobar la imposibilidad de reformar tanto la «cabeza» como los miembros del Catolicismo Romano desde el interior del sistema -ya que los concilios se habían convertido en dóciles instrumentos de la política papal-, la Reforma Protestante proclamó la absoluta soberanía de la Palabra de Dios por encima de toda otra palabra humana, fuese la del concilio o la del papa.
Esta segunda edición viene ampliada para dar cabida a los más de veinte años de Catolicismo postconciliar, con todas sus inquietudes y contradicciones, hasta llegar a Juan Pablo II y las tensiones actuales de la Iglesia Romana.
Finalmente, debemos hacer mención de tantos que han orado
y han ayudado para que esta segunda edición fuese una realidad.
A todos ellos expresamos nuestro más sincero y profundo agra-decimiento, sabiendo que nuestro trabajo -el de ellos y el nuestro- para el Señor no es nunca en vano.

SOLI DEO GLORIA
.



Con respecto a mi posible viaje, Dios dirá, COMO SIEMPRE :corazon:
 
Saludos en Cristo Hermanos y demas

Primero que debemos ser fieles sin ceder, luego “la dizque santa” cede, se presta con todos y ahora con remordimiento y golpes de pecho, resulta que “la santa” esta en defensa deL utero, si ya no le sirve, pa’que lo quedra? Pos yo no entiendo nada?

Que pasaria si se constantiniza la fe? bueno pues se pondran a cazar “herejes” y los engañados pensando que hacen un sevicio a Dios, cooperaran con las fuerzas de las tinieblas, esta bien que Dios nos hablo de unidad, Si, pero en el Espiritu y la apocrifa ecumenizacion no es mas que la falsificacion del diablo, una burda copia de la verdad.

Solo espero no estar escribiendo y recibir el frio desden del foro porque y que ya se estan convenciendo que unidos, aunque sea con cualquier rumbo llegaremos, yo se que no, pues aqui hay hermanos muy concientes de su heredad, no dejemos de amonestar y advertir del peligro que representa la “mezcolancia” llamada ecumenismo.

Hay muchos hermanos pequeños que aun no tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal, podrian ser engañados facilmente si no les advertimos de las consecuencias.

Iglesia no te duermas habla y no calles, “No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío. Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?” Ester 4:13-14

No paremos de amonestar del peligro que significa el ecumenismo.
¡Atalaya Iglesia! ¡Cristo Viene!

La Paz de Dios